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Siria

La biblioteca subterránea en Siria que le dio esperanza a un pueblo golpeado por la guerra

Por Frederik Pleitgen, -CNN-

Damasco, Siria (CNN) -- En los últimos años, una de las primeras cosas que se veían cuando se manejaba hacia Damasco eran inmensas columnas de humo que salían del suburbio de Daraya.

Eran producidas por los bombardeos del ejército sirio sobre el distrito bajo control de los rebeldes, que por años estuvo rodeado y fue golpeado desde todas las orillas, por todas las fuerzas.

Quienes estaban atrapados adentro quedaron varias veces sometidos a severos recortes de comida, agua y medicamentos, en los momentos más crudos de la violencia cotidiana que se vive en Siria.

“Ha habido muchos bombardeos y mucha destrucción. Y claro, mucho miedo. Tenemos mucho miedo”, dice Amjad, un adolescente de 14 años que ha sufrido el asedio a la ciudad durante casi cuatro años.

Pero dentro de esa ciudad sitiada tomó forma un proyecto extraordinario.

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En medio de la guerra, muchas personas -algunos combatientes rebeldes, algunos civiles- se unieron para comenzar una biblioteca subterránea.

Consiguieron libros, a veces rescatados de las ruinas de los bombardeos, para crear un espacio de calma y tranquilidad en medio del caos y la destrucción.

“La existencia de estos libros, este montón de libros reunidos en un solo sitio, es ya de por sí un gran logro”, aseguró Omar Abo Anas, combatiente rebelde, en un video producido por la oposición cuando la biblioteca estaba en servicio.

Abo Anas, quien luego murió en un combate, decía que la atmósfera de la biblioteca motivaba a otros a trabajar y leer.

Peligro constante

Llegar a la biblioteca era peligroso. Salir de casa podía significar la muerte dado que en cualquier momento podía caer un bombardeo sobre Daraya.

Muy rápidamente, Amjad se convirtió en un visitante frecuente de la biblioteca y, con el paso del tiempo, fue nombrado como su bibliotecario. Catalogaba los libros y mantenía el registro de los que se prestaban y eran devueltos.

“Podía trabajar durante muchas horas en la biblioteca. Llegaba a la 1 y me iba a las 5. Era el responsable de todo”, cuenta Amjad.

Daraya estuvo sitiada por más de cuatro años. Al final, solo unas cuantas miles de personas se quedaron en el que alguna fue uno de los suburbios más animados y bulliciosos de la capital siria.

Al final de agosto pasado, el régimen y los rebeldes que estaban en Daraya llegaron a un acuerdo. Los combatientes podrían transitar de manera segura a las áreas controladas por la oposición en el noroeste de Siria, los civiles fueron llevados a centros para personas desplazadas y las fuerzas del Gobierno sirio se establecieron en Daraya.

Encontramos la biblioteca justo cuando las tropas sirias empacaban los libros en unas camionetas. La mitad todavía estaba llena y había muchos libros tirados en el piso.

Las señales que indicaban las distintas secciones de la biblioteca -ciencia, religión y el resto- todavía estaban allí, pero no había electricidad. Además, el ambiente adentro era sombrío, lúgubre, triste.

Conocimos a Amjad y a su familia en un centro para desplazados del sur de Damasco. Sus ojos se iluminaron cuando le preguntamos sobre la biblioteca y nos mostró fotos del lugar, en una demostración de lo importante que fue para muchas personas atrapadas en Daraya, sobre todo para los niños.

“Me gustaba mucho el lugar y aprendí muchas cosas. Me gustaba leer. Podía leer cosas que entendía. Podía ir con mis amigos”.

Amjad ya no corre el riesgo de caer en un bombardeo o en el fuego cruzado. Ya no tiene hambre, algo que él mismo y muchos habitantes de Daraya sufrieron mientras el suburbio estuvo sitiado.

La vida cambia

A pesar de todas las dificultades por las que Amjad ha pasado, asegura que el tiempo que estuvo en la biblioteca subterránea cambió su vida. Le permitió crecer como persona. Incluso le permitió enseñarle a leer a su madre.

“Lloré la última vez que estuve allí. La quería tanto”, dice mientras nos despedimos de él y de su familia.

El sitio de Daraya mató a miles de personas y traumatizó a los que sobrevivieron, a algunos físicamente y a todos psicológicamente.

En medio de la destrucción diaria, fue esa biblioteca subterránea la que evitó que muchos de sus habitantes terminaran enloqueciendo. Y aunque cerró sus puertas, y sus libros fueron llevados a otra parte, la biblioteca sigue viviendo en el corazón y en la mente de los que vivieron en Daraya.