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Historias Humanas

Esta mujer le puso precio a su virginidad "por amor"

Por Savannah Pratt, Breeanna Hare

(CNN) -- En uno de los infames burdeles legales de Nevada una mujer de 20 años recientemente aplicó a un trabajo, pero no para tener sexo.

Katherine Stone, que sueña con convertirse un día en una abogada, planeó vender algo que ninguna otra mujer que trabaje en ese burdel podría ofrecer: su virginidad.

Como los propios burdeles, la decisión de Stone ha sido controversial, particularmente para aquellos que creen que la virginidad de una mujer debe ser compartida únicamente por amor.

Pero a los ojos de Stone, eso es exactamente lo que está haciendo.

‘Amo a mi familia’

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En 2014 la casa de la familia de Stone en Seattle, Washington, fue destruida por un incendio. Como no tenían un seguro, ella y su familia se vieron forzados a permanecer en la propiedad quemada.

Entonces llegó el día en que vio un anuncio en Facebook. “Busqué todos los detalles sobre los burdeles y el dinero”, cuenta. “Me hizo pensar ‘wow, es una oportunidad para solucionar todo lo que tengo que arreglar'”.

Aunque la prostitución es practicada en todo Estados Unidos, Nevada es el único estado donde es una actividad legal. Cualquier condado de Nevada con una población de menos de 7.000 habitantes puede tener un burdel y, desde 2015, hay 19 burdeles operando en el estado.

El magnate de los prostíbulos Dennis Hof es dueño de siete de ellos en Nevada —todos legales— y a él fue quien Stone se dirigió el año pasado buscando ayuda.

Dennis Hof, propietario del burdel.

Dennis Hof, propietario del burdel.

Hof —quien dice le llegan entre dos y tres solicitudes similares a la semana— acordó vender el servicio de una sola vez de Stone con la condición de que él ganará el 50% de las ganancias de la oferta final.

En un esfuerzo para salvar la casa de su familia, Stone empacó maletas y dejó su hogar por primera vez para vivir en el burdel de Hof.

“La gente dice que se supone que debes hacer esto por amor”, dice Stone al hablar sobre los ideales culturales de perder la virginidad. “Pero si lo piensas, lo estoy haciendo porque amo a mi familia”.

‘Por supuesto me valoro’

La decisión de Stone ha sido controversial. “Leí un artículo sobre mí en internet y me hizo llorar”, recuerda ella. “Era de una señora cristiana que dijo que yo no tenía respeto por mí misma, con lo que estoy totalmente en desacuerdo. O sea, obviamente me valoro”.

En este momento, cuenta Stone, el precio por su virginidad está un poco por encima de los 400.000 dólares y aún está esperando una oferta.

“Estoy esperando a un hombre con el que sienta una conexión para que la experiencia pueda ser especial para los dos”, dice. “No se trata únicamente del dinero”.

Mientras espera, Stone aún está “contratada por Dennis Hof para legalmente proveer servicios para caballeros que están buscando experiencias” diferentes a las relaciones, dice ella. “He hecho fiestas pequeñas simples. Fiestas de masajes, y cosas que son aptas para público de 13 años. Mi primera experiencia aquí fue aterradora. Era muy nueva esto”.

Aunque su virginidad ha sido subastada, Stone dice que no tiene intenciones de dejar el negocio. “Anticipo que voy a seguir trabajando en el burdel por los próximos cinco años”, dice. “Planeo estudiar leyes en el futuro”.

‘Tengo el derecho de elegir’

El mismo Hof ha sido fuertemente criticado, con ataques verbales, por explotar mujeres con necesidad. El empresario y personalidad de televisión emplea a cerca de 500 mujeres en sus locales en Nevada, con más o menos 30 personas trabajando cada fin de semana en el famoso Moonlite Bunny Ranch.

En cuanto al contrato de Stone, dice que “es controversial; no hay ninguna duda sobre esto”. Pero, continúa, “es su decisión. No creo que sea una buena idea para una niña beber seis tequilas y perder su virginidad en el baño de una casa de estudiantes. Si ella quiere venderla, creo que es genial”.

Si eso suena como algo que un proxeneta diría, Hof no lo contradice. “En el estricto sentido soy un proxeneta”, dice. “Soy el tipo que trae clientes para las chicas. La diferencia es que tengo licencia para hacerlo”.

Stone está de acuerdo.

“Tengo el derecho de elegir lo que hago con mi cuerpo”, dice ella. “Y con esta economía tan problemática, ¿me juzgarías?”.