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Fidel Castro

La Cuba de Castro y la China de Mao: dos regímenes comunistas que nunca se encontraron

Por Chieu Luu

(CNN) -- Cuando se anunció la muerte del líder revolucionario cubano Fidel Castro, este sábado de madrugada, el presidente de China Xi Jinpeng recordó a Castro como “una gran persona de nuestra era”.

En un comunicado leído por un presentador a través de la televisión estatal china, Xi elogió al fundador de la Cuba comunista. Y aseguró que a Castro se le deben “logros inmortales e históricos para el desarrollo del socialismo mundial”.

Infografía: Fidel Castro en 16 datos

Sin embargo, décadas antes, el mismo Fidel Castro no elogió de esa manera al fundador de la China comunista.

“Creo que Mao (Zedong) destruyó con los pies lo que hizo con su cabeza durante muchos años. Estoy convencido de eso. Y algún día la gente de China y el Partido Comunista de China tendrán que reconocer eso”, le dijo Castro a la periodista estadounidense Barbara Walters, en mayo de 1977.

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Luego, empezó a enumerar los que aseguraba habían sido los errores más graves de Mao: promover un culto a la personalidad y un abuso del gran poder que tenía.

“Yo también adquirí ese poder, pero nunca abusé de él ni lo retuve en mis manos”, dijo Castro.

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China y Cuba: comunistas en lados opuestos de la Guerra Fría

Aunque Cuba y China funcionaban como Estados comunistas, Castro le contó a Walters que veía a China como un “buen aliado” de Estados Unidos, que a su vez era enemigo acérrimo de Cuba.

La Guerra Fría estaba en todo su apogeo y Cuba y China se encontraron a sí mismas, al parecer, en lados opuestos: Cuba como fuerte aliado de la Unión Soviética, mientras China se había separado de los soviéticos por sus diferentes interpretaciones del marxismo-leninismo. China, además, comenzaba a establecer muy lentamente algunos lazos con Estados Unidos y estaba a punto de embarcarse en una reforma económica de gran magnitud.

“El trabajo conjunto de China con Estados Unidos jugó un papel muy importante en la caída de la Unión Soviética”, dijo Victor Gao, presidente del Instituto de Energía y Seguridad de China, que alguna vez trabajó como intérprete del expresidente chino Deng Xiaoping.

“Creo que Fidel Castro se sentía un poco incómodo con el hecho de que China se separara de la Unión Soviética y el acercamiento de China a Estados Unidos era completamente comprensible. Él se opuso hasta hace muy poco tiempo a crear una relación con Estados Unidos. Usando el modelo cubano también tenía mucho sentido pensar que China estaba traicionando esa ideología”.

La Habana y Beijing establecieron relaciones diplomáticas en 1960, pero sus posiciones opuestas en la Guerra Fría hicieron que entre ambos países hubiera muy pocas interacciones importantes por más de dos décadas, de acuerdo con los medios estatales chinos.

Las relaciones no se restablecieron del todo sino hasta 1989, y Castro hizo su primera visita de Estado a China en 1995.

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Para ese entonces, la Unión Soviética ya había caído y Cuba, todavía bajo el embargo económico de Estados Unidos, necesitaba fortalecer sus lazos con otros aliados comunistas. Rápidamente, China se convirtió en uno de los aliados comerciales más importantes de Cuba y la economía fue el foco principal de la visita de Castro al país asiático. Pasó dos días afuera de la capital observando los cambios económicos de China, tomando nota de los éxitos y de los fracasos de la reforma económica.

El costo del desafío cubano a Estados Unidos

Lo que diferencia a las dos naciones comunistas es el desarrollo económico, asegura Gao.

“El modelo de desarrollo económico basado en la ideología socialista, ahora que miramos hacia atrás, fue una ideología realmente errónea”, le dijo Gao a CNN. “Desde 1978 China se embarcó en una profunda reforma económica y hoy es la segunda economía mundial. Cuba, a lo largo de estos años, no ha cambiado tan profundamente”.

Pero a pesar de las diferencias, Gao afirma que China se mantuvo leal con la Cuba comunista y recuerda una reunión entre Deng Xiaoping y el entonces Secretario de Estado de Estados Unidos, George Shultz, en 1987, en la que Gao sirvió de traductor.

“(Shultz) presionó fuertemente para que China se mantuviera del lado de Estados Unidos en su posición sobre Cuba y el bloqueo, pero Deng Xiaoping reiteró que China no haría eso”, cuenta Gao. “Creo que es muy meritorio para un país pequeño como Cuba, ubicado justo en la puerta de Estados Unidos, arreglárselas para mantenerse firme en lo que creía era la verdad. Ese es, realmente, un acto de valentía y coraje, incluso si su costo fue quedarse en un nivel de bajo desarrollo económico”.

China premió a Fidel Castro con el Premio Confucio de la Paz -su propia versión del Nobel de la Paz- en el 2014, con el argumento de que el líder cubano nunca usó la fuerza para resolver sus disputas internacionales, especialmente contra Estados Unidos.

Pero la renuencia de tantos años de Castro a implementar reformas económicas también será una lección para muchos chinos, afirma Gao.

“Fidel Castro era una gran líder político, pero no un gran líder económico. Ojalá que su muerte haga que la próxima generación pueda implementar más fácilmente las reformas y mejorar su economía”.