En ruta a Roswell, Nuevo México (CNN) – ¿Volarías en un avión de pasajeros que será retirado después de tu viaje? ¿A dónde van los aviones cuando ya no son necesarios?
Con algo de nostalgia, curiosidad y un poco de inquietud volamos a través del país en un avión MD-80 de American Airlines que hacía su trayecto final hacia el cementerio donde reposaría, en el desierto de Roswell, en Nuevo México.
Nuestro avión de American Airlines se jubiló a los 29 años, joven para los estándares humanos pero viejo para una industria con continuos avances tecnológicos y ansias por vender las partes más importantes de un avión antiguo.
El vuelo fue de Chicago a Roswell y éramos los únicos pasajeros en lo que American Airlines llamó un “vuelo ferry”. Sí. Los únicos pasajeros con filas y más filas de sillas vacías alrededor nuestro. No había nadie que pudiera recostarse en nuestro apoyabrazos o que le diera una patada al espaldar de nuestra silla.
Podías echar hacia atrás tu silla tanto como fuera posible y reflexionar sobre la vida del avión. Cuatro millones y medio de pasajeros estuvieron a bordo. Voló unos 50 millones de millas. ¿Cuántas familias habrán ido de vacaciones al oeste en este avión? ¿Tal vez un hombre voló en este avión para reunirse por primera vez con un nuevo amor en un aeropuerto lejano? ¿Cuántas pastillas para la ansiedad habrán tomado pasajeros nerviosos en este espacio? ¿Quién se habrá quedado mirando a través de una de estas ventanas y habrá prometido darle un giro a su vida?
Es raro que una máquina tan grande y maravillosa ya no se necesite más. Para colmo de males, todas las partes del avión que se retira valen mucho más que el avión en su conjunto.
A cargo del vuelo del último ferry del MD-80 hacia el cementerio de Nuevo México está el capitán Kevin Dingman, un expiloto de F-16 y veterano de la Fuerza Aérea.
“Era algo que tenía que hacer”, nos dijo Dingman cuando nos sentamos frente a frente en el pasillo. “Vi que (este vuelo) estaba abierto y no pude resistirme a tomarlo”.
Hace poco, un computador de American Airlines le dijo a Dingman que había sido “desterrado de volar” los MD-80 para volar aviones más modernos, como el Boeing 737. Dingman y otros pilotos de American Airlines con los que hablamos lo llaman el avión de los pilotos. Requiere más trabajo manual por parte de los pilotos; la cabina de control está menos automatizada. El apodo del MD-80 es Mad Dog (perro loco).
Normalmente, te preocuparías un poco si ves al piloto antes del vuelo y lo oyes decir que está nervioso antes del despegue. Pero fue muy conmovedor ver a Dingman explicar: “Es algo muy importante. Soy muy emotivo y sensible. Amo mucho este avión”.
Hay hombres con sus máquinas y hay pilotos con sus aviones.
Comenzamos a descender. Dingman hace el anuncio habitual de que aterrizaremos pronto. Nos acercábamos al lugar del que tanto había oído hablar, el lugar donde los aviones mueren, el cementerio.
A regañadientes, enderecé mi silla. El aterrizaje fue perfecto en el desierto soleado. Me sorprendió que el personal en tierra de American Airlines se acercara tan rápido que ni tiempo me dio a quitarme el cinturón de seguridad. Ahora estarían a cargo del avión.
Nos bajamos por la escalera de atrás. Era un gran día para American Airlines. Una cifra récord de MD-80 como este, 20 en total, estaban viniendo a Roswell y aterrizando con precisión. Por última vez. De Pittsburgh a Tampa, llegaban con pocos minutos de diferencia.
La flota de MD-80 era cada día más pequeña, dado que cada vez se producen aviones más eficientes energéticamente, que además vienen con modernos servicios e instalaciones para los pasajeros. American tiene ahora la flota más joven de aviones en los cielos.
¿Sabe un avión que está en el final de la línea? Todos tocaron pista, giraron y fueron reagrupados en una sección del gigantesco cementerio. Roswell es un buen lugar para estacionar aviones no deseados por su clima seco, lo que evita la corrosión. La gente aquí no lo llama cementerio, prefiere hablar de “depósito de almacenamiento de aviones” o de “regeneración”.
También había algo de misterio en cada paso que dábamos en el cementerio de Roswell. Si crees en las teorías de la conspiración, los escombros del famoso accidente de Roswell, el “1947 UFO”, fueron llevados al mismo aeropuerto al que volamos para ser examinados.
Mientras se llevaban nuestro avión y lo estacionaban para esperar su destino, tuvimos un increíble recorrido en carro con Martin Testorff, uno de los administradores de almacenamiento de American en este lugar. Rodeamos y pasamos por debajo de cientos de aviones parqueados.
Muchos ya no tenían sus motores, sus cabinas de control estaban abiertas y ya no tenían ventanas. Este enorme cementerio estaba lleno de veteranos de los cielos, de American a Scoot Air o Saudi Arabia Airlines.
Me encantan el transporte aéreo y la era de los aviones, así que era imposible no sentir tristeza al ver aviones en diferentes estados de deterioro. Algunos parecía que pudieran volver a volar, pero otros tenían sus narices y colas amputadas. “Es como un parque infantil para un entusiasta de los aviones”, dijo Testorff mientras nos llevaba en medio de filas y filas de enormes aviones ya inservibles.
Nos llevaron a un viejo 777. Mientras abordaba ese avión sentí que podría atravesar el suelo de la cabina en cualquier momento. El avión estaba siendo desmontado. Cables y partes de repuesto ahora llenaban lo que había sido una lujosa cabina de primera clase.
“¡Finalmente tengo mi silla con ventana!”, grité mientras agarraba una ventana y una pared que todavía estaban conectadas. Martin se rió. Pero no hubo más motivos para reírse cuando supe que el siguiente paso para ese avión era ser triturado y fundido.
Luego, recorrimos un largo espacio con partes de avión perfectamente organizadas. Caminamos a través de un laberinto de llantas, motores, puertas y alas que habían sido separadas para ser vendidas por aparte. Martin tiene un nombre para el proceso de desmontar un avión: “desarmar por partes”.
Estas partes son muy valiosas y son separadas con la precisión de un cirujano. Otra aerolínea podría pagar hasta 2.200 dólares por una llanta o 167.000 dólares por la parte superior de un ala.
Testorff solía pensar que era triste ver cómo estos aviones eran destrozados, pero ahora que le han dado el sustento por una década, le gusta ver cómo mueren los aviones. “Este es el fin para estos aviones. Otros comienzan sus vidas, es parte del ciclo”.