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Nota del editor: Al (Alberto R.) Cárdenas es un abogado y líder de la comunidad latina en Estados Unidos. Ocupó distintos cargos en las administraciones de Ronald Reagan y George H.W. Bush, y fue asesor de la campaña de Jeb Bush en 2016. Es socio de la firma de abogados Squire Patton Boggs y del grupo de interés Cárdenas Partners. Las opiniones expresadas en este texto pertenecen exclusivamente al autor.

Un expresidente de Latinoamérica me decía hace unos meses: “Los demócratas dejan a mi gente entrar en los Estados Unidos, pero no a mis productos. Los republicanos no dejan entrar a mi gente pero sí a mis productos. Ahora me temo que con Donald Trump no dejen entrar ni a mi gente ni a mis productos”.

Vamos a ver. Ahora, en víspera del juramento del próximo presidente Donald Trump, hay muchas dudas, ansiedades y preocupaciones en nuestro hemisferio sobre la futura relación entre EE.UU. y Latinoamérica.

Yo no apoyé a Donald Trump en su campaña a la presidencia, aunque sí voté por él. Escribo estas palabras como un experimentado observador y no, como acostumbraba, en función oficial de mi partido o presidente.

Estimo que todos le debemos al futuro presidente el beneficio de la duda y la esperanza de que sea un buen líder para toda América. Veremos. Lo que sí es cierto es que comienza su gobierno con muy bajas cifras de aprobación y un gran escepticismo por parte de la prensa y líderes de opinión del país. Esta luna de miel durará menos de lo que se acostumbra y tendrá que demostrar logros en el corto plazo

Sus retos son muchos, y también complicados. Desea implementar nacionalmente, con el apoyo del Congreso, un plan de mejoras a la infraestructura de un trillón de dólares. Quiere reformar por completo el plan de salud nacional, reconstruir nuestras Fuerzas Armadas, reducir los impuestos y no aumentar la deuda nacional. Un grandioso y arriesgado plan. De lograrlo, puede convertirse en uno de nuestros más grandes líderes. De no lograrlo, no habrá merced política con él.

Hacia el extranjero, sus nombramientos para el gabinete, hasta la fecha, incluyen a triunfadores en el sector empresarial y militar; ausentes están los académicos e idealistas que han gobernado durante los últimos ocho años.

Veremos un énfasis en nuestras relaciones económicas, acuerdos comerciales y la seguridad hemisférica. Esto incluye asuntos de narcotráfico, ciberseguridad, acuerdos militares y cuestiones de terrorismo internacional.

En el epicentro de toda conversación tendremos las reformas migratorias que pudieran impactar a México y Centroamérica en particular.

Una administración Trump se enfocará en los acuerdos bilaterales y será rara la ocasión donde participen en acuerdos multilaterales.

Para el alivio de muchos, no escucharán las críticas sobre temas de clima, derechos laborales, temas ambientales y sociales que se acostumbraba a oír de los emisarios de la administración Obama en los palacios presidenciales de América Latina.

Enfatizo que están son observaciones personales y no de la administración Trump, pero sí he seguido muy de cerca las labores y comentarios del equipo de transición y los propios comentarios hechos por los nominados para el gabinete durante el proceso de confirmación.

Estamos ya prácticamente en el comienzo de esta inesperada aventura con el presidente estadounidense número 45. Donald Trump nos sorprendió a todos con una victoria lograda con una estrategia populista que no acostumbrábamos a escuchar en las filas de mi Partido Republicano. ¡Ya veremos!