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Historias Humanas

El arma secreta del Dalai Lama para ser feliz y cómo puedes usarla en tu vida

Por Jen Christensen

(CNN) -- Si eres el líder espiritual de un pueblo entero, has vivido toda tu vida adulta en el exilio, tus movimientos están restringidos por guardaespaldas siempre vigilantes y debes observar cada palabra por temor a desencadenar un incidente internacional, quizás pensarías que tu rostro reflejaría el peso del mundo.

Pero para el Dalai Lama, las líneas más profundas en su piel de 81 años son líneas de expresión por reírse.

Su Santidad sabe cómo encontrar alegría en casi todo y en casi todos, en gran parte debido a su sentido del humor. Es algo que utiliza con regularidad para ganarse rápidamente a las multitudes y algo que piensa que todos deben adoptar para tener una vida mejor.

Cuando presidió el Simposio Emory-Tibet en diciembre en un templo imponente propiedad de la comunidad tibetana en el exilio en Mundgod, India, mostró su naturaleza burlona de inmediato.

Se reunieron miles de monjas y religiosos de renombre mundial, científicos de renombre mundial, tibetanos y muchos seguidores interesados, ansiosos de aprender a "unir la ciencia y el budismo para el enriquecimiento mutuo".

La multitud se veía tan seria como el tema. Mientras esperaban en el templo, murmuraban tranquilamente y se movían en sus asientos. Finalmente, el bajo gemido de un canto gutural comenzó, y todos se calmaron y se sentaron un poco más rectos.

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Cuando Su Santidad finalmente salió de una puerta lateral, el sonido de las sillas de plástico raspando resonó por todo el vestíbulo mientras la multitud se levantaba y aplaudía. Algunos se postraron en el suelo.

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Su Santidad entró lentamente, rodeado de monjes vestidos con trajes tradicionales y guardaespaldas en trajes occidentales. Dos monjes le guiaron suavemente por un pequeño grupo de escaleras.

En el fondo, el Dalai Lama sonrió con gran alegría, riendo y saludando a los amigos reunidos en su honor.

"Cuando sonríes, noto que todos los que están a tu alrededor sonríen y noto que es muy contagioso", le dijo el doctor Sanjay Gupta, corresponsal médico de la CNN, en una entrevista con Su Santidad después del evento.

"Básicamente, somos animales sociales", respondió el Dalai Lama. "Necesitamos amigo para desarrollar la amistad genuina, la confianza es muy importante. Para poder confiar, si usted les muestra el tipo genuino de respeto, el amor genuino, entonces la confianza viene, por lo que aquí creo que la expresión sincera de calidez es la sonrisa. Creo que parte de eso, es la sonrisa genuina".

Pero está claro que bromear también es la clave para conquistar a una multitud. En el evento, el Dalai Lama finalmente se sentó en su silla floral apoyado contra lo que parecía una almohada que uno de los monjes debió haber agarrado de su cama, con la esperanza de que el líder espiritual estuviera cómodo.

La multitud se calmó, inclinándose hacia delante para escuchar lo que Su Santidad tenía que decir.

Pero en lugar de una oración o una palabra de sabiduría, decidió que era el momento perfecto para secarse la frente. Se tomó su tiempo y luego, en lugar de poner el paño blanco sobre la mesa a su lado, inmediatamente lo puso en su cabeza, donde descansó como un sombrero absurdo. Mientras reía, lo usó durante la primera parte de la reunión, durante aproximadamente una hora.

Luego, se acercó con cierta aire ceremonioso a un frasco de cristal con caramelos que estaba en la mesa baja delante de él. "Esto no es decoración", bromeó sosteniéndolo.

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Luego se señaló a sí mismo: "Comer", dijo, y rápidamente desenrolló el papel de aluminio y puso el caramelo duro en su boca. Su comportamiento travieso, su risa y sus bromas lograron su cometido. La solemne y respetuosa multitud comenzó a reírse con él, generando una atmósfera más íntima. Todo el mundo parecía dispuesto a escuchar una discusión de temas pesados como "¿Cuáles son los constituyentes fundamentales del universo, y cómo se originó?" Y "¿Cómo se establece el conocimiento y qué constituye un razonamiento válido?".

Cuando Gupta le preguntó después a Su Santidad sobre por qué decidió usar el paño tan cómicamente, el Dalai Lama admitió que fue, en parte, porque es práctico y porque se acalora mucho.

Pero también insinuó que había algo más profundo: Es importante que los líderes, particularmente los líderes espirituales, "actúen como un ser humano" y sean juguetones.

A veces "todo el mundo es muy formal", dijo, "eso es una tortura".

Y aunque sabe que debe respetar a esos líderes, a veces ha desarrollado "un pensamiento extraño" y a menudo espera que algo inesperado ocurra para hacer que un líder actúe más "como un ser humano".

"Tuve esta experiencia (en) 1954 cuando estaba en Pekín", dijo Su Santidad. "Algún embajador de la India, me llama, viene a mi habitación, entonces como de costumbre, algunos funcionarios de los ministerios de Relaciones Exteriores de China vienen".

"Todo el mundo era demasiado formal", dice y adopta una postura tiesa burlándose de eso. "Luego trajeron algo de fruta, y de alguna manera se volcó, y luego todos actuaron como seres humanos", dijo, riendo e imitando a la gente que se movía desesperada por el suelo de la habitación.

Su Santidad sugiere que todos se permitan jugar y encuentren lo gracioso en la vida. En su libro "Mi Viaje Espiritual", se llama a sí mismo un "reidor profesional" y escribe que él proviene de una familia alegre que siempre está "divirtiéndose, burlándose mutuamente, bromeando".

Se ha demostrado que una risa rápida y la capacidad de ver el humor en situaciones cotidianas y de ser juguetón ayudan a los adultos a reducir los niveles de estrés, tanto para ellos como para los que les rodean, según muestran estudios.

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Al ser juguetón y usar el humor, la gente también se vuelve más observadora y más empática. A menudo se aburren menos, aprenden más, tienen más amigos y los estudios muestran que las personas que están dispuestas a dejar salir su lado juguetón tienden a tener una mejor sensación de bienestar general.

Su Santidad cree que no importa lo difícil que pueda ser su vida, este enfoque le traerá algo mucho más profundo.

"Pensar sólo en el aspecto negativo no ayuda a encontrar soluciones y destruye la paz de la mente", escribe. "Me encantan las sonrisas, y mi deseo es ver más sonrisas, sonrisas reales ... Si queremos esas sonrisas, debemos crear las razones que las hacen aparecer".