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Clínica Universidad de Navarra

¿Cuánto azúcar consumimos realmente cada día?

Por Clínica Universidad de Navarra

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha sido muy clara en su último comunicado: debemos reducir el azúcar a seis cucharaditas diarias. Se trata de algo muy fácil cuando hablamos de la cantidad que le ponemos al café o un dulce pero es algo muy difícil si tenemos en cuenta el que está “escondido” en los alimentos.

Las últimas recomendaciones de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC) aconsejan consumir menos del 10% de la ingesta calórica total. La OMS comparte esta recomendación y añade que si este fuese menor al 5% produciría beneficios adicionales para la salud.  Es decir, en una persona que consuma 2.000 kcal al día supondría no superar nunca los 50 g e, idealmente, menos de 25 g al día.

El informe que realiza el Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente indica que la cantidad de azúcar común es de 10,6 g por persona y día. En principio no deberíamos alarmarnos porque “observando sólo este dato podríamos pensar que nos encontramos dentro de la normalidad, pero hay que ser conscientes de que este estudio no tiene en cuenta el que está presente en los alimentos”, asegura la nutricionista Virginia Santesteban, especialista del Departamento de Endocrinología y Nutrición de la Clínica Universidad de Navarra y técnico del Centro de Investigación Biomédica en Red de la Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición, Ciberobn.

En los últimos años hemos recibido información constante sobre los perjuicios que conlleva, lo que ha provocado un descenso del consumo familiar de azúcar común, pero no de productos procesados o bebidas que también lo contienen, que son igualmente perjudiciales para salud y que estamos incluyendo en la dieta constantemente. La bollería, los refrescos, las patatas o los snacks se han incorporado a nuestra dieta diaria. “Un ejemplo muy claro que solemos ver en la consulta es el de personas que la han sustituido por miel, pensando que esta es más saludable, cuando este alimento contiene fructosa, igualmente calórico y con un efecto perjudicial sobre la salud si se consume en exceso, similar al azúcar”, asegura.

Los más evidentes pueden ser refrescos, gominolas, mermelada, pasteles o galletas. Pero hay otros que contienen una cantidad nada despreciable de esta sustancia y que no los tenemos tan interiorizados: galletas saladas, cereales de desayuno, zumos de frutas comerciales, snacks, salsas como el ketchup, algunos panes de molde o tipo hot-dog”.

Por ejemplo,  100 ml de refresco de cola contiene aproximadamente 10 g de azúcares simples. La misma cantidad de zumo comercial de piña contiene casi 11 g. Y, sin embargo, tenemos una peor imagen de los refrescos que de los zumos. Otro ejemplo: 20 g de kétchup (dos cucharadas aproximadamente) contienen 4 g de azúcar”, señala.

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El consumo excesivo conlleva una dieta hipercalórica, por lo que la principal consecuencia evidente es la ganancia de peso y, con ello, el mayor riesgo de padecer obesidad. Según los últimos datos ofrecidos por la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad, alrededor del 60% de la población española tiene problemas con el peso, es decir, de cada diez personas, cuatro tienen sobrepeso y dos padecen obesidad.

Además, los alimentos con este tipo de añadidos suelen ser muy pobres nutricionalmente, si nos referimos al aporte de otras vitaminas o minerales, por lo que un consumo excesivo puede provocar también malnutrición: déficit de vitaminas, minerales, etc. Sin olvidar que tiene una relación directa con el aumento del riesgo cardiovascular y con la resistencia a la insulina, lo que multiplica las posibilidades de padecer diabetes mellitus tipo 2.

Por otra parte, un exceso de fructosa (forma de azúcar encontrada en los vegetales, las frutas y la miel), que suponga más del 10 % de la ingesta calórica total, se ha relacionado con un mayor riesgo de hipertrigliceridemia (tener los niveles de triglicéridos altos) y con valores analíticos bajos de HDL (el colesterol “bueno”) y, por tanto, con un mayor riesgo cardiovascular. “En nuestras consultas estamos viendo cada vez más pacientes intolerantes a la fructosa, lo que les provoca molestias digestivas como flatulencia, diarreas, etc., que en ocasiones les limitan su vida diaria.  Por ello, es necesario que las personas sepan en qué alimentos se pueden "esconder" estos tipos de azúcares”, concluye.