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Donald Trump

Donald Trump

Estamos viendo a un Trump en modo pánico

Por Michael D'Antonio

Nota del editor: Michael D'Antonio es el autor del libro 'Never Enough: Donald Trump and the Pursuit of Success'. (Nunca es suficiente: Donald Trump y la búsqueda del éxito) Las opiniones expresadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

(CNN) -- El giro del presidente Trump hacia un general que irradia un calmado sentido de mando indica que está realmente angustiado. Las pruebas de misiles de Corea del Norte, los grandes fracasos legislativos y las cifras récord de desaprobación harían temblar a cualquiera, pero seguramente será peor para un hombre cuyas constantes afirmaciones de confianza y éxito sugieren que, de hecho, está profundamente en conflicto con su propia competencia.

Además, para un hombre que premia la lealtad y se rodea de la familia en lugar de aquellos con experiencia política, el hecho de que Donald Trump promueva a John Kelly a una posición en la que Ivanka Trump y Jared Kushner se reportarán hace notar más la sensación de un pánico interior.

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De Kelly, respetado general del Cuerpo de Marines, se espera que traiga orden a una Casa Blanca que es quizás la más caótica y disfuncional en la historia, agobiada tan al extremo por luchas e intrigas, que los funcionarios generalmente evitan verdades obvias, excepto cuando le filtran informaciones a los periodistas.

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Donald Trump

Dado lo limitado de su personaje público –que consiste básicamente en alardeos, insultos y observaciones crudas–, los motivos y el ánimo verdadero de Trump pueden ser difíciles de discernir. Trump puede parecerse a una especie de sistema de sonido humano con el volumen tan alto que cada nota sólo suena como simple ruido.

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Con tanta disonancia, una semana extraña en la presidencia de Trump puede mezclarse con otra y, finalmente, todas parecen iguales. Pero no lo son. La semana pasada se destaca por estos hitos: una insinuación sexual en un discurso dirigido a los Boy Scouts, un llamado a la policía a que sea dura con los sospechosos, la interrupción del servicio militar para los estadounidenses transgénero, y la conmoción en la Casa Blanca. Todo apunta a un presidente/actor que sabe que está perdiendo a su público y no puede averiguar cómo darles lo que quieren.

Cuando esté presionado al borde del pánico, Trump modificará su comportamiento. En la década de los noventa, por ejemplo, se convirtió en un Trump más tranquilo y menos fanfarrón cuando sus casinos se declararon en quiebra y su negocio de líneas aéreas fracasó. La primera señal de que Trump estaba en modo de pánico la semana pasada llegó cuando trajo a escena a Anthony Scaramucci, nombrándolo jefe de Comunicaciones de la Casa Blanca.

En el teatro italiano, un 'scaramuccia' es un bufón amenazante de la corte que cae inevitablemente en desgracia y el bufón de Trump encajó perfectamente en el arquetipo, expulsando a Sean Spicer y a Reince Priebus antes, en una impresionante pieza de teatro político. "The Mooch" (como se le conoce a Scaramucci) y su profana y grabada diatriba, se convirtieron en un hazmerreír más grande que los hombres contra los que había levantado su espada.

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Spicer y Priebus eran presas fáciles porque el dramaturgo (léase el presidente) nos los había presentado como personajes que inevitablemente serían asesinados.

Mientras Priebus y Spicer eran humillados y expulsados, casi se podían escuchar las risitas en la audiencia.

El despido del acicalado Scaramucci, por otro lado, llegó con el poder de un rayo. Entonces, mientras el humo se aclaró, el mundo pudo ver la figura de John Kelly, el nuevo secretario general de la Casa Blanca. El afecto del presidente por los militares se notó durante la campaña de 2016, cuando habló del general George Patton como si fuera un héroe perfecto y no el incómodo brutal al que Eisenhower calificó como "niño problemático".