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Corea del Norte

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Toque de queda y alambre de púas: la vida en la aldea vecina de Corea del Norte

Por Paula Hancocks, Taehoon Lee

Poblado de Taesung, Corea del Sur (CNN) -- Un himno triunfante se oye a través de los campos de arroz que rodean este pueblo, cantando alabanzas a un régimen que la mayoría del mundo aborrece.

La diaria y continua propaganda suena tan duro que las casas necesitan paredes extragruesas para aislar el sonido.

Esta es la ruidosa realidad de los residentes de Taesung, un pequeño poblado a las puertas de Corea del Norte.

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También conocido como "Pueblo de la Libertad", es el único asentamiento surcoreano en la zona desmilitarizada de 257 kilómetros de largo por 4 de ancho, que divide el norte y el sur de la península coreana.

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En su punto más cercano, está a poco más de 500 metros de Corea del Norte, lo que le da un asiento privilegiado en cuanto a las tensiones militares más intensas, que estallaron el mes pasado después de Corea del Norte amenazó con enviar cuatro misiles cerca del territorio estadounidense de Guam y se intensificaron esta semana después de que el régimen de Pyongyang realizara su sexto ensayo nuclear.

Cho Young-sook, quien gerencia el restaurante local, es uno de los 197 surcoreanos que viven en Taesung. Ella se mudó aquí hace 38 años cuando se casó con un hombre de la localidad, la única manera en que a alguien se le permite entrar en esta insólita y estrecha comunidad.

Ella asegura que el poblado vive literalmente al límite.

"Nosotros vemos esta situación como muy negativa, cerramos nuestras puertas en las noches, como no lo hacíamos antes", dijo cuando CNN visitó el pueblo en agosto.

Guerra de propaganda

La guerra de propaganda entre las dos coreas no es sutil. Además de las transmisiones desde el norte, a lo largo de los años, cada lado ha estado involucrado en un ojo por ojo sobre el tamaño de sus respectivas astas. Corea del Norte se encuentra actualmente en la cabeza con una asta de 165 metros, una de las más altas del mundo.

Hay un pueblo en el lado norcoreano de la zona desmilitarizada, Kijong, donde se encuentra esa asta. Los residentes dicen que a veces ven personas moviéndose, pero no pueden decir si son civiles o soldados. Corea del Sur también transmite su propia propaganda hacia el norte, pero no desde esta aldea y no tan fuerte.

Taesung ha sido por generaciones una comunidad de cultivadores de arroz, pero desde 1953 -cuando la península se dividió en dos después de la Guerra de Corea-, los residentes han vivido con una amenaza que colorea cada faceta de su vida.

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Los agricultores necesitan una escolta militar surcoreana cada vez que van a sus campos, ya que si dan un paso más allá podrían caer en el territorio norcoreano. Una sarta de alambres entre arrozales es todo lo que marca la frontera real.

Los residentes deben cumplir con un toque de queda de medianoche y están sujetos a controles por soldados armados, en su casa, cada noche. También deben pasar por puntos de control cuando entran y salen del pueblo. Un autobús viene dos veces al día.

Estas no son precauciones ociosas, ya que ha habido dos secuestros de residentes de Taesung por parte de soldados norcoreanos. En 1997, una madre y un hijo fueron llevados por soldados mientras recogían bellotas y fueron liberados cinco días después, y en 1975 un trabajador granjero, de 20 años, fue secuestrado. Corea del Norte afirma que él voluntariamente cruzó la frontera y todavía no lo ha devuelto.

A cambio de los riesgos, los residentes, que deben vivir allí 240 días al año, gozan de beneficios. Como el pueblo está bajo el control del Comando de las Naciones Unidas, no del Gobierno surcoreano, los aldeanos no necesitan pagar impuestos y están exentos del servicio militar obligatorio.

En Taesung, también conocido como "Pueblo de la Libertad", las casas se construyen con paredes extragruesas debido al sonido incesante de la propaganda.

Pocos residentes quieren hablar en cámara, y algunos no lo hacen en absoluto. Hay preocupación de que cualquier cosa que hagan o digan sea malinterpretada por Corea del Norte, lo que les trae una atención no deseada.

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"Simplemente nos reunimos y escuchamos la televisión ya que hay tantas noticias sobre esto. Nos sentimos un poco inquietos en este momento", asegura Cho.

A las afueras del restaurante de Cho hay un recordatorio estático de los riesgos que enfrentan los residentes: un refugio para bombas que está permanentemente provisto de máscaras de gas y suministros de emergencia. Los residentes realizan simulacros regulares de evacuación.

Sin embargo, Cho dice que ella nunca consideraría salir de Taesung.