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Noticias de EE.UU.

El único grupo que abandonamos durante los huracanes

Por Van Jones, Jessica Jackson Sloan

Nota del editor: Van Jones, comentarista político de CNN, es presidente de Dream Corps y Rebuild the Dream, organizaciones que promueven soluciones innovadoras para la economía de Estados Unidos. En 2009 fue asesor de empleos verdes del presidente Barack Obama. Jessica Jackson Sloan es la directora nacional y cofundadora de #cut50, un esfuerzo bipartidista para reducir la población carcelaria de Estados Unidos mientras mantiene a las comunidades seguras. Jessica también se desempeña como alcalde de Mill Valley (California). Las opiniones en este artículo son suyas. 

(CNN) -- Con todas las historias de heroísmo y tragedia a raíz de los huracanes Irma y Harvey, un grupo de personas ha quedado fuera de nuestra vista y nuestros corazones: los hombres y mujeres encarcelados en las instalaciones correccionales federales.

Mientras las autoridades de Texas y Florida reubicaban con seguridad a la mayoría de los reclusos en las prisiones estatales, los hombres y mujeres que estaban encerrados en nuestras prisiones federales no fueron tan afortunados. El Buró Federal de Prisiones declaró que no tenía la intención de evacuar sus instalaciones ubicadas en la ruta de los huracanes Irma o Harvey en Beaumont (Texas) o en Florida. Y sobre la base de informes de varias de esas instalaciones, los presos no fueron evacuados, no pudieron huir y siguen sufriendo.

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En Port Arthur, Texas, las inundaciones provocadas por Harvey se tragaron las casas y los carros.

Como resultado, algunas personas encarceladas en las áreas más afectadas en las prisiones federales fueron dejadas a su buena suerte en sus celdas para enfrentar las inundaciones, la escasez de agua y los cortes de energía. Si los informes de los miembros de la familia y seres queridos de las personas en estas instalaciones son precisos, sus condiciones de vida violaron la prohibición constitucional contra el castigo "cruel e inusual".

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En marcado contraste, el pueblo estadounidense, que tiene un gran corazón y es compasivo, ni siquiera permitió que los animales en cautiverio fueran abandonados a esa suerte. Los zoológicos fueron responsablemente atendidos u obedientemente evacuados. Los refugios de animales abogaban por la seguridad de los perros y gatos callejeros. Cientos de caballos en Florida fueron reubicados. Los delfines fueron transportados por vía aérea a lugares seguros.

Los estadounidenses comprendieron de inmediato que los animales enjaulados no pueden escapársele al peligro cuando llega un huracán. Este heroísmo era necesario, justificado y digno de alabanza. Después de todo, salvar vidas es lo que se supone que debemos hacer durante una crisis.

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El gobierno federal debe aprender del ejemplo del pueblo estadounidense. Las autoridades penitenciarias federales tienen a seres humanos bajo su cuidado y custodia que son igualmente incapaces de huir. Cualquiera que sea su delito, un jurado estadounidense nunca condenaría a nadie a ser privado de medicamentos, comida o agua durante semanas o a morir en una inundación. A medida que los fenómenos meteorológicos extremos, como las oleadas de calor y los huracanes, se vuelvan más comunes, todos los niveles de gobiernos deben desarrollar planes de sentido común para proteger mejor a aquellos a quienes encierran.

Manatíes fueron rescatados luego de quedar varados cerca del condado de Sarasota luego de que el huracán Irma absorbiera el agua a lo largo de las bahías de la costa de la Florida.

El statu quo no está funcionando, no especialmente a nivel federal. Cuando el huracán Harvey se abalanzó sobre la región del Gran Houston, las 2.109 personas que estaban en una prisión federal en Beaumont (Texas) no tuvieron suerte. Las autoridades federales los dejaron a su suerte en espera de la tormenta. Varios prisioneros le dijeron a sus familiares que estaban atrapados en sus celdas mientras el agua subía por encima de sus tobillos y el olor de las aguas residuales que salían de los retretes crecía tan intensamente que tenían que envolverse toallas en la nariz sólo para quedarse dormidos. Funcionarios de prisiones federales controvierten las afirmaciones sobre las inundaciones en las celdas.

De acuerdo con un reciente informe de Prison Legal Advocacy Network, durante dos semanas, las personas que viven en la Penitenciaría de Estados Unidos de Beaumont han seguido sufriendo por inadecuados suministros de agua y alimentos. Hemos oído hablar de primera mano de personas que orinan y defecan en bolsas de plástico para preservar el agua en el retrete de su celda para beber. El Buró Federal de Prisiones le dijo a The Houston Chronicle que debido al agua limitada en la ciudad, están dependiendo de las reservas hídricas y suministrando agua embotellada.

Algunos presos también le han dicho a familiares que no han podido recibir medicamentos, a pesar de las garantías del Buró Federal de Prisiones de que las personas en esa prisión están recibiendo un acceso de 24 horas diarias a cobertura médica.

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Esta es la cuestión. En Texas y en Florida, tanto las cárceles del condado como las prisiones estatales lograron evacuar a la mayoría de las personas a su cargo. Incluso SeaWorld y Busch Gardens tenían sólidos planes de emergencia para asegurarse de que su personal y animales se trasladaran a algún lugar seguro, o al menos tuvieran agua, comida y medicamentos adecuados.

No es una ciencia exacta. Sabemos que se puede hacer. Pero al parecer el Buró Federal de Prisiones ni siquiera se molestó. En nuestro país seguimos el Estado de Derecho. Los fundadores prohibieron el "castigo cruel e inusual" por una razón. Y es cruel abandonar a los seres humanos a que enfrenten condiciones que ningún estadounidense permitiría que un caballo o un perro sufrieran.