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Huracán María

María

La lucha desesperada de los puertorriqueños por conseguir efectivo

Por Patrick Gillespie, Jill Disis

(CNNMoney) -- En Puerto Rico, los sobrevivientes del huracán María están luchando desesperadamente por cosas imprescindibles para vivir: comida, agua, combustible... y dinero en efectivo.

Los bancos están cerrados o se están quedando sin dinero. Muchos cajeros automáticos ya no tienen billetes.

Una semana después de la tragedia, al menos la mitad de las oficinas bancarias siguen cerradas, según Zoime Alvárez, vicepresidente de la Asociación de Bancos de Puerto Rico.

¿La razón? No hay suficientes conductores para transportar dinero en efectivo en carros blindados hasta cajeros automáticos independientes de las oficinas.

“No podemos transportar efectivo hasta los cajeros si no tenemos suficiente seguridad para hacerlo”, dice Álvarez.

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Puertorriqueños hacen fila en un cajero automático para retirar dinero en San Juan.

Y eso no es todo. Por los apagones generalizados, las oficinas bancarias están funcionando gracias a plantas eléctricas. Los bancos no han podido volver a poner en línea sus programas de seguridad. Los empleados bancarios no tienen suficiente gasolina para ir en sus coches a trabajar. No hay transporte público.

El Banco Popular, uno de los bancos más importantes de Puerto Rico, le dijo a CNNMoney este miércoles que solo 57 de sus 169 sucursales estaban abiertas. Y solo 150 de sus 600 cajeros automáticos funcionan.

“Nos tomará un tiempo. Ha sido un gran golpe”, dice Ignacio Álvarez, presidente del Banco Popular.

La cuestión es esta: Puerto Rico tiene muchas divisas. En realidad, las instalaciones gubernamentales están llenas de billetes. Pero sacar el efectivo de los lugares donde está almacenado, para llevarlo a sucursales bancarias y cajeros automáticos, se ha vuelto extremadamente difícil.

Y el Banco Popular dice que existe otro problema: encontrar guardias de seguridad privados que puedan cargar máquinas en supermercados y otros lugares que no están necesariamente en una sucursal bancaria.

El CEO del Banco Popular dice que los guardias de seguridad han estado muy ocupados con otras necesidades de la isla, tras el devastador paso del huracán.

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Este es el panorama en el aeropuerto de San Juan.

A esto se suma que muchos supermercados y estaciones de gasolina solo están aceptando efectivo porque los sistemas de las tarjetas de crédito no funcionan, por falta de luz. La Reserva Federal de Nueva York, que provee de billetes a la isla, dijo este miércoles que “la demanda por efectivo es extremadamente alta”.

Los habitantes esperan en largas filas, de varias cuadras, para abastecerse de combustible. Las otras filas larguísimas que se ven ahora en Puerto Rico son alrededor de supermercados y bancos, con personas que tratan de conseguir comida o efectivo, o ambas cosas.

Ana Ramos, retirada, esperó durante horas en una fila para ponerle 20 dólares de gasolina a su coche, este miércoles. Se puso muy mal cuando supo que tal vez tenga que hacer una fila igual o más larga en un cajero automático, en los próximos días.

“Estoy abrumada”, dijo Ramos llorando. “Debo esperar haciendo fila en un cajero porque ya no tengo dinero”.

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Las filas para llenar un bidón de combustible pueden durar hasta seis horas.

El Banco Santander afirmó que ya estaba en capacidad de abrir algunas oficinas, incluyendo unas en el sur, el oeste y en su ubicación principal: San Juan.

“El banco tiene suficiente efectivo para suplir la demanda actual y estamos trabajando para abrir pronto más oficinas y cajeros”, dijo Ann Davis, vocera del Santander.

Desafortunadamente, la gente de la isla necesita el efectivo ahora. En este momento.

Edna Escabi trató de usar dos cajeros del Banco Santander en el aeropuerto de San Juan este martes en la noche, donde estaba varada por las cancelaciones de vuelos.

No tuvo suerte: los dos cajeros se habían quedado sin dinero. Y tenía menos de 5 dólares en el bolsillo.

“Estoy muy molesta, estoy muy nerviosa, he llorado mucho”, dijo Escabi, una mujer retirada que vive en Phoenix, Arizona. “Ni siquiera una película podría mostrar por lo que hemos pasado”.