Nota del editor: Samanta Vinograd es analista de seguridad nacional de CNN y fue presidenta del Consejo de Seguridad Nacional del gobierno Obama entre 2009 y 2013.
(CNN) – Reunirse con el presidente de Rusia, Vladimir Putin, es la decisión presidencial que debe seguir Donald Trump. La Casa Blanca y el Kremlin indicaron que los dos líderes se reunirán esta semana.
Si Trump pierde la oportunidad de relacionarse apropiadamente con el presidente de Rusia, podría poner en un riesgo aún mayor a Estados Unidos en varios frentes, incluyendo Rusia, Corea del Norte y el efecto secundario de un conflicto entre Arabia Saudita e Irán.
Después de trabajar varias reuniones bilaterales, puedo decir que los presidentes no siempre están complacidos y no siempre es fácil. Trabajé para dos presidentes —uno republicano y otro demócrata— y nos preparábamos para cada reunión identificando las áreas positivas para discutir así como para las aparentemente intratables (en este caso podría ser por ejemplo la interferencia rusa en las elecciones, su anexión a Crimea, etc.). Una reunión con el presidente Putin, sin dudas, será más intensa sobre este último, pero hay algunas áreas de cooperación que pueden ayudar a equilibrar las cosas.
No queremos otro ataque ruso
La seguridad nacional de Estados Unidos ha sufrido por la respuesta inapropiada que el gobierno le ha dado al ataque ruso directo a nuestras instituciones democráticas en las elecciones de 2016. Esto sin mencionar campaña de guerra de información que manipula los anuncios en internet y usa ataques de bots para sembrar división en el electorado estadounidense. El presidente Vladimir Putin soportó algunas amonestaciones menores —algunos diplomáticos fueron expulsados y algunas propiedades rusas fueron incautadas—, pero las respuestas de Estados Unidos son desproporcionadamente débiles, dada la escala del ataque ruso.
El proceso de implementación de las sanciones bipartidistas que el Congreso aprobó a mediados de este año, que finalmente empezarán a enviar un mensaje claro de que las acciones de Rusia tienen consecuencias, está retrasado. Esta inactividad deja la puerta abierta para que Putin ataque a Estados Unidos de nuevo, y las elecciones de 2018 no están lejos.
De hecho, Putin no tiene razón para no atacar a Estados Unidos de nuevo en la era digital.
Cuando el presidente Trump llegó a su cargo en la Casa Blanca, juró “preservar, proteger y defender la Constitución de los Estados Unidos”. Prevenir otro ataque a nuestras instituciones democráticas sería parte de la promesa de mantener su juramento. Él necesita decirle a Putin en privado que implementará las sanciones a tiempo, y si Putin ataca de nuevo, habrán más.
Y aunque los patrones de comportamiento de Trump hacen que esto sea poco probable, ese el enfoque político correcto.
Si Trump no logra imponer claras repercusiones para los ataques rusos, también estaría exponiendo a Estados Unidos a un riesgo más grande por parte de Corea del Norte. Si ni siquiera nos levantamos contra los rusos después de que nos atacaron en nuestra casa, Kim Jong-un no podrá creer que Estados Unidos está dispuesto a cumplir con la amenaza de Trump de “destruir totalmente” su país si llegase a atacar a Estados Unidos.
Es un mensaje peligroso para enviarle a un líder como Kim, que ha amenazado con lanzar misiles directamente a los Estados Unidos y que tiene capacidades reales de guerra cibernética.
Rusia no quiere otra guerra en el Medio Oriente
Pero hay un área de cooperación potencial en la que Trump y Putin pueden trabajar: sorprendentemente es el Medio Oriente. Ni Estados Unidos ni Rusia quieren ver otra crisis en el Medio Oeste. La lucha en Siria, Iraq y Yemen está en curso, amenazando más vidas y gastando más tiempo, atención y recursos de Estados Unidos y Rusia.
Después de que los rebeldes apoyados por Irán dispararan un misil en Riad durante el fin de semana, una confrontación entre Arabia Saudita e Irán es cada vez más probable. Putin acabó de llegar de Irán y el rey de Arabia Saudita acabó de visitar Moscú donde firmó un documento de entendimiento para comprar un sistema de antimisiles ruso.
Sabemos que a Putin le gusta sentirse importante y poderoso, y que el presidente Trump puede jugar en los deseos de Putin para cumplir ambas cosas al acordar trabajar juntos para resolver esta crisis y al pedirle a Putin que hable con los líderes de ambos países para hacer un llamado a la moderación.
Esta vez tenemos un objetivo compartido: prevenir otra guerra.
No es un secreto que el presidente Barack Obama y el presidente Putin tenían una relación tensa, o que Obama y el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, tenían sus diferencias. Pero como lo que estaba en juego era tan grande, el Consejo de Seguridad Nacional preparó cuidadosamente al presidente Obama para usar estas reuniones para ser sincero sobre la posición de Estados Unidos en toda una gama de problemas entre ambos países.
Una reunión bilateral entre Trump y Putin también va a requerir de mucho trabajo: análisis de lo que realmente quiere Putin, puntos de conversación cuidadosamente elaborados que hablan de la perspectiva del mundo de suma cero en la Guerra Fría de Putin, y la moderación para no dejarse llevar por cualquier trampa sutil. Nuestra seguridad nacional depende de eso.