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Donald Trump

Donald Trump

El comportamiento de Trump genera preguntas sobre su competencia

Por análisis de Stephen Collinson

(CNN) – Potencialmente, el presidente de Estados Unidos Donald Trump tiene en sus manos el destino de millones de vidas, mientras la amenaza de una guerra devastadora con Corea del Norte se intensifica rápidamente.

Aún así, con una secuencia de insultos, tuits incendiarios y comentarios bizarros, el mandatario continúa provocando dudas sobre su temperamento, juicio y comprensión frente a la resonancia global que tiene su voz.

Este miércoles, Trump causó indignación y desató temores sobre posibles represalias violentas contra Estados Unidos y contra los intereses del país en el extranjero. El mandatario decidió replicar en su cuenta de Twitter videos antimusulmanes explícitos, que fueron difundidos por un grupo británico de odio y de extrema derecha. Pero hay más: Trump también ha atacado la libertad de prensa, después de intimar con los autócratas en su reciente gira por Asia.

En tiempos normales, resultaría preocupante que el presidente se comportara de esta manera, tan alejada del decoro y la decencia asociada por más de dos siglos al cargo que él ostenta.

Pero la repentina escalada de la crisis con Corea del Norte, tras el lanzamiento de su misil más potente hasta ahora, lleva al mundo ante la posibilidad de cruzar un umbral peligroso.

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Si la diplomacia falla en ponerle un alto a la crisis de Corea del Norte –o en reducir la velocidad hasta el momento en que Kim Jong Un pueda afirmar de manera creíble que tiene una carga nuclear para atacar a todo Estados Unidos–, Trump enfrentará uno de los dilemas más complejos para cualquier presidente moderno. ¿Vivirá con la amenaza de un adversario volátil y extremadamente impredecible? ¿O lanzará lo que podría convertirse en una enorme guerra sangrienta y destructiva para eliminar la amenaza nuclear de Kim?

Habrá un gran escrutinio sobre el juicio de Trump, así como frente a su capacidad para absorber los detalles más graves y tomar decisiones que podrían poner en riesgo a muchas, muchas vidas y llevar a Estados Unidos a situaciones de intensidad en el noreste de Asia. Al hoy presidente se le exigiría que dejara de ser la personalidad política fanfarrona –que no ha querido abandonar como mandatario– para convertirse en un estadista sobrio, que pueda unificar al país y a sus aliados.

Verdades alternativas

Durante años, viviendo bajo el resplandor de los tabloides de Nueva York, Trump se refugió en verdades alternativas muy convenientes. Así construyó su propia versión de la realidad y promovió activamente las teorías de la conspiración. Incluso, ha mantenido ese comportamiento como candidato y presidente. Pero, el hecho de que tal conducta coincida con lo que podría convertirse en una gran crisis mundial, obligará a su personal, a otros líderes globales, a los medios de comunicación y al público a luchar con las consecuencias.

Esa es la razón por la que este momento llegaría a ser mucho más significativo que los anteriores meses poco ortodoxos y nada convencionales de su presidencia hasta ahora. Y también implica que es justo hacer preguntas sobre su estado mental cuando, por ejemplo, retuitea videos explosivos de dudosa autenticidad presentados el grupo nacionalista de extrema derecha Britain First, como lo hizo este martes.

James Clapper, exdirector de Inteligencia Nacional de Estados Unidos, aseguró este martes en el programa “New Day” de CNN que este comportamiento de Trump le resultaba perturbador, “especialmente cuando lo imagino a él haciendo eso dentro del contexto de Corea del Norte, cuando la moderación, templanza y pensamiento son críticos”.

Durante meses, las conversaciones sobre la idoneidad y el estado mental de Trump se han difundido en Washington. De hecho, han sido intensificadas por los comentarios del senador republicano Bob Corker, quien advirtió que el presidente podría provocar la Tercera Guerra Mundial.

Por su parte, el también senador republicano Jenn Flake señaló este miércoles que estaba “desconcertado” con el más reciente comportamiento de Trump, después de que leyó sus últimas publicaciones en Twitter. “Es muy inapropiado. ¿Por qué? ¿Qué consigue con eso? Estoy teniendo dificultades para entenderlo”, indicó el congresista y añadió que comenzaría en el Senado una serie de discursos sobre el irrespeto de Trump por la verdad.

Destrozando la convención

Trump siempre ha destruido las convenciones: no le ha importado difundir tabúes raciales, culturales y de comportamiento. Eso quedó en evidencia, por ejemplo, con su respuesta a las protestas en Charlottesville y a su disposición para explotar los ataques terroristas en otros países con la intención de impulsar sus políticas de inmigración. Pero algunos observadores cercanos del presidente dicen creer que en las últimas semanas ha sido peor.

Independientemente de lo que esté causando esta situación, para algunos de los compañeros republicanos de Trump es preocupante el efecto que pueda llegar a tener su conducta. “Creo que es riesgoso”, señaló el senador por Dakota del Sur John Thune este miércoles en conversación con la presentadora de CNN Dana Bash. “A la luz de lo que está sucediendo en el mundo en este momento, y las cosas que estamos tratando de lograr, y las amenazas y los adversarios que enfrentamos, creo que es importante que nuestro líder, nuestro comandante en jefe, establezca un tipo de tono que sea moderado”, explicó Thune.

En últimas, el comportamiento de Trump está llevando a que sea muy difícil para otros líderes mundiales –a quienes necesitará en tiempos de crisis– poder mantenerse a su lado.

En Gran Bretaña, el aliado más cercano de Estados Unidos, hubo indignación por los videos que Trump retuiteó. En esa línea, la primera ministra Theresa May, quien luchó por forjar un vínculo con el presidente a pesar de su profunda impopularidad en el país británico, quedó en una situación política muy difícil.

Al final, la reciente conducta desenfrenada del mandatario también deja al público con serias preguntas por considerar: por ejemplo, acerca su preferencia en muchas ocasiones por teorías de conspiración sobre la verdad objetiva.

Pero su hábito de crear realidades alternativas y deteriorar la confianza podría volver a perseguirlo.