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Donald Trump

Donald Trump

Las victorias de Trump en política exterior

Por Peter Bergen

Nota del editor: Peter Bergen es analista de seguridad nacional para CNN, vicepresidente de New America y profesor de práctica en la Universidad Estatal de Arizona. También es el autor de "United States of Jihad: Investigating America's Homegrown Terrorists".

(CNN) – Algunos de los críticos más feroces de la política exterior liderada por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, son reconocidos pensadores y escritores republicanos, como los historiadores militares Max Boot y Eliot Cohen, junto a Michael Gerson, quien fue el principal redactor de discursos del exmandatario George W. Bush.

En los diarios The Atlantic y The Washington Post ellos han descrito a Trump como “totalmente incompetente” (Boot) y se han calificado su política exterior de estar definida por “errores, descuido, incomprensión y terquedad” (Cohen). Y eso que se trata de reseñas planteadas por sus colegas republicanos.

(Crédito: AP Photo/Carolyn Kaster)

Pero lo que los críticos no reconocen, es que Trump y su equipo de seguridad nacional sí han logrado algunas victorias en política exterior durante este año. Éxitos que a veces resultaron opacados por la afición de Trump a la burla, la fanfarronería y la beligerancia. (Y no me refiero a los triunfos que se atribuye el presidente, como la prohibición de viajar, cuyos efectos a la hora de contener el terrorismo en Estados Unidos probablemente serán insignificantes).

Línea roja

La primera victoria es que Trump impuso una verdadera "línea roja" contra el uso de gases neurotóxicos en Siria por parte del régimen de Bashar al Assad, algo que el expresidente Barack Obama fracasó en lograr. El 4 de abril de 2017, el gobierno de Al Assad atacó con sarín, un gas tóxico, a los civiles en la ciudad de Khan Sheikhoun, controlada por los rebeldes. Más de 80 personas murieron.

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Trump se refirió al ataque como “una afrenta a la humanidad” y señaló que este hecho “cruzó muchos límites para mí. Cuando matas a niños inocentes, bebés inocentes… eso cruza muchos, muchos límites, más allá de una línea roja”.

Dos días después del bombardeo químico, buques de guerra estadounidenses lanzaron 59 misiles de crucero Tomahawk, contra una base aérea siria. Se trató de la primera acción militar directa que Estados Unidos lanzó contra el régimen de Al Assad. Desde que Trump ordenó esos misiles, el líder sirio no ha vuelto a usar armas químicas contra sus habitantes.

Evidentemente, una ráfaga de ataques con misiles de crucero no constituye una estrategia para Siria y tampoco están claros los planes precisos de Trump en este país a futuro. Al menos no públicamente. Lo que sí está claro es que ISIS está prácticamente derrotado del todo en Siria y la mayoría de sus refugios en Iraq también fueron eliminados.

Más estabilidad en Iraq y Afganistán

Como resultado de la derrota de ISIS en Iraq, el país se encuentra más estable de lo que ha sido durante más de tres años. A fines de agosto pasado, Trump anunció un plan para llevar un mínimo de estabilidad a Afganistán, donde los talibanes han afirmado tener más control durante el último año más o menos. Además de enviar una pequeña oleada de varios miles de soldados más a esta nación, Trump dejó claro que el compromiso de Estados Unidos con Afganistán es a largo plazo.

La gran apuesta

Por muy importantes que sean, estos éxitos no equivalen a una reivindicación de toda la política exterior de Trump. De hecho, aún quedan muchas preguntas abiertas sobre su enfoque del mundo.

En Medio Oriente, Trump ha hecho una gran apuesta por el príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohammed bin Salman, de 32 años. MBS, como es ampliamente conocido, lanzó su “Visión 2030”, un plan ambicioso para lograr que la economía de su país deje de depender totalmente del petróleo y para terminar con el Estado casi socialista, en el que la mayoría de saudíes trabajan para el Gobierno y no pagan impuestos, a cambio de atención médica y educación gratuita.

Al mismo tiempo, MBS abandonó la política exterior tradicionalmente conservadora de Arabia Saudita, cuando decidió lanzar una guerra en Yemen –que se ha convertido en un fiasco– y bloquear al vecino Qatar, enfrentamiento que no tiene un final a la vista.

No es claro cómo resultará la gran apuesta de Trump por MBS, pero el hecho es que Trump acogió al joven príncipe desde el principio de su gobierno. Y durante este año, MBS ha acumulado grandes cantidades de poder en una nación que resulta un aliado clave para Estados Unidos.

Semejanzas con Obama

Trump suele subrayar sus amplias diferencias con Obama, pero en el terreno de la seguridad nacional hay, de hecho, importantes continuidades entre los dos gobiernos.

Trump ha continuado con la doctrina de Obama de evitar grandes guerras en el Medio Oriente. Además, el equipo del hoy presidente también ha mantenido gran parte de la arquitectura antiterrorista desarrollada durante el mandato de su predecesor. Aquí está incluido el enfoque general de la guerra contra ISIS en Iraq y Siria, así como su dependencia de las Fuerzas de Operaciones Especiales y de los drones, en lugar de las fuerzas convencionales a gran escala para lograr los objetivos militares estadounidenses.

El propio Trump puede ser amable con el presidente de Rusia, Vladimir Putin, pero su equipo de seguridad nacional tiene muchas de las mismas posiciones que Obama frente a Moscú. La estrategia de seguridad nacional de Trump, publicada el pasado 18 de diciembre, establece que Rusia está "utilizando herramientas de información en un intento por socavar la legitimidad de las democracias" y también critica la agresión rusa contra sus vecinos.

Corea del Norte y China

A pesar de la retórica belicosa de Trump, Corea del Norte continúa avanzando en su programa de armas nucleares. El gobierno de Trump, así como el de Obama, espera que China influya en Kim Jong-un para que tenga un comportamiento responsable y también aumente las sanciones contra su régimen.

Además, como ocurrió durante la presidencia anterior, a la Estrategia de Seguridad Nacional de Trump le inquieta que China “esté construyendo el ejército más capaz y mejor financiado del mundo, después del nuestro”. La respuesta de Obama al expansionismo chino en Asia fue el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, por sus siglas en inglés), un pacto comercial entre una docena de países que excluye a China. Del mismo que, a pesar de las preocupaciones de su equipo de seguridad nacional, Trump decidió retirarse.

Victorias y fracasos

Sin duda, el gobierno de Trump ha sufrido algunos fracasos autoinflingidos en la política exterior, como retirarse del TPP y, más recientemente, reconocer a Jerusalén como la capital de Israel, en lugar de Tel Aviv.

El gobierno de Trump no aseguró ningún tipo de concesión por parte de los israelíes –como el compromiso de congelar la construcción de asentamientos en áreas palestinas de Jerusalén Este–, a cambio del polémico regalo.

Pero el hecho es que el mandato de Trump ha ayudado a acelerar la desaparición de ISIS, reduciendo el alcance de la amenaza terrorista que plantea esta organización criminal.

Simultáneamente, Trump empezó un plan en Afganistán que reduce la posibilidad de que el país vuelva a caer en un estado anárquico propicio para que grupos como ISIS obtengan una gran presencia allí.