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Bebida

Lo que el exceso de alcohol le hace a tu salud (además del malestar al otro día)

Por Sandee LaMotte

(CNN) – Muchos de nosotros bebemos. Y una gran cantidad lo hacemos en exceso.

A nivel mundial, todas las personas mayores de 15 años consumen 13,5 gramos de alcohol puro cada día, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Pero, considerando que casi la mitad del mundo no bebe, la otra mitad se está tomando su parte. Literalmente.

Aunque la mayoría de los países beben licor, en Estados Unidos prefieren la cerveza. The Beverage Marketing Corp rastrea estas cifras: en 2017, cada estadounidense con edad para beber tomó cerca de 102,2 litros de cerveza (o 216 pintas), 9,8 litros de de vino y 8,3 litros de licores.

Pero los estadounidenses son un peso liviano en el consumo de alcohol a nivel mundial, como lo revelan las cifras de la OMS. Los países de Europa del Este: Lituania, Belarús, República Checa, Croacia y Bulgaria llevan la delantera entre los que más beben.

De hecho, al medir los litros consumidos por cualquier persona mayor de 15 años, Estados Unidos ocupa el puesto 36 en la categoría de los países más borrachos. Austria ocupa el sexto lugar, Francia el noveno e Irlanda 15 –sí, ellos beben más cerveza–, mientras que el Reino Unido ocupa el puesto 18.

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¿Quiénes beben menos? Los países árabes de Medio Oriente.

Pero, además de las cifras sobre el consumo, ¿cuál es el daño que el alcohol le hace a tu salud? Esto es lo que dice la ciencia sobre los inconvenientes de tomarte uno o dos tragos.

Contando calorías

Incluso si no estás preocupado por tus medidas, podrías sorprenderte con la cantidad de calorías vacías que le entregas a tu cuerpo durante una noche de copas.

Las calorías suelen definirse por una bebida “estándar”. En Estados Unidos eso es cerca de 14 gramos de alcohol puro, que puede cambiar depediendo del tipo de licor que tomes.

Por ejemplo, una bebida estándar de cerveza es una lata de 355 mililitros (12 onzas). Para el licor de malta, es de 251 mililitros (8 a 9 onzas líquidas). Una bebida estándar de vino tinto o blanco es de aproximadamente 148 mililitros (5 onzas líquidas).

Lo que se considera una bebida estándar continúa disminuyendo a medida que aumenta el contenido de alcohol. Pero, ¿qué pasa si eso cambia? Usemos la cerveza como ejemplo.

La cerveza ligera solía contener unas 100 calorías, mientras que una cerveza regular estaba en el promedio de 153 calorías por cada lata o botella de 354 mililitros (12 onzas). Eso es igual a dos o tres galletas Oreo de chocolate.

Pero, en últimas, las calorías de la cerveza dependen tanto de la cantidad de alcohol como del nivel de carbohidratos. Entonces, si te gustan las populares cervezas artesanales –que por lo general tienen carbohidratos extra y un mayor contenido de alcohol– estarías enfrentándote a una mina de calorías en cada lata.

Digamos elegiste una API de alta calificación, como Sierra Nevada Bigfoot (9.6% de alcohol) o Narwhal (10,2% de alcohol): te estás tomado entre 318 y 344 calorías, casi tanto como una hamburguesa de queso de McDonald's. Pero, ¿bebiste solo una?

Si lo mides correctamente, el vino blanco tiene aproximadamente 120 calorías por cada 147 mililitros (5 onzas) y el rojo 125 calorías. Ahora, si llenas el vaso hasta el borde, puedes duplicar fácilmente esas cantidades.

¿Licor? La ginebra, el ron, el tequila y el whisky te suman 97 calorías por cada 44,3 mililitros (1,5 onzas), pero eso es sin mezcladores o pasantes. Una margarita en promedio contiene 168 calorías, mientras que una piña colada puede alcanzar las 490 calorías, casi lo mismo que una hamburguesa cuarto de libra de McDonald’s.

Y no son sólo las calorías: el alcohol también afecta el autocontrol, lo que puede resultar en que comas en exceso. Un estudio publicado en 1999 descubrió que las personas ingerían más alimentos cuando bebían un aperitivo antes de la cena que cuando no lo hacían.

Además, el excesivo consumo de alcohol y las borracheras estarían relacionadas con la obesidad. Y eso es un problema. El número de bebedores compulsivos –definidos como cinco o más tragos para los hombres y cuatro o más tragos para las mujeres en un par de horas al menos una vez al mes– ha estado aumentando en Estados Unidos.

El alcohol, por supuesto, no tiene ningún valor nutricional e incluye 7 calorías por cada gramo, más que las proteínas e incluso los carbohidratos, que tienen 4 calorías. La grasa tiene 9 calorías por gramo.

Enfermedades cardíacas y cáncer

La sabiduría que ha prevalecido por años dice que beber con moderación –es decir, una bebida “estándar” por día para las mujeres y dos para los hombres– puede reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares. Sin embargo, estudios recientes han puesto en duda esa larga creencia. Ahora la ciencia explica que eso depende de tu edad y de tus hábitos con el alcohol.

Un estudio de 2017, que evaluó a casi 2 millones de británicos sin riesgo cardiovascular, encontró que todavía existe un modesto beneficio en beber con moderación, especialmente para las mujeres mayores de 55 años que se tomaban cinco tragos a la semana. ¿Por qué específicamente esa edad? Según los expertos, el alcohol puede alterar el colesterol y la coagulación en la sangre de manera positiva y esa es la edad en que los problemas del corazón empiezan.

Para todos los demás, el pequeño beneficio para el corazón sólo fue evidente cuando las bebidas se tomaron espaciadas durante la semana. El alto consumo durante una sola sesión o el exceso de alcohol se ha relacionado con ataques cardíacos.

Sin embargo, en general, el pensamiento más reciente es que cualquier beneficio en el corazón que pudiera generar el alcohol, puede ser superado por otros riesgos para la salud, como la hipertensión, pancreatitis, ciertos cánceres y daño hepático.

Las mujeres que beben también tienen un mayor riesgo de sufrir cáncer de mama: el alcohol contribuye con cerca del 6% del riesgo general, posiblemente porque aumenta ciertas hormonas peligrosas en la sangre. Tomar también puede aumentar la probabilidad de desarrollar cáncer de intestino, de hígado y de boca.

Diabetes

El vínculo entre el alcohol y la diabetes es complicado. Los estudios demuestran que beber moderadamente durante tres o cuatro días a la semana puede, de hecho, reducir el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2. Sin embargo, beber en exceso aumenta el riesgo. Demasiado alcohol inflama el páncreas, órgano responsable de secretar la insulina para regular los niveles de azúcar en tu cuerpo.

Si tienes diabetes, el alcohol puede interactuar con varios medicamentos. Si tomas insulina o cualquier píldora que estimule la liberación de la misma, el alcohol puede provocar hipoglicemia, es decir un nivel de azúcar peligrosamente bajo en la sangre, porque el alcohol también estimula la liberación de insulina. Es por eso que los expertos recomiendan nunca beber con el estómago vacío. Puedes tomar durante una comida o al menos con algunos carbohidratos.

Y, por supuesto, como el alcohol se elabora fermentando azúcar y almidón, está lleno de calorías vacías, lo que contribuye a la obesidad y la diabetes tipo 2.

El estado de ánimo y la memoria

Como el alcohol es un depresor, beber puede disminuir tu estado de ánimo. Aunque tal vez este efecto no parezca evidente mientras “festejas” tus inhibiciones, en realidad es la bebida afectando la parte del cerebro que controla nuestras acciones. Entre más tomes, dicen los expertos, mayor poder tendrán tus emociones negativas como la ansiedad, la ira y la depresión.

Es por eso que beber en exceso o beber mucho durante un solo día está asociado a niveles más altos de depresión, autolesiones, suicidio y conductas violentas.

El consumo excesivo de alcohol también se asocia con la incapacidad de recordar lo que sucedió mientras estabas borracho. Esta pérdida de memoria pueden variar desde pequeños borrones de memoria, como olvidar un nombre, hasta incidentes más graves, como olvidar toda una tarde.

El alcohol provoca este efecto al disminuir la actividad eléctrica de las neuronas en tu hipocampo, la parte del cerebro responsable por crear los recuerdos a corto plazo. Sigue bebiendo en exceso y podrás dañar permanentemente el hipocampo y desarrollar problemas de memoria cognitivos sostenidos.

La manera en que luces

Por último, pero no menos importante, es que el alcohol puede afectar tu aspecto. Primero, te deshidrata. Eso puede producir que tu piel luzca reseca y arrugada. También está relacionado con la rosácea, una condición de la piel que causa enrojecimiento, granos e hinchazón en la cara.

Además, ¿sabías que puedes apestar mientras bebes? Durante el tiempo en que tu hígado procesa una sola bebida –que es en promedio una hora pero varía para todos– parte de ese alcohol sale de tu cuerpo a través de la respiración, la orina y el sudor.

Otra razón por la que beber puede afectar tu aspecto tiene que ver con el sueño. Aunque incluso un poco de alcohol puede ayudarte a conciliar el sueño rápidamente, a medida que el alcohol entra en el metabolismo y abandona el cuerpo, puedes sufrir el “efecto de rebote”. En lugar de quedarte dormido, el cuerpo entra en un sueño más ligero y la vigilia, que parece empeorar entre más se bebe. La falta de sueño resulta a ojeras, ojos hinchados y estrés.

Así que la próxima vez que vayas a un bar por una o dos copas, recuerda: podrías estar pagando un precio muy alto por toda esa diversión.

Mark Lieber de CNN contribuyó a este informe.