(CNN Español) – La primera Cumbre de las Américas fue en Miami, Estados Unidos, en 1994. Bill Clinton, entonces presidente de Estados Unidos, fue el anfitrión. Le siguieron las de Santiago (Chile), Quebec (Canadá), Mar del Plata (Argentina), Puerto España (Trinidad y Tobago), Cartagena de Indias (Colombia), Ciudad de Panamá (Panamá). Su octava edición se realizará este 13 y 14 de abril en Lima, Perú. ¿Han sido productivas estas reuniones continentales?
Si consideramos que las dos últimas ediciones de la Cumbre de las Américas, las realizadas en Colombia (2012) y Panamá (2015), culminaron sin una declaración conjunta final, la impresión que puede prevalecer es que estos eventos no son muy fértiles en cuanto a acuerdos y logros. Sin embargo, según expertos, esto no necesariamente es así.
El analista internacional Carlos Novoa asegura que el solo hecho de que los mandatarios se reúnan es un logro a destacar, además de la coordinación de agendas en común y las reuniones entre mandatarios y delegaciones.
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La falta de declaraciones finales en las más recientes ediciones de la Cumbre de las Américas, explica Novoa, se debe a que las distintas tendencias e intereses de los gobiernos hacen difícil arribar a consensos continentales.
Por su parte, Óscar Vidarte, internacionalista y profesor de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), considera muy probable que la Cumbre de las Américas siga la tradición iniciada en Colombia y Panamá y tampoco cierre con una declaración conjunta. Pese a ello, asegura que es posible ver el vaso medio lleno y no medio vacío.
“Así no haya un consenso final, estas cumbres sirven para conocer la posición de los países respecto a tal o cual tema y para coordinar entre países”, destaca Vidarte. En esa línea subraya que esta Cumbre de las Américas puede ser un escenario ideal para que el Grupo de Lima, 12 países de la región que cuestionan abiertamente al régimen de Nicolás Maduro en Venezuela, retome vitalidad y liderazgo en el tema.
La Carta Democrática
Una prueba de la importancia de las cumbres, más allá de que se alcance o no de declaraciones finales, es el encuentro que hubo entre Barack Obama y Raúl Castro en 2015. “Todos recordamos a la Cumbre de las Américas realizada en Panamá por eso”, cita Vidarte como ejemplo de la trascendencia de estos eventos.
Vidarte y Novoa coinciden en otro ejemplo de trascendencia de las cumbres de las Américas y tiene que ver con lo que Novoa llama “termómetro continental”. El tener a las máximas autoridades políticas en un solo lugar permite conocer hacia dónde va cada régimen, quienes coinciden entre sí y quiénes no. Vidarte recuerda lo ocurrido en la Cumbre de las Américas de 2005, en Mar del Plata. Asegura que en la ciudad argentina hubo “un antes y un después” en la relación de la región con Estados Unidos.
“Hasta entonces éramos una región que se había alineado bastante con las políticas de Estados Unidos, pero desde ahí podemos hablar de un eje Brasilia y hasta un eje Caracas”, señala Vidarte. “Esa cumbre reflejó los cambios que la región estaba viviendo en el campo político y en relación con la potencia mundial”, agrega el experto. “La cumbre no tuvo resultados claros, pero reflejó cambios políticos en la región, para bien o para mal”, señala.
Novoa, también catedrático universitario y que ha cubierto como periodista diversas cumbres continentales, recuerda que fue en la Cumbre de las Américas de Quebec (2001), donde se comenzó a gestar la idea de la futura Carta Democrática, un instrumento que busca preservar los regímenes democráticos en los países americanos. Es más, para esta cumbre a realizarse en Lima, Novoa sugiere que debería estar en agenda “llamar la atención, criticar y castigar a los países que no cumplan con la Carta Democrática, como es el claro caso de Venezuela”.
“El tema en la última década del siglo XX era la construcción de un discurso en favor de la democracia en la región y eso se ve en la Cumbre de Quebec, que la tuvo como tema y cuya declaración final empleó Perú para retirarle la invitación a esta cumbre de Lima”, complementa Vidarte.
La Carta Democrática comenzó a gestarse en la Cumbre de las Américas de Quebec, en abril de 2001, y entró en vigencia en setiembre del mismo año.
El factor Trump
¿Para qué servirá esta cumbre en Lima, Perú? Si esta Cumbre de las Américas no llegase a tener una declaración final, ¿será trascendente y productiva?
Carlos Novoa considera que no es un buen año para la cumbre, toda vez que en 2018 hay elecciones presidenciales en varios de nuestros países. Aparte del cambio de gobierno ya ocurrido en Chile, acaba de haber comicios en Costa Rica y le seguirán los de Colombia (mayo), México (julio) y Brasil (octubre).
Más allá de eso, hay una presencia que, de confirmarse, garantizará el interés y una trascendencia inusual a esta reunión presidencial en Lima: la de Donald Trump.
Si Donald Trump participa en esta Cumbre de las Américas, sería la primera vez que visita Latinoamérica como presidente de Estados Unidos, aunque siempre ha habido un mandatario de EE.UU. en las cumbres anteriores.
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La relación entre los países de América Latina ha cambiado en comparación a la existente en la primera Cumbre de las Américas. “Sí, la cumbre nace impulsada por Estados Unidos, en un contexto en el que toda la región se alineaba con Estados Unidos”, recuerda Vidarte. “En ese entonces era el primer socio comercial de Latinoamérica, ahora para muchos países ya no, ahora es China”, agrega.
Aquí puede radicar la trascendencia de este evento que está por iniciar en pocos días en Lima. “Si Trump no viene, prácticamente estaría dejando los intereses de la región a China, creo que a Estados Unidos le debería preocupar eso, pero no sé si a Trump le interesa”, sostiene Vidarte. “Conociendo su personalidad, va a tratar de imponer ciertas posturas y ahí se va a ver lo que en política internacional se llama ‘realismo’: los países tienen intereses y no amigos”, concluye por su parte Novoa.