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Niños en cueva de Tailandia

Niños en cueva de Tailandia

Triunfo en Tailandia: ¿Cómo lograron los niños sobrevivir a 1.000 metros bajo tierra?

Por Guillermo Blanco

Salir de esa cueva fue un renacimiento para todos, para quienes estuvieron atrapados, para quienes los sacaron y para quienes desde una computadora, televisor o celular siguieron en tiempo real esta hazaña que todavía mantiene a muchos asombrados. Momentos de angustia, dolor e impotencia, pero también de solidaridad y esperanza surgieron a lo largo de las dos semanas que duró esta historia y que mantuvo atento al mundo entero.

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Como suele ocurrir en este tipo de acontecimientos, surgían más preguntas que respuestas. Lo primero que se les venía a la cabeza a muchos era: ¿saldrán vivos?, ¿cómo los sacarán? Ya afuera y con el conocimiento de las circunstancias tan extremas que experimentaron, nos cuestionamos: ¿hay alguna explicación lo suficientemente sólida para poder entender cómo lograron sobrevivir sin comer, tomando agua turbia, y además de todo esto, sin perder la cordura ante la oscuridad y silencio de esa cueva? Los expertos consultados por CNN nos explican.

El impacto en el cuerpo y la mente

Antes de dar respuestas a estas preguntas debemos entender que en momentos tan difíciles como el que vivieron estos niños y su entrenador hay dos tipos de impacto, uno fisiológico y el otro mental, y ambos están fuertemente ligados.

Comencemos con los efectos físicos. Aquí es destacado considerar que el buen estado físico de los niños además de su juventud fueron factores determinantes para sobrevivir. También es muy importante tener en cuenta las características del lugar donde se encontraban los niños: baja temperatura, con humedad y sin presencia de corrientes de aire. De acuerdo con información proporcionada por las autoridades tailandeses, el nivel de oxígeno al interior cayó hasta un 15%; de acuerdo con datos del Departamento del Trabajo de EE.UU., el nivel óptimo para el buen funcionamiento de un ser humano oscila entre el 19,5 y 23,5 %.

Es así que el cuerpo de manera gradual puede comenzar a registrar un deterioro que se manifiesta de la siguiente manera: el ritmo cardíaco se vuelve irregular y como resultado el número los latidos se reduce conforme pasa el tiempo; el sistema sensorial se altera ante la falta de estímulos; se atrofia la movilidad muscular, en particular, las extremidades; y el sistema inmune se torna más sensible a los patógenos, como nos explica la neumóloga María Franco:
"Recordar que la baja de oxígeno no ayuda para el sistema inmune; las temperaturas bajas no ayudan al sistema inmune, y además consideremos que estaban en una zona donde en las cavernas está presente la ectoplasmosis, un tipo de hongo que se puede inhalar a través de esporas y esto hace que se produzcan problemas respiratorios tanto infecciosos como alérgicos".

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La falta de alimento durante 9 días fue en su momento una de las preocupaciones más fuertes sobre la sobrevivencia de estos menores, pero por increíble que parezca, no es un factor de tanto peso, considerando algunas particularidades, como nos explica el pediatra Mario Reyes: " El efecto más importante a corto plazo es la hidratación, o sea, aparentemente tenían un poquito de reservas para unos cuantos días, y la hidratación y los electrolitos son lo más importante. Desde el punto de vista de nutrición el efecto no es tan importante. Por supuesto, ellos perdieron, creo que, en promedio 2 kilos. La nutrición no es tan importante porque son niños que están bien nutridos. Pero este es un grupo de muchachos que eran deportistas, que tenían una buena masa muscular, que su hígado estaba normal, que tenían buenas reservas de glucógeno en los músculos, en el hígado, y buenas reservas de proteínas".

Estos aspectos físicos no tienen tan asombrada a la comunidad científica, como lo es la capacidad y fortaleza mental que tuvieron los niños y su entrenador al interior de la cueva. ¿Cómo fue posible mantener tal claridad y paz para no derrumbarse ante la dificultad?
"Hay una conexión muy fuerte entre la mente y el cuerpo; hay muchos estudios que nos muestran como el estrés emocional tiene mucho que ver con las enfermedades físicas y en un problema de este tipo, tan severo, la mente, la fuerza de la mente tiene mucho que ver con que estos niños no se descompensaran más físicamente", asegura la psicóloga Ana Ojeda.

Como lo mencionábamos, los aspectos psicológicos ante una situación tan extrema, pueden presentarse de la siguiente manera: las emociones positivas como el entusiasmo, la atención o la misma determinación, o también puede llevar a la depresión. Además se ven dañadas las habilidades cognitivas, al caer la capacidad de concentración. Se registra una lenta respuesta a los estímulos externos y esto puede conllevar a una tensión entre los miembros del grupo. La sensación de confinamiento aumenta y manejar los sentimientos negativos se complica, lo que puede tener graves consecuencias en el grupo.

Por esta razón, asombra la habilidad de estos niños y su entrenador para no sucumbir ante las circunstancias y las emociones negativas que pudieron haberse dado en ese lugar y es cuando surge la pregunta ¿cómo lo lograron? La meditación podría ser la respuesta.

La fuerza podría estar en el cerebro

Ekapol Chantawong, apodado Aek, de 25 años, entrenador de los niños en el equipo Jabalíes Salvajes, aprendió la práctica de la meditación desde muy pequeño en un monasterio, y ese conocimiento pudo ser clave para sembrar en el grupo una actitud fuerte y positiva frente la adversidad que vivían. "La meditación se ha estudiado muchísimo, especialmente recientemente. Es lo que conocemos como mindfulness y se han encontrado muchos efectos positivos porque la meditación ayuda a que una persona cambie su reacción física a través de sentimientos, a través de cambiar los pensamientos", afirma la psicóloga Ana Ojeda.

En la oscuridad de esta cueva, Ekapol se convirtió en una auténtica luz para su equipo. "El hecho de que la sensación tan inmediata del cuerpo al respirar esté vinculada con la mente crea todo un efecto somático de aquietarte; a esto le llaman la tranquilidad somática que naturalmente se suscita cuando estás meditando; en este caso el entrenador paso un tiempo, en un monasterio y fue entrenado dentro de la escuela que se denomina Terabada. La escuela Terabada es una de las que más se especializa en el proceso de meditación Samata o el proceso de la meditación de tranquilidad; así pudo comunicarles a ellos, una actitud de tranquilidad", señala, Dharmachari Upekshamati, miembro de la orden budista Triratna radicado en Ciudad de México.

En hechos como este rescate con tanta presión encima, el poder de la mente es fundamental; el miedo que podría ser un factor en contra se puede convertir en un aliado, como nos detalla Fernando Álvarez, miembro del grupo rescatista Topos, surgido a partir de los terremotos de 1985 en México: "El poder de la mente puede ser entre vivir y morir y mantener la tranquilidad para hacer las cosas bien y evitar accidentes, infortunios, imprevistos, o darle incluso a la víctima la seguridad de que va a poder salir y pasarle esa tranquilidad. Tienes que llevarles la sensación de 'estoy aquí para ayudarte' y darles esperanza".

Un complicado camino a la libertad

A pesar de su corta edad, lograron lo que muchos pensaron no podrían: sobrevivir. Ante las imágenes de júbilo y alivio, la batalla a penas comienza como recuperarse físicamente y comenzar la valoración de los estragos emocionales que esta experiencia les ha dejado. Estos chicos han dado sus primeras declaraciones desde el hospital; todos se encuentra muy agradecidos con quienes los salvaron, aunque tal vez, fueron ellos mismos quienes lo hicieron, con su actitud y valentía.

"Pienso que van a salir muchachos muy fuertes, que nos enseñaron a todos, a todo el mundo, lo que es la actitud que cambia absolutamente el final de cualquier historia. Se trata de tu actitud ante el problema y este era un problema serio; los encontraron y el mundo se movilizó por ellos", afirma la psicóloga Ana Ojeda.

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Guillermo Blanco