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Medicina

Cómo un misterioso asesinato sin resolver cambió los frascos de las pastillas que tomas

Por Michael Nedelman

(CNN) – Primero fue una serie de muertes misteriosas en el área de Chicago durante el 29 de septiembre de 1982: un niño de 12 años en Elk Grove Village, un trabajador del Servicio Postal en Arlington Heights y una madre de cuatro en Winfield.

“No sabíamos lo que estaba sucediendo, pero todos creyeron que él murió por un ataque al corazón”, señaló Joseph Janus, hermano del empleado del Servicio Postal Adam Janus.

Pero él no fue la única víctima de su familia. Después de que los parientes llegaron para consolar a sus seres queridos, otro hermano de Adam, Stanley Janus, se tocó el pecho y cayó al suelo.

“Empezó a salir espuma de su boca”, relató Joseph. “Sus ojos estaban volteados”.

Las autoridades pusieron en cuarentena la casa y, sospechando que se trataba de un problema de salud, llamaron a la enfermera del pueblo para que buscara pistas relacionadas. Y ella descubrió una bastante reveladora: las víctimas habían tomado Tylenol. En la basura, encontró el recibo de un frasco que se había comprado esa mañana.

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“Tiene que ser el Tylenol”, recordó haber pensando en ese momento Helen Jensen, exenfermera Arlington Heights. “Hay algo mal con el Tylenol”.

Los “asesinatos con Tylenol”

Estos homicidios llegaron a ser conocidos como “los asesinatos con Tylenol”: siete personas, tres de ellas de la familia Janus, murieron por lo que los investigadores descubrieron eran cápsulas de Tylenol mezcladas con cianuro.

El cianuro es un veneno que bloquea la capacidad del cuerpo para usar el oxígeno, según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés). Se trata de una sustancia que afecta especialmente el corazón y el cerebro porque esos dos órganos utilizan mucho oxígeno, detalló la entidad.

“Su efecto es muy rápido. No hay duda de eso”, indicó el doctor Edmund Donoghue, quien trabajó en el caso como médico forense adjunto del condado de Cook.

En su forma de cristal sólido, el cianuro puede resultar letal para los humanos en cantidades mucho menores a un gramo, aunque hay personas que sobrevivieron tras ingerir más de eso.

Una revelación de que el cianuro estaba detrás de los asesinatos era el olor que tenía el frasco de las pastillas.

“Usualmente, el olor del cianuro es descrito como… almendras amargas”, explicó Donoghue, quien en el momento de los asesinatos le pidió a un investigador oler el frasco. “Algunas personas dirían que es un olor muy picante".

Cuando los investigadores descubrieron que alguien había puesto cianuro en las cápsulas, se les advirtió a los consumidores no ingerir la droga. Incluso, 31 millones de envases en todo Estados Unidos fueron retirados por el fabricante Johnson & Johnson. La compañía colaboró con los investigadores y posteriormente ofreció una recompensa de 100.000 dólares por información que pudiera identificar y juzgar a la persona responsable.

La empresa farmacéutica terminó revisando 1,5 millones de frascos y encontró que tres envases sin abrir que estaban contaminados con cianuro: lo que arrojó un total de 10 tarros de pastillas alterados.

“Si te tomabas esta medicina y tenía cianuro, ibas a morirte”, sostuvo Donoghue.

Más de tres décadas después, el caso permanece sin resolver.

El empaque completo

Las autoridades nunca identificaron al asesino, pero sí trataron de prevenir que algo así volviera a ocurrir.

Ese año, la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) emitió sus primeras regulaciones para los empaques a prueba de manipulación en medicamentos de venta libre. Johnson & Johnson reveló sus planes para los frascos Tylenol con triple sellado: una caja con solapas pegadas, un anillo de plástico alrededor del cuello del envase y un sello de aluminio que ahora es común entre los medicamentos de venta libre.

Luego, la compañía impulsó las “cápsulas” sólidas, en lugar de aquellas rellenas de polvo, las mismas que habían sido alteradas con cianuro. El Congreso también aprobó una ley en 1983 que convirtió en delito la manipulación de medicamentos y otros bienes de consumo.

Los requisitos de la FDA para los empaques de medicamentos de venta libre exigen que los fabricantes señalen en la etiqueta cómo saber si alguien abrió el frasco de medicina antes que tú. Estos distintivos para reconocer la alteración pueden incluir el uso de logos, sellos rompibles, paquetes de blíster o cinta.

Y estos cambios no solo le permiten a los consumidores identificar medicamentos que han sido abiertos o adulterados, sino que también cambiaron la manera en que pensamos sobre los productos que compramos y cómo deberían verse, según resalta Jay Kennedy, profesor asistente de la Escuela de Justicia Criminal y del Centro Contra la Falsificación y para la Protección del Producto en la Universidad Estatal de Michigan.

“Eso cambió nuestra percepción sobre los empaques, pero también aumentó nuestra conciencia y nos hizo estar alerta sobre los riesgos que existen”, apuntó Kennedy.

Tras los informes de manipulación del Tylenol en 1986, el analgésico se eliminó de los estantes de algunas farmacias.

Pero 1982 no fue el final de la alteración de medicamentos: varios imitadores siguieron el ejemplo, incluido un caso de Tylenol contaminado con cianuro que cobró una víctima en Nueva York en 1986. También una mujer que mezcló Excedrin con cianuro, asesinando a su esposo y a un extraño en 1986 y un hombre de Seattle que en 1991 puso cianuro en Sudafed en un intento de matar a su esposa, acabando con dos desconocidos en su lugar.

La FDA, que investiga los reportes de manipulación en los productos que regula, dice en su sitio web que los frascos de venta libre “no pueden ser 100% a prueba de manipulaciones”.

“El riesgo siempre existe”, señaló Kennedy. Pero con los empaques actuales, “sería muy costoso, requeriría mucha mano de obra. Sería difícil introducir y sacar estas cosas del sistema”, insistió.