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Argentina

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Juan Carlos Parodi: el argentino que revolucionó la medicina vascular con su invento

Por Iván Pérez Sarmenti

(CNN Español) -- Se define simplemente como médico, pero es mucho más que eso. Su biografía dice que nació en Argentina en 1942. Trabajó en los institutos médicos más prestigiosos del mundo y salvó miles - o quizás millones- de vidas, entre ellas las de personalidades reconocidas como el príncipe Rainiero de Mónaco o el entonces padre Jorge Bergoglio, hoy papa Francisco.

“De muy joven ya decidí ser médico porque me gustaba mucho la ciencia, me gustaba mucho la biología”, recuerda Juan Carlos Parodi en su casa de Buenos Aires. “Tuve algunos maestros y profesores en secundaria que tuvieron una influencia positiva en mí. Un tío abuelo también que es cirujano y más o menos la vocación se fue despertando bastante precozmente”, agregó.

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Ese parece haber sido el germen para que Juan Carlos Parodi se convirtiera en cirujano y en un prolífico inventor. Hoy es uno de los científicos latinoamericanos con más procedimientos médicos patentados en el mundo: 280.

“El caso de Parodi es emblemático, extraordinario en Argentina y en el mundo. Él es médico, es cirujano y sus patentes tienen que ver en su enorme mayoría con temas médicos. O sea, él está localizado en un tema”, sostiene con admiración Eduardo Fernández, director del Foro de Inventores de Argentina.

Pero entre todos esos inventos, el que más se destaca es la endoprótesis. Una técnica revolucionaria para operar aneurismas abdominales y que actualmente se aplica en todo el mundo. Según varios estudios médicos, a través de este procedimiento, disminuyó a la mitad la cantidad de muertes de personas con graves problemas vasculares.

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“En pocas palabras fue armar un barco dentro de la botella. Hacer la arteria nueva, pero sin sacar la otra. Que eso se pueda hacer con anestesia local, con el paciente despierto, desde la ingle, es una tecnología que me llevó muchos años desarrollar, pero hoy en día se practica en todo el mundo y es el tratamiento de elección”, explica Parodi.

Al presente su invención es considerada uno de los grandes avances de la medicina. “En abril de este año la Asociación de Cirugía Americana me comunicó que se había tratado al paciente un millón en el mundo con mi método. Eso tuvo realmente un impacto importante en cuanto bajar la mortalidad y la morbilidad, es decir, las complicaciones en este tipo de patologías”, relata orgulloso Parodi.

A sus 76 años, es considerado por sus pares como una eminencia, aunque comenzó a desarrollar esta técnica solo hace más de 40 años. “Desde los treinta años empecé y me llevó catorce años terminarla, porque lo hice solo, sin apoyo, sin nadie que me diera fondos como para que investigara. Pero la persistencia hizo que un día se diera. Ya tenía suficiente práctica experimental como para empezar a usarla en humanos”, recuerda.

Según el Banco Mundial, Argentina es el tercer país latinoamericano con la mayor tasa de patentes entre 1976 y 2018 por cada 100.000 habitantes, solo detrás de Brasil y México. Productos farmacéuticos, bioafectivos y composiciones para el tratamiento del cuerpo, biología molecular, microbiología, y cirugía son las principales áreas que destaca la Oficina de Marcas y Patentes de Estados Unidos.

Pero Parodi también agrega la medicina cardiovascular: “En los últimos cincuenta o setenta años los grandes cambios fueron hechos por argentinos, no solo en el país, sino en todo el mundo. Con René Favaloro en los 60 se introdujo el bypass coronario. Julio Palmas más adelante introdujo el stent coronario, que hoy en día ampliamente superó a la indicación al bypass en muchos casos. Por último, nosotros introdujimos tratamiento mínimamente invasivo de la enfermedad aórtica y de otras arterias. Hasta el punto en que hoy en día se reemplaza la válvula aórtica percutáneas sin cirugía y se pueden reemplazar hasta todas las arterias en forma percutánea y con anestesia local”.

Parodi considera que la creatividad y la innovación son rasgos casi innatos en los argentinos, aunque no necesariamente por las buenas razones. “Yo siempre digo (que) en Argentina uno se hace creativo. Porque para sobrevivir en Argentina hay que ser creativo. Uno no sabe lo que va a pasar mañana. No es previsible, no saben si van a cambiar los impuestos, le van a cambiar las leyes. Es decir, el argentino es un sobreviviente y eso lo hace activo mentalmente. Yo lo veo en el exterior como se destacan porque son gente que están acostumbrados a los problemas. Entonces resolver problemas es muchas veces crear”.

Según Fernández, la pregunta es: “¿cómo llega a hacerlo? Arrancan desde muy temprano, desde muy chicos, desde la escuela primaria con esa habilidad. La detectan, sobreviven a la familia, al sistema educativo porque son rebeldes, malos estudiantes. Generalmente no pasan más allá de la escuela secundaria y tienen una gran voluntad y habilidad desarrollada”.

Pero todo este camino autónomo, sin mayores apoyos ni ayudas que muchos ven como un terreno fértil para desarrollar la creatividad, también puede volverse en contra como un búmeran. Varios especialistas remarcan que, por la burocracia, costos y falta de incentivo, muchos de los inventos argentinos terminan patentándose en otros países. De esta manera, los inventos argentinos podrían ser muchos más que los que figuran en las estadísticas.

“La gran mayoría de los inventores profesionales locales antes de patentar en Argentina patentan afuera, en Estados Unidos. ¿Por qué? Porque es más rápido. Entonces no figuran en la estadística local. Por lo cual la lectura es poco confiable. Entonces en el indicador formal, entre comillas se llama coeficiente de invención, Argentina estaría en el primer puesto por su cantidad de habitantes. Incluso por encima de países como España o Australia”, remarca Fernández desde el Foro de Inventores de Argentina.

“Tenemos inventores de clase mundial, altamente profesionalizados que terminan patentando y comercializando sus inventos afuera. Por lo cual es un recurso que Argentina pierde. El contexto es que se trata de un problema estrictamente de orden cultural. No se valora a un inventor profesional o a las patentes como un recurso. Uno lo ve por el tamaño y la calidad de la oficina de patentes. Uno ve la Oficina de Patentes de Estados Unidos, 10.000 empleados, tiene como diez pisos en Virginia. Y ve una de la región y es algo paupérrimo. Oficinas chiquititas, con presupuestos exiguos, poco personal”, agrega.

En el mismo sentido, Parodi cuenta que mantener las patentes de los inventos es muy caro. Por eso, de las 280 patentes, solo mantiene unas 70. Estas son las más importantes para él.

Los especialistas creen que la clave está en ayudar y apoyar a los inventores para que puedan desarrollar y patentar sus creaciones en el país.

“Yo creo que, con persistencia, aunque uno tenga menos recursos que en otros lados se pueden lograr cosas”, afirma Juan Carlos Parodi.

Para Parodi, “lo primero que hay que hacer es definir qué se quiere inventar. Lo segundo es ver si existe ya en el mundo. Y si eso no existe se van a los pasos subsiguientes”.

El primero es proteger la idea intelectualmente. “Después empezar con ensayos que necesariamente llevan mucho tiempo”, aconseja. “A mí me llevaron muchísimo tiempo las cosas que hice. La que más impacto tuvo me llevó 14 años hasta que pude aplicarla, sin apoyo de ninguna índole”, finaliza.