(CNN) – Por el número de demandas, la cobertura noticiosa por cable y todo el drama general que proviene de Florida en este momento, podrías pensar que los resultados de las votaciones para el Senado y la gobernación del estado penden de un hilo, tanto que cada decisión judicial podría hacer la diferencia entre ganar o perder.
Y la realidad está, bueno, muy lejos de eso.
Esta es la cuestión: mientras las carreras para gobernador y, especialmente, para el Senado están muy reñidas, el resultado más probable –por bastante diferencia– es que los candidatos republicanos que llevan la ventaja ahora terminen con una victoria.
La dificultad para ver este bosque a través de los árboles del drama se basa en una realidad: los márgenes en ambas contiendas son muy pequeños, pero solo en comparación con el número total de votos. Si analizamos los márgenes históricos de recuentos –ya sean automáticos o manuales– que cambiaron el resultado, los que tenemos ahora no son lo suficientemente pequeños para esperar dicho desenlace.
Miremos los números primero.
En la carrera por el Senado, el gobernador republicano Rick Scott tiene 4.097.689 votos, mientras que el congresista demócrata Bill Nelson alcanza 4.085.086 votos. Estas cifras le dan un margen a Scott de 12.603 votos. Ahora, en la contienda para gobernador, el exrepresentante republicano Ron DeSantis acumula 4.075.445 votos y su rival, el alcalde de Tallahassee Andrew Gillum, 4.041.762 votos. En este caso, la diferencia es de 33.683 votos a favor de DeSantis. Y si miramos los porcentajes, el margen de Scott es de 0,15% de todos los votos emitidos (8.183.652) y el de DeSantis es de 0,41% de los 8.118.074 votos para gobernador.
Lo que es un margen MUY PEQUEÑO.
Pero las brechas de los votos en las dos contiendas (12.000 y 33.000) son masivas bajo el contexto de los recuentos en la historia moderna.
El más reciente recuento de altísimo perfil ocurrió hace una década en Minnesota entre el senador republicano Norm Coleman y el demócrata Al Franken. La junta estatal electoral registró que Coleman tenía una ventaja de 206 votos. Se hizo un recuento. Y casi dos meses después, en enero de 2009, Franken se llevó el liderazgo por 225 votos. Tras una ENORME cantidad de disputas legales, el margen final del demócrata fue de 312 votos. Durante todo el proceso, la votación cambió por 518 votos a favor de Franken. Una cifra que representa el 0.01% de los 2.862.451 votos emitidos.
Cuatro años antes, la carrera para gobernador en el estado de Washington terminó con un empate virtual entre la demócrata Christine Gregoire y el republicano Dino Rossi. Inicialmente, Rossi fue nombrado ganador por una diferencia de 261 votos. El obligatorio recuento de máquinas redujo esa ventaja a 42 votos. Gregoire –con ayuda de un número de demócratas que recaudaron dinero– financió un recuento manual a través del partido estatal. Este proceso terminó 58 días después de la elección y le dio a Gregorio un margen final de 129 votos sobre Rossi. El total de votos cambiados durante la serie de recuentos manuales y automáticos fue de 390 votos, o el 0,01% de todos los que se emitieron.
El punto aquí es que en los dos últimos recuentos a nivel estatal para una contienda importante –a gobernador o Senado– el margen inicial entre los candidatos fue de menos de 300 votos. Eso está a kilómetros y kilómetros de distancia del punto donde nos encontramos en el caso de Florida, para las dos carreras. Y, como destaca Harry Enten en su excelente artículo de por qué Nelson necesitará un milagro para ganar, tanto las elecciones a gobernador de Washington en 2004 como las del Senado de Minnesota en 2008 no son anómalas cuando se trata de recuentos.
“Según una base de datos de FairVote sobre recuentos a nivel estatal entre 2000 y 2015, el recuento promedio cambia el margen por 0,02 puntos. Nelson necesita que la diferencia aumente casi ocho veces más… En términos de cantidad de votos, el panorama no es mejor para Nelson. El recuento promedio entre 2000 y 2015 cambió el resultado por 282 votos. No necesita ser un mago de las matemáticas para saber que 282 es considerablemente menor que 12.000. El cambio máximo en la ventaja de cualquier recuento durante esos 15 años fue de 1.247 votos”.
Esos hechos –y la larga historia de recuentos que solo cambiaron la contienda cuando el resultado original era extremadamente estrecho– se pierden en la cobertura de los diversos golpes y contragolpes que ambos lados se lanzan. El presidente de EE.UU. Donald Trump se ha sumado a la confusión al insistir repetidamente a través de Twitter de que hay algo nefasto en el recuento OBLIGATORIO del estado.
“Las elecciones de la Florida deben ser resueltas a favor de Rick Scott y Ron DeSantis, ya que un gran número de nuevas boletas aparecieron de la nada y muchas otras faltan están falsificadas”, tuiteó Trump. “Ya no es posible un recuento de votos honesto: las boletas están masivamente infectadas. ¡Deben irse con la noche de elecciones!”, insistió.
Ahora, la historia solo es predictiva hasta que deja de serlo. El líder de la minoría del Senado, Chuck Schumer, por su parte, parece creer que Nelson rebatirá a la historia. “Cuando todos los votos se cuentan en Florida, podríamos estar justo donde empezamos el Congreso número 115, con 48 miembros, incluso enfrentando el peor mapa que hemos tenido”, insistió el demócrata de Nueva York.
¡Quizás! Pero una victoria de Nelson o Gillum, debido a los márgenes que registran, estaría enormemente fuera de sintonía con lo que la mayoría de los recuentos manuales o mecánicos arrojan.