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Inmigración

Inmigrantes indocumentados

La cruel ironía de la madre migrante con una camiseta de 'Frozen'

Por Yalda T. Uhls

Nota del editor: Yalda T. Uhls, exejecutiva de MGM y Sony, es fundadora y directora ejecutiva del Centro de Académicos y Narradores de la UCLA, donde también es profesora adjunta. Las opiniones expresadas en este comentario pertenecen a la autora.

(CNN) -- En 2013, la película animada Frozen se convirtió en un éxito de taquilla internacional, mientras que los mensajes de la película -libertad, empoderamiento y familia- resonaron en millones de niños y adultos por igual.

Cuando un contenido captura la imaginación del público, a menudo se debe a que refleja el espíritu de la época y anticipa el futuro. Una historia inspiradora crea conciencia de las posibilidades, de mundos más allá del que experimentamos directamente y de otras formas de vida. Y, en el mundo conectado de hoy, una película estadounidense puede tener un impacto global rápidamente, configurando las esperanzas y los sueños de millones más allá de nuestras fronteras.

Desafortunadamente, sin embargo, algunos de los temas que se celebraron en Frozen ya no parecen ser parte del sueño americano. Nada captura la tristeza de este momento como una de las poderosas imágenes tomadas en la frontera de Tijuana.

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Kim Kyung-Hoon, fotógrafo de Reuters, tomó este domingo una foto de María Lila Meza Castro, una madre hondureña, y sus dos hijas. En ella, Castro lleva una camiseta de Frozen, en la que Elsa y Anna, dos de los personajes principales de la película, miran a la distancia con alegría. Mientras tanto, Castro corre por su vida, abrazando desesperadamente a sus dos niñas, las tres parecen huir de gases lacrimógenos.

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La imagen es de amarga ironía. Después de un viaje largo e inimaginable, estos tres inmigrantes intentan buscar asilo, ya que Castro usa un símbolo icónico de una película estadounidense que celebra la libertad y el empoderamiento. Pero esta familia es parte de una caravana más grande de migrantes, una caravana que el presidente de Estados Unidos ha denominado "invasión" y cumplió su promesa de mandar tropas para detenerla.

La agudeza de esta imagen subyace en el choque entre la fantasía y la realidad, y aterriza con un golpe devastador. Estamos muy lejos del Estados Unidos que recibió a mis padres, inmigrantes que llegaron legalmente a este país hace muchas décadas. Lamentablemente, los sueños realizados por mi familia ya no pueden ser posibles con las políticas de inmigración de la administración actual.

Madre que huye del gas lacrimógeno en la frontera: Sentí miedo, creí que moriríamos

María Lila Meza Castro y sus hijas, huyendo de los gases lacrimógenos en la frontera de México con Estados Unidos.

Es particularmente inquietante porque Estados Unidos pretende moldear corazones y mentes en todo el mundo. Empaquetamos nuestros sueños y los vendemos a escala global. Pero las imágenes que el mundo ve actualmente, especialmente en nuestra frontera sur, están en desacuerdo con las historias que contamos al mundo sobre nuestro país.

Como exejecutiva de cine, una investigador que estudia cómo los medios de comunicación afectan a los jóvenes y fundadora del Centro para Académicos y Narradores de la UCLA, sé que las imágenes y las historias son extremadamente poderosas. Los estudios demuestran que las historias incluso funcionan a nivel celular. Mediante la emoción y personajes reconocible, los medios pueden resonar profundamente y alentar el cambio de actitud y comportamiento a una escala que rara vez se realiza solo con palabras.

Las historias no amenazantes pueden contener mensajes que se introducen de contrabando a través de una narrativa convincente que apela a la emoción. Y la emoción combinada con información precisa puede ser un poderoso motivador para cambiar las normas sociales. En su mejor momento, las películas pueden inspirar a millones de personas a ser mejores seres humanos.

Es probable que muchas de las historias creadas por talentosos cineastas de Hollywood hayan inspirado a quienes buscan una vida mejor para dejar sus hogares y caminar miles de kilómetros para venir a Estados Unidos. Puedo imaginarme a esas dos niñas de la fotografía en su país de origen, cantando las canciones de Frozen y haciéndose pasar por Elsa y Anna. Quizás su madre soñó con un mundo donde sus hijas pudieran moverse libremente, ser educadas en un sistema escolar que reconozca la igualdad de las niñas y vivir una vida pacífica.

Cuando se lanzó Frozen por primera vez, la hija de mi hermana dijo que le encantaba porque "Elsa es feliz y libre". De hecho, ¿no es eso lo que todos quieren, ser felices y libres?

Desafortunadamente, es poco probable que la madre de la foto con sus dos hijas jóvenes alcancen los sueños que celebran los dos personajes que aparecen en su camiseta. Al menos no en el Estados Unidos de 2018.