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Colombia

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El lado más sanguinario de Pablo Escobar, a 25 años de su muerte

Por CNN Español

(CNN Español) -- Se cumplen 25 años de la muerte del narcotraficante más sanguinario de la historia de Colombia. Pablo Escobar Gaviria murió el 2 de diciembre de 1993, de un disparo en la cabeza, en el tejado de una casa en el barrio Los Olivos, en Medellín, terminando uno de los episodios más violentos de la historia de Colombia.

Pablo Escobar, el narcotraficante colombiano que construyó un imperio multimillonario traficando cocaína, causó en su guerra frontal contra el Estado colombiano, la muerte de miles de personas, entre ellos de políticos, jueces, periodistas y traficantes rivales.

Aunque para algunos Pablo Escobar es recordado aún hoy como el 'Robin Hood' colombiano por las obras que hizo en barrios pobres de Medellín, y el dinero que repartió entre sus partidarios de esa ciudad, sus sanguinarios crímenes siguen siendo recordados por las víctimas colombianas que lloran la suerte de sus seres queridos a manos del narcotraficante.

Fuerzas policiales y militares colombianas asaltan la azotea donde el narcotraficante Pablo Escobar había sido dado de baja hacía unos minutos durante un intercambio de disparos entre las fuerzas de seguridad, Escobar y su guardaespaldas el 2 de diciembre de 1993. (Crédito: JESUS ABAD-EL COLOMBIANO/AFP/Getty Images)

Los crímenes de Pablo Escobar

El jefe del Cartel de Medellín, como se conocía su organización criminal, es acusado de ser responsable de 623 atentados terroristas, del homicidio de cientos de policías, por cuyo por asesinato ofrecía 2 millones de pesos (que actualmente representan unos 4.500 dólares), según cifras de la revista Semana.

Según el Centro Nacional de Memoria Histórica, entre 1988 y 1993 a Pablo Escobar y al Cartel de Medellín se le adjudican "15 grandes atentados terroristas" que acabaron con la vida de 105 personas. Sin embargo, la prensa local dice que entre 1989 y 1993 Escobar y los suyos fueron responsables de poner más de 200 bombas y dejar al menos 5.500 personas muertas durante el auge del Cartel de Medellín.

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En 1984, Escobar ordenó el asesinato del entonces ministro de Justicia, Rodrigo Lara Bonilla, que había lanzado una campaña agresiva contra el narcotráfico.

"Ahí fue cuando entendí que mi papá se dedicaba a otras cosas", le dijo a CNN en 2016 Sebastián Marroquín, hijo de Escobar, quien escribió las memorias de su padre en un libro llamado Pablo Escobar, mi padre".

En 1984, Escobar, que había ganado una curul en la Cámara de Representantes, fue expulsado del Congreso. Durante los próximos años llevó a cabo una guerra sangrienta a través de varios ataques terroristas, entre los que se cuenta la bomba contra la sede del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) en Bogotá, que dejó 70 muertos y unos 700 heridos en 1989, según reporta la Revista Semana, y la bomba a un avión comercial de Avianca, en el que mató a 110 personas, también en 1989, crimen que fue declarado como de lesa humanidad en 2009 por las autoridades colombianas.

"Estos ataques marcaron la representación de la década de los ochenta como 'la época de las bombas'", dice un informe del Centro Nacional de Memoria Histórica sobre Medellín, llamado Medellín, memorias de una guerra urbana.

Pablo Escobar, el capo del Cartel de Medellín, murió en Medellín en diciembre de 1993.

Con el llamado "Plan Pistola", las estaciones de policía y los Centros de Atención Inmediata (CAI) "se volvieron lugares de paso prohibido", agrega el informe, pues en esa época se perpetraron una gran cantidad de atentados terroristas contra la fuerza pública, así como "asesinatos selectivos" de funcionarios de la rama judicial, de políticos, y contra organismos de seguridad del Estado.

El Cartel de Medellín también llevó a cabo gran cantidad de "secuestros extorsivos para financiar sus acciones contra el Estado". También secuestros políticos y de familiares de importantes personajes de la vida política nacional, como Andrés Pastrana, hijo del expresidente Misael Pastrana (1970-1974) y entonces candidato a la alcaldía de Bogotá; Francisco Santos, jefe de redacción del diario El Tiempo.

De Escobar también es responsabilidad la muerte del entonces ministro de Justicia, Enrique Low Mutra; del director del diario El Espectador, Guillermo Cano Isaza; de la periodista Diana Turbuay (hija del expresidente Julio César Tubay) y del candidato presidencial del Nuevo Liberalismo, Luis Carlos Galán Sarmiento.

Para ese entonces el terror en Colombia era tan grande, que incluso escenas de la vida cotidiana estuvieron marcadas por el miedo, según un relato del Centro Nacional de Memoria Histórica:

"Los papás no nos podían dejar rumbear porque los escenarios de fiesta se volvieron escenarios de terror. Los padres de los ochenta y los noventa quedaron marcados con las masacres que hubo en bares y discotecas", dice el reporte sobre Medellín del CNMH.

Escobar y los suyos fueron, en palabras del alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, "quienes más daño le hicieron a la ciudad y al país", y transformaron la cultura de la ciudad en una mafiosa y falsos héroes, según dijo el pasado mes de septiembre.

"La mafia, esa cultura mafiosa es lo que más daño nos ha hecho", dijo Gutiérrez. "Tergiversó todos los valores, la discreción la convirtió en opulencia, el trabajo honesto y el trabajo duro lo convirtió en dinero fácil, y lo peor, le quitó el valor a la vida y en su lugar lo que hizo fue ponerles un precio a cada vida".

El descenso

La última vez que Sebastián Marroquín habló con su padre, fue el 2 de diciembre de 1993. Normalmente, Escobar nunca hablaba mucho tiempo por teléfono; siempre se estaba escondiendo de la Policía y de sus enemigos, y no quería que sus llamadas fueran rastreadas.

Sin embargo, ese día, no pareció importarle:

"Papá, no llames más", le dijo Marroquín a su padre. "Van a matarte".

Pero poco después, Escobar lo volvió a llamar, y a la mitad de la conversación, el papá le dijo a su hijo: "te llamo después".

Minutos después, cuando sonó el teléfono, fue cuando la policía le dijo a Marroquín que su padre había sido matado, de un tiro en la cabeza en un tiroteo con fuerzas de seguridad en un centro comercial de Medellín.