CNNEarrow-downclosecomment-02commentglobeplaylistsearchsocial-facebooksocial-googleplussocial-instagramsocial-linkedinsocial-mailsocial-moresocial-twittersocial-whatsapp-01social-whatsapptimestamptype-audiotype-gallery

Proyecto Ser Humano

Proyecto Ser Humano

Tres siglos después, ¿nos seguimos dividiendo en castas?

Por Krupskaia Alís

(CNN Español) -- Un virrey de la Nueva España cruza a través de una multitud congregada en la Plaza Mayor de México. Se dirige hacia la catedral, en un lujoso carruaje con tres parejas de mulas y escoltado por sus sirvientes, algunos de los cuales eran llamados de color "quebrado", porque debían ser mestizos o descendientes de negros.

Eso es parte de lo que se narra en una obra atribuida a Juan Antonio Pardo, quien la pintó en 1764 o en 1769 y que se exhibe en el Museo Nacional de Historia, ubicado en el corazón del Castillo de Chapultepec, en la Ciudad de México.

Es uno de los llamados Cuadros de Castas, presentes en varios países de América Latina. Hablan de un periodo de mestizaje durante la época virreinal, entre los siglos XVI y XVIII. Eran una especie de catálogo, realizado a través de los datos obtenidos en los registros parroquiales o en los expedientes de la Santa Inquisición, donde se distinguía a las personas por su origen racial, con base principalmente en tres grupos: los blancos, los indios y los negros. De ahí, más de 50 mezclas: mestizos, españoles, castizos, mulatos, moriscos, chinos, saltapatrás, pardos, morenos, albarazados o tente en el aire.

Una distinción que, según señaló a CNN Salvador Rueda, director del Museo Nacional de Historia, no solo definía su origen, sino sus opciones de vida.

La gente que tenía color "quebrado" por ejemplo no podía ser de tal gremio. No podía ser pintor por ejemplo, no podía acceder a ser sacerdote, o no podía acceder a ser una autoridad en el cabildo de alguna de las ciudades. Tenían que ser trabajadores de cierto tipo, etc.

publicidad

Algo parecido, dice, pasaba con los llamados “infamados”.

En el siglo XVI se prohíbe que vengan judíos, aunque fueran judíos conversos, moros o aquellos que fueron descendientes o parientes de quienes fueron quemados por la Inquisición. Es decir, se buscó que no llegaran a la Nueva España gente que fuera infamada. Pero por otro lado, a la gente de raza negra la consideraban infamada, infamada por razones de una historia bíblica y que todavía yo oigo en prédicas modernas.

Juan Antonio Pardo, detalle

Una de las interrogantes radica precisamente ahí: si para algunos sectores la división de castas dio lugar a la discriminación por origen étnico o nacionalidad. Para algunos, obras como la de Juan Antonio Pardo, siglos después, siguen documentando una realidad inequívoca, que sin embargo, también contiene un largo proceso de reflexión, como resultado de esta mezcla entre culturas, que ha forjado una identidad propia, señala Rueda. Esa que corre con orgullo a lo largo del continente.

Esta identidad de no ser puramente blancos, tener la sangre india y tener la sangre negra es un perfil que nos ha vuelto pluriculturales. Que peleamos por eso, que queremos que haya derechos para eso y que nos acercaría a una igualdad, para que en un futuro próximo dejara de existir incluso la palabra. No tiene por qué haber mestizos si somos seres humanos.

Un debate que, hoy más que nunca, sigue vigente.

Juan Antonio Pardo, detalle