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México y su izquierda austera

Por Viridiana Ríos

Nota del editor: Viridiana Ríos (@viri_rios) es voz emergente en el análisis de la política mexicana. Instruye la clase de política mexicana en la Universidad de Harvard, y es asociada global del Mexico Institute del Wilson Center en Washington, D.C. Su investigación le ha valido ser reconocida como una de las principales académicas latinoamericanas por el Library of Congress, y sus estudios sobre violencia, corrupción y desigualdad han sido galardonados, por el Peace Science Society, por su relevancia para la toma de decisiones de política pública. Viridiana es doctora en gobierno de Harvard, y regularmente asesora líderes políticos y sociales en la implementación y diseño de política pública.

(CNN Español) -- AMLO está reduciendo el gasto de operación del gobierno mexicano para poder financiar programas sociales de transferencia directa y nuevas inversiones petroleras. La intención original de la reasignación del presupuesto era loable. Se buscaba que el gasto superfluo y los lujos innecesarios que existían en ciertas áreas del gobierno se trasformen en bienes públicos.

Sin embargo, la implementación de los recortes al gasto está siendo equivocada. Los recortes están siendo demasiado burdos y extensos. Por ello, no solo están cortando los lujos sino que están también dejando al gobierno federal sin capacidad para realizar funciones básicas, incluyendo proveer servicios de salud y protección ambiental.

De no modificarse la forma en la que se están haciendo los recortes, AMLO impedirá que el estado funcione y con ello su propio éxito.

Hasta el momento, las reducciones que se han realizado en el gasto de gobierno son bastante considerables. En sus primeros tres meses de gobierno, el gobierno federal mexicano ha despedido a 30 mil 414 trabajadores de 18 secretarías y 319 instituciones descentralizadas. Así mismo, el presidente ha solicitado que se recorten en un 30% los presupuestos para apoyo técnico, que se eliminen todas las plazas de trabajadores eventuales y las de director adjunto, y que se recorten a la mitad las subcontrataciones de servicios con terceros.

La intención de esta política de recorte, llamada “austeridad republicana”, no es en realidad la austeridad. Es decir, no se busca reducir el gasto de gobierno para ahorrarlo. Por el contrario, lo que el gobierno está intentando es gastar lo mismo y reasignar el gasto hacia los programas prioritarios del gobierno de AMLO.

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En cierta forma, esto es normal en una democracia. Toda nueva administración comienza con reasignaciones importantes en el presupuesto. Sobre todo si, como es el caso en México, ha habido un cambio ideológico importante. El de AMLO es el primer gobierno de izquierda que ha tenido México desde hace 30 años. El país ha tenido gobiernos abiertamente neoliberales desde 1982. Era de esperarse que la llegada de un gobierno de izquierda sacudiera el gasto público.

Lo que no es normal es que las reasignaciones de gasto se den de forma tan abrupta y en cantidades tan altas. Esto se debe a que el equipo cercano a AMLO comparte la idea de que el gobierno mexicano tenía demasiados recursos que derrochaban en corrupción y en lujos. Y por ello, piensan, que incluso si recortan a todos los trabajadores eventuales para destinar ese dinero a inversiones petroleras, el gobierno podrá continuar operando.

Esto es falso. Si bien los gastos superfluos existían en ciertas áreas del gobierno mexicano, la realidad es que México tiene uno de los estados más pequeños de Latinoamérica. En México, el gasto público como porcentaje del PIB es de 20,6%, esto es 7 puntos porcentuales menos que el promedio de la región (28%). Países como Brasil (35%), Argentina (25%) y Chile (23%) tienen, todos, un gasto público más alto que México. Incluso países pequeños como Honduras y El Salvador tienen una capacidad de gasto público más alta que la del gobierno mexicano.

Por ello, los recortes que AMLO está implementando no solo están reduciendo los lujos del gobierno, sino que están afectando directamente la capacidad del Estado Mexicano para operar aspectos básicos.

La salud ha sido muy afectada. Los Hospitales de Alta Especialidad han sufrido recortes de hasta el 85% de sus trabajadores ya que dependen de trabajadores eventuales para operar. Debido a ello, algunos hospitales ya han anunciado que tendrán que retrasar cirugías y cerrar áreas completas de sus instalaciones debido a la falta de personal. También se ha recortado presupuesto a programas que atienden a personas con discapacidad, salud materna y guarderías para madres trabajadoras.

Los efectos del recorte han causado efectos indirectos incluso en el medio ambiente. Debido a la cancelación del presupuesto para prevenir incendios se desataron incendios forestales que no pudieron ser controlados en los alrededores de la Ciudad de México. El humo causó una contingencia ambiental de tal grado que, debido a los altos niveles de contaminantes en el aire, las escuelas tuvieron que suspender clases en toda la zona metropolitana de la Ciudad de México.

Las protestas ya han comenzado. Cerca de 300 médicos protestaron en el Hospital General de México para manifestar su inconformidad con que no se les haya pagado un mes completo de sueldo. Así mismo, diversos grupos de médicos residentes de zonas rurales se han manifestado en contra de la reducción del 50% de su sueldo.

Los recortes serían menos dolorosos si fuera claro que los nuevos programas en los que se invertirá el dinero serán efectivos. Ello no parece ser el caso. Mucho del gasto público se está yendo a la construcción de una refinería cuyo retorno económico no ha sido adecuadamente cuantificado, y al otorgamiento de becas para la capacitación de jóvenes sin que se cuenten con mecanismos claros para exigir que haya una mejora productiva.

El rumbo debe cambiar.

El recorte ya ha llegado muy lejos. Es momento de que AMLO y su equipo abran los ojos y entiendan que las medidas que se están tomando no solo están eliminando al “gobierno rico”, como ellos lo llaman, sino que están reduciendo la capacidad de actuar del gobierno en su conjunto. AMLO está creando un gobierno incapaz de implementar las políticas públicas por las que sus votantes lo eligieron. Si se quiere gastar más, se deben tener más ingresos. La reasignación de recursos no es un camino viable.

Andrés Manuel López Obrador conquistó el voto de millones de mexicanos por evidenciar los privilegios de las clases altas, llamar a cuentas sobre las enormes desigualdades de ingreso, hacer notar la corrupción de las administraciones anteriores, pero sobre todo por acuñar su famosa frase “no puede haber gobierno rico con pueblo pobre”. Actualmente, lo que AMLO está haciendo es crear un gobierno pobre que no puede mejorar las condiciones de los mexicanos.