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Cono sur

Argentina y Uruguay abren las elecciones presidenciales 2019: la situación 180 años después de Darwin

Por Pedro Bordaberry

Nota del editor: Pedro Bordaberry es profesor de la George Washington University, Doctor en Derecho y Ciencias Sociales y político uruguayo.

(CNN Español) -- En 1832 el naturalista inglés Charles Darwin llegó a las costas del Río de la Plata. Se internó tierra adentro de Argentina y Uruguay y en su “Diario del Viaje de un Naturalista alrededor del Mundo” dejó sus impresiones de esas entonces jóvenes repúblicas.

Los comentarios de Darwin, realizados hace más de 180 años, se centraron en dos características que parecen pervivir hasta nuestros días.

En Uruguay, le llamó la atención el poco apego al trabajo de los locales. Les preguntó a dos hombres los motivos por los que no trabajaban. Uno le contestó que no lo hacía porque los días eran demasiado largos y el otro por ser pobre.

Para Darwin la abundancia de alimentos en el país hacía imposible la laboriosidad.

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Más duro fue con Argentina.

Entre sus comentarios dejó asentado, ¡en 1832!, que las corrupciones de diversa índole no dejan de ser comunes en el país. Afirmó que la sociedad muchas veces se ponía del lado del delincuente.

Esas características que señaló siguen afectando a los dos países.

En el caso de Uruguay el clientelismo populista de planes sociales que entregan dinero y beneficios a los que no trabajan y un despilfarro de recursos públicos constituyen dos de los principales temas que los nuevos gobernantes que se elijan en este 2019 deberán encarar.

Un déficit fiscal creciente e insostenible en el tiempo marca hoy una economía que no dejó de crecer pero que tiene los números peligrosamente en rojo desde hace rato.

Con ese marco el domingo 30 de junio los uruguayos concurrieron a las urnas en la primera de las tres convocatorias electorales que tendrán este año.

Se trata de las elecciones primarias donde cada partido eligió a sus candidatos a la Presidencia de la República. Los ganadores se enfrentarán en primera vuelta a fines de octubre y en ballotage en noviembre.

Además del déficit fiscal estas elecciones marcaron un quiebre en la tradicional cultura democrática uruguaya: aparecieron las “dirty politics” y por primera vez la campaña fue realmente “sucia”.

Encuestas desde el exterior que atacaban a candidatos con falsedades, comunicaciones por WhatsApp en el mismo sentido, audios falsificados y todo el menú de actividades de este tipo movieron la tradicionalmente limpia y democrática campaña uruguaya.

Algo que nunca había sucedido.

Existen indicios fuertes que apuntan a un candidato aunque no hay pruebas concretas de ello.

Este reconoció haber contratado a un especialista en estas campañas y, quizás lo más evidente, no fue objeto de ellas como sí sus adversarios.

Direcciones IP de la India y call centers en Centro América dificultan identificar a quien está detrás de esto, hasta el momento.

Junto a ello hubo promesas populistas, muchas de ellas incumplibles dado el alto déficit fiscal, pero que son música para los oídos de muchos.

A su vez hizo irrupción un partido liderado por un excomandante en jefe del Ejército.

Este reúne en sus filas no sólo a ciudadanos de derecha sino también a algunos que hasta hace poco militaban en la izquierda como el secretario de este nuevo Partido.

En el caso de Argentina, el sistema de elecciones primarias, las “PASO” como se las conoce por sus siglas, ha perdido un poco de sentido.

Es que esas primarias tendientes a fortalecer a los partidos, en los hechos los debilitaron.

Quien no quiere competidores en las internas para ser candidato a presidente y así no correr el riesgo de perder, crea un nuevo partido. De esa forma se asegura no tener adversarios de peso para su candidatura.

Lo que lleva a que en lugar de internas haya una profusión de partidos con candidato único haciendo que el régimen electoral de primarias quede vacío.

“Hecha la ley, hecha la trampa” dice el viejo refrán español.

Por ello hoy en Argentina priman los liderazgos personales sobre los partidos, en especial los del presidente Macri y la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner que dieron muestras de ello con estrategias de impacto.

Macri, en una sorpresiva decisión, nombró a un senador de la oposición, Miguel Angel Pichetto, como su candidato a vicepresidente.

Pichetto es un reconocido legislador del Partido Justicialista (peronista). Un partido al que Macri enfrentó duramente en el pasado.

Esta decisión del presidente aceleró una cantidad de movimientos y le volvió a dar la iniciativa política.

También provocó una confianza de los mercados a su gestión que le aseguró una tranquilidad económica que no tenía y que necesita en el tramo final de la campaña electoral.

Antes de que Macri resolviera quién será su compañero de fórmula, la exmandataria Cristina Fernández de Kirchner había tomado otra sorpresiva decisión.

Resolvió no ser candidata a presidente, como todos pensaban que sería, sino a vicepresidente de la república.

Lo curioso fue que ella anunció a quien había elegido como candidato a presidente: Alberto Fernández.

Debe ser la primera vez que la candidata a vice elige al candidato a presidente.

Otra curiosidad es que el elegido, Alberto Fernández, había sido muy crítico con la propia Cristina Fernández de Kirchner.

La nueva fórmula recuerda la candidatura de Héctor Cámpora bajo la sombra del caudillo Juan Domingo Perón en la década de 1970 bajo el eslogan “Cámpora al gobierno, Perón al poder”.

En este caso sería “Alberto Fernández al gobierno, Cristina Fernández de Kirchner al poder”.

El cierre de las listas, hace unas semanas, confirmó que el poder lo sigue teniendo la expresidenta.

Una Cristina Fernández de Kirchner que se ha visto sacudida por gran cantidad de causas judiciales de corrupción en las que fueron procesados ella y varios funcionarios y personas de su entorno.

Esto último, los problemas judiciales derivados de la corrupción, no parecen haberle afectado en demasía puesto que su fórmula sigue teniendo un apoyo electoral muy importante.

Quizás porque pese a los esfuerzos de los últimos años Argentina no ha podido superar lo que Darwin en 1832 señalaba como uno de los problemas del país.

De la misma forma que Uruguay continúa inmerso en planes para no trabajar que siguen en la línea de lo que el naturalista también señalaba en su visita al Río de la Plata.