CNNEarrow-downclosecomment-02commentglobeplaylistsearchsocial-facebooksocial-googleplussocial-instagramsocial-linkedinsocial-mailsocial-moresocial-twittersocial-whatsapp-01social-whatsapptimestamptype-audiotype-gallery
Cuba

El turno del ofendido

Por Jorge Gómez Barata

Nota del editor: Jorge Gómez Barata es columnista, periodista y exfuncionario del Departamento Ideológico del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y exvicepresidente de la agencia de noticias Prensa Latina. Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas del autor.

(CNN Español) -- La capacidad de los centros ideológicos para manipular la opinión pública, formar matrices de opinión y forjar estereotipos es antológica.

El 20 de abril de 2009, el diario Folha de Sao Paulo, Brasil, dio cuenta de los elogios que -en Puerto España- el entonces presidente de Estados Unidos, Barack Obama, prodigó al trabajo de los médicos cubanos.

El 19 de octubre de 2014, The New York Times editorializó acerca de la “impresionante contribución de los médicos de la Isla en la lucha contra el ébola en África…”

Según un cable de la agencia Reuters, del 22 de octubre de 2014, el secretario de Estado de EE.UU., John Kerry, elogió a Cuba por el envío de médicos a África.

publicidad

El 22 de marzo de 2016 en La Habana, Obama dijo:

“…Nadie debería negar el servicio que miles de médicos cubanos han prestado a los pobres y a los que sufren. El año pasado, trabajadores de la salud estadounidenses –y militares de EE.UU.– trabajaron codo a codo con los cubanos para salvar vidas y acabar con el ébola en África Occidental…”

Pasado cierto tiempo, esos mismos profesionales han sido calificados por líderes estadounidenses como esclavos del gobierno cubano. No hay derecho a tanta inconsecuencia.

El programa “Más Médicos” no deja que los profesionales de la salud reciban la totalidad de su sueldos, porque una parte se invierte para, en palabras del gobierno de Cuba, “fortalecer el sistema de salud cubano”, y se les descuentan gastos de vivienda y comida, por lo que solo les queda un pequeño porcentaje para gastos personales. Adicionalmente son desvinculados de sus familias por largos periodos.

Aunque el gobierno cubano pudiera mejorar el diseño de su gestión de exportación de servicios técnicos, entre ellos la proporción del salario que perciben los médicos y demás profesionales que trabajan en el extranjero, llamarlos “esclavos” me parece una infamia gestada con fines políticos. En 55 años de esa práctica, jamás se había escuchado semejante exageración.

No discuto que los profesionales cubanos (médicos, maestros y profesores, ingenieros, constructores, agrónomos, veterinarios, economistas, entrenadores deportivos, instructores de arte), que prestan o han prestado servicios en el extranjero, estén mal pagados.

Mal pagados están también muchos de los que leerán esta nota, y cientos de millones que, en todo el mundo, en calidad de asalariados, libran su sustento y el de sus familias.

La esclavitud moderna suele estar ligada a la ignorancia, la pobreza y la indefensión. En sentido estricto, esa condición supone un nivel de compulsión y sometimiento que difícilmente pueda ser encontrado entre profesionales de alto nivel, como la comunidad médica cubana.

La idea de que los profesionales cubanos que laboran en el extranjero lo hacen por razones filantrópicas es una visión excesivamente sesgada.

Aunque realizado con amor y consagración, se trata de un trabajo que para los estándares del país, resulta más que aceptablemente remunerado.

De los más de 400.000 médicos y trabajadores de la salud cubanos que han viajado a más de 164 países, alrededor de la mitad ha cumplido misiones más de una vez, y muchos lo han hecho hasta en cuatro ocasiones. Algunos, sumados todos los períodos, acumulan hasta una década de servicios en el extranjero.

¿Por qué doctores con suficientes luces, incluso renombrados científicos, quisieran ser varias veces esclavizados?

Obviamente, ninguno de los promotores de estas campañas, sienten compasión alguna por los médicos cubanos, ni pueden ser considerados adalides de la lucha contra la esclavitud moderna. De ser así, tendrían mucho de que ocuparse en sus países y fuera de ellos. Gente mal pagada hay en todas partes.

La duda podría ser saldada por la Organización Mundial de la Salud que, en coordinación con las autoridades cubanas y asistidos por profesionales intachables, lograra convocar un panel independiente y ajeno a cualquier manipulación política para aplicar una encuesta a no menos de 25.000 trabajadores de la salud cubanos acerca de si ellos mismos se consideran esclavos de su gobierno.

Las relaciones del gobierno con el pueblo, la intelectualidad, los profesionales en todas las ramas, la juventud y la clase obrera son diferentes a las que usualmente se observan en el resto de los países latinoamericanos, y de ninguna manera hay entre ellos crispación, tirantez o resentimientos, sino una excelente comunicación.

Los médicos cubanos, que fueron virtualmente expulsados de Brasil, Ecuador, y Bolivia, no fueron liberados sino privados de excelentes trabajos y muchos lamentaron el desenlace. La inmensa mayoría retornó y fueron recibidos con afectos y honores, cosa que ellos devolvieron. Nunca se ha visto que los esclavos aplaudan y abracen a los esclavistas. Allá nos vemos.