Londres (CNN Business) – Carlos Ghosn fue una vez considerado en Japón como un titán de la industria automotriz, el carismático jefe de los emblemáticos fabricantes de automóviles Nissan y Mitsubishi Motors. Si no era uno de los rostros más reconocibles del país entonces, ciertamente se convirtió en uno cuando fue despedido espectacularmente después de ser arrestado en noviembre de 2018 bajo sospecha de mala conducta financiera.
Los términos de su fianza de 1.500 millones de yenes (US$ 13,8 millones) requerían que permaneciera en Japón antes de su juicio, establecido para 2020. Considerado como riesgo de fuga, los tres pasaportes de Ghosn fueron confiscados, mantenidos por su equipo de defensa para que él no pudiera salir del país. Incluso entonces, fue puesto bajo estricta vigilancia y estaba sujeto a restricciones en el uso de teléfonos y computadoras.
Si no podía salir de su departamento de Tokio para comprar un cartón de leche sin que alguien lo supiera, ¿cómo logró huir del país?
En ausencia de hechos concretos, ha habido mucha especulación. Una de las teorías más extravagantes que surgieron en los medios libaneses fue que fue ocultó en una caja diseñada para instrumentos musicales, después de una actuación privada en su casa por un conjunto de música gregoriana.
O, ¿fueron las circunstancias de su fuga más ordinarias, y burló a Japón con la ayuda de un pasaporte falso, como informó el diario de noticias francés Les Echos? (Uno de los tres pasaportes en poder de Ghosn era francés.)
Sea cual sea la verdad, y el mismo Ghosn no dio más detalles en una declaración que atacaba el “sistema de justicia japonés manipulado”, tal escape habría requerido una planificación elaborada, y recursos nada despreciables. Junichiro Hironaka, el abogado que representa a Ghosn, dijo que debe haber tenido la ayuda de una “gran organización” para haber huido.
Lo que parece seguro es que, de una forma u otra, evadió la vigilancia en Tokio. Ghosn ciertamente tiene forma de disfrazarse: cuando salió de la cárcel después de ser liberado bajo fianza, apareció vestido como un trabajador de mantenimiento, en un aparente esfuerzo por evadir a los medios. (No tuvo éxito.)
Luego viene la pregunta de cómo salió de Japón. El diario The Wall Street Journal dijo que Ghosn llegó al Líbano a través de Turquía, una versión de los eventos corroborados por el medio francés Les Echos, entre otros. Esto fue respaldado por datos del rastreador de vuelos Flightradar24, que muestra un avión privado que volaba desde Osaka, Japón, a Estambul, Turquía, y luego otro que continuaba hacia el Líbano en el momento en que se dice que Ghosn llegó al país.
Cualquiera que haya sido la forma de su partida de Japón, su llegada al Líbano, donde creció después de que su familia se mudó de Brasil, parecía mucho más convencional.
Ghosn llegó a Beirut al amanecer del lunes, y aparentemente aterrizó desde Turquía sin siquiera levantar una ceja libanesa. “Carlos Ghosn ingresó al Líbano legalmente ayer al amanecer”, dijo el ministerio de asuntos exteriores del Líbano en un comunicado informado por la agencia nacional de noticias del país. “Se desconocen las circunstancias que rodearon su salida de Japón y la entrada a Beirut y todo lo que se habla sobre esto es un asunto privado [relacionado con Ghosn]”, dice el comunicado.
Sorpresa e ira en Japón
En Japón, mientras tanto, había consternación. Hironaka dijo a periodistas el martes que el vuelo de su cliente desde Japón fue una “completa sorpresa”.
“Estamos desconcertados y conmocionados”, dijo, y explicó que Ghosn no tenía sus pasaportes y que “no podría usarlos”.
Masahisa Sato, legisladora del gobernante Partido Liberal Demócrata (LDP) de Shinzo Abe, dijo que Ghosn había burlado la fianza. “Si esto es cierto, no fue ‘salir del país’, fue una salida ilegal y un escape, y esto en sí mismo es un delito”, dijo, según AFP.
“¿Hubo ayuda extendida por un país no identificado? También es un problema grave que el sistema de Japón permita una salida ilegal tan fácilmente”, dijo Sato, ex ministro de Estado de Asuntos Exteriores.
También hubo furia en Francia, donde Ghosn había diseñado una alianza compleja y a veces incómoda entre Nissan, Mitsubishi y el fabricante de automóviles francés Renault. El gobierno francés estaba “muy sorprendido” de que Ghosn se hubiera ido de Japón, dijo a la radio France Inter la secretaria de economía Agnès Pannier-Runacher. Ghosn “no está por encima de la ley”, dijo, y agregó que “si un ciudadano extranjero huyera de la justicia francesa, estaríamos realmente molestos”.
A salvo en Beirut, Ghosn emitió un comunicado diciendo que “no había huido de la justicia, he escapado de la injusticia y la persecución política”. Es poco probable que se vea obligado a regresar: Líbano no tiene un tratado de extradición con Japón. En cualquier caso, Líbano tiene muchos problemas propios: el país está inmerso en un colapso político y económico, y es probable que entrar en un complejo proceso de extradición esté hasta abajo de su lista de prioridades.
En su declaración, Ghosn dijo que esperaba comunicarse “libremente” con periodistas a partir de la próxima semana.
Quizás podría explicar cómo logró el escape de la década.