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OPINIÓN | Cómo las tasas de muertes por covid-19 pueden ser peligrosamente engañosas

Por Kent Sepkowitz

Nota del editor: Kent Sepkowitz es analista médico de CNN y experto en control de infecciones en el Centro de Cáncer Memorial Sloan Kettering en Nueva York. Las opiniones expresadas en este comentario son suyas. Ver más opinión en CNNE.com/opinion.

(CNN) -- Un momento interesante en la memorable entrevista del periodista de Fox News, Chris Wallace, al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, fue un confuso ida y vuelta sobre las muertes relacionadas al covid-19. El mandatario afirmó que Estados Unidos tenía la "tasa de mortalidad más baja" en el mundo, mientras que Wallace insistió en que el país tenía poco de qué jactarse.

Aunque está claro que Trump está completamente equivocado, comparar el impacto de la pandemia de covid-19 mirando la mortalidad de cada país afectado resulta ser un asunto muy complicado. Debido a que ninguna métrica es perfecta, especialmente cuando se usa para comparar el impacto entre países, existe un gran rincón de epidemiología dedicado a cómo tabular con mayor precisión la muerte.

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) dedican un largo capítulo a abordar cuál es la mejor métrica para una determinada situación en el curso, "Principios de epidemiología en la práctica de la salud pública".

A medida que los informes del covid-19 han evolucionado, el recuento de muertes ha sido el número más citado para rastrear el tamaño de la tragedia en EE.UU. y otros países. Según la Universidad John Hopkins, se han perdido más de 148.000 vidas humanas en EE.UU. debido a esta enfermedad.

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Se podría, y debería, dedicar mucho tiempo a comprender el recuento de muertes, especialmente porque una proporción creciente de EE. UU., ahora el 31%, piensa que el recuento es una sobreestimación. En contraste, la mayoría de los expertos en salud pública sienten firmemente que hay una subestimación.

El recuento simple de muertes no se utiliza para compararse con otros países, debido a las grandes diferencias en el tamaño de la población de cada nación. Para tener en cuenta esta variación, la mayoría de los expertos en salud pública prefieren usar las tasas, no los recuentos.

Las dos medidas de tasa más populares son la tasa de letalidad (CFR por sus siglas en inglés) y la tasa por población total (con y sin la enfermedad), llamada tasa de mortalidad. El Centro de Recursos de Coronavirus Johns Hopkins, que Chris Wallace y Fox News citaron durante la entrevista a Trump, ofrece a los usuarios un cambio fácil entre las dos medidas.

La tasa de letalidad mide el número de muertes dividido por el número de personas diagnosticadas con la enfermedad. La ventaja de esta métrica es que es intuitiva, y es exactamente lo que una persona con covid-19 quiere saber: dado el diagnóstico, ¿cuál es la probabilidad de que muera? La desventaja es sustancial, porque el índice puede cambiar dependiendo de la cantidad de la población que se somete a la prueba de una enfermedad.

Como ejemplo, piense en un país con 100 habitantes, donde cuatro personas están hospitalizadas con covid-19 y otras seis son diagnosticadas pero están lo suficientemente bien como para quedarse en casa. Si no se realiza un rastreo de contactos o de la comunidad, solo se sabe que 10 personas tienen la infección. Tres de estos 10 mueren, produciendo una tasa de letalidad del 30%.

Ahora, considere que ese mismo país, con esa misma población de 10 personas infectadas, realizó un rastreo de contactos y pruebas comunitarias, diagnosticando a otros 10 habitantes adicionales con síntomas leves o sin síntomas. Como en el primer ejemplo, mueren tres personas, pero aquí la tasa de letalidad es del 15% (tres muertes en 20 casos conocidos). En otras palabras, una mayor cantidad de exámenes conduce a un CFR más bajo, un punto que podría hacer del presidente un fanático de las pruebas.

Para evitar el gran problema introducido por la cantidad de pruebas de diagnóstico, la tasa de mortalidad, por el contrario, utiliza la población total (aquellos con la enfermedad, diagnosticados o no, y aquellos sin la enfermedad). Todo el mundo. Punto.

Esta métrica tiene poco valor para un paciente que quiere saber su pronóstico pero mide exactamente lo que las autoridades de salud pública necesitan saber: qué tan malo es esto en mi país en comparación con otros. Usando el ejemplo anterior del país de 100 habitantes con tres muertes por covid-19, la tasa de mortalidad sería del 3%, sin importar cuántas personas se sometieran a la prueba.

Los datos de Johns Hopkins utilizados por muchos medios de comunicación, incluidos CNN y otros, presentan una tabla con información sobre los 20 países más afectados por el covid-19. Durante la entrevista, Wallace mostró resultados de las tasas de letalidad (aunque las llamó tasas de mortalidad) y dijo, correctamente, que Estados Unidos está séptimo (ahora décimo) entre estos 20 países, muy lejos del "más bajo" del mundo.

¿Algo peor? Por la forma en que Kayleigh McEnany produjo rápidamente las tablas a pedido del Presidente, parece que la información utilizada por la Casa Blanca en la entrevista también podría usarse en la toma de decisiones.

Sus estadísticas se obtienen de otra fuente (no estadounidense): Our World in Data, compilada por la Universidad de Oxford del Reino Unido. Estos datos usan CFR y, desafortunadamente para aquellos que esperan que el Presidente vea la verdad sin filtro, permite a cualquiera seleccionar tantos o tan pocos países como desee para enmarcar la crisis de acuerdo con sus objetivos específicos.

Aunque es difícil de discernir en el video de la entrevista (aproximadamente a los 2:45), el presidente Trump utilizó un gráfico que incluía información sobre solo siete países. En este grupo, Estados Unidos ocupó el cuarto lugar (a mi entender) con una tasa de latalidad peor que Islandia, Brasil y Corea del Sur. Una vez más, incluso con los datos cuidadosamente seleccionados por la Casa Blanca, Estados Unidos es mediocre en el mejor de los casos.

Una visión aún más aleccionadora sobre cómo le está yendo a EE.UU. es nuestra tasa de mortalidad real por cada 100.000 personas (no tasa de letalidad). Usando esta métrica de los datos de Johns Hopkins, EE.UU. tiene la 17ª peor tasa de mortalidad de los 20 países más afectados.

El número o la tasa de muertes por covid-19 en Estados Unidos es un desastre, sin importar la métrica utilizada. Y queda claro de la entrevista que el presidente Trump presenta voluntariamente información errónea que se le da, incluso mientras las cámaras están encendidas.

Pero quizás el aspecto más perturbador de ver la entrevista es que sugiere fuertemente que los datos que se le están dando al Presidente son deliberadamente incompletos.

Aparentemente, se le informa cómo Estados Unidos clasifica según la tasa de letalidad frente a otros seis países utilizando una métrica que los expertos en salud pública consideran inferior a la tasa de mortalidad.

Parece que en cada paso del camino, los encargados de presentar la verdad al Presidente han optado por proteger voluntariamente su propio bienestar sobre el del pueblo de Estados Unidos.