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Comercio

OPINIÓN | El futuro del BID: entre intereses y sensibilidades

Por Jorge G. Castañeda

Nota del editor: Jorge G. Castañeda es colaborador de CNN. Fue secretario de Relaciones Exteriores de México. Actualmente es profesor de la Universidad de Nueva York y su libro más reciente es “America Through Foreign Eyes”, publicado por Oxford University Press. Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivamente del autor.

(CNN Español) -- La decisión de la administración de Trump de proponer a un ciudadano estadounidense para la próxima presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo ha suscitado un número importante de críticas y rechazos entre los círculos latinoamericanos y europeos.

Esas críticas y esos rechazos se justifican plenamente.

Cinco expresidentes latinoamericanos, varios exministros de relaciones exteriores o de finanzas de Chile, Argentina, Perú, Guatemala y otros países, así como ex altos funcionarios norteamericanos, y el encargado de política exterior de la Unión Europea se han opuesto a esta decisión o han pedido que se postergue.

Washington cuenta con el número suficiente de votos para imponer a Mauricio Claver-Carone, su candidato, exasesor de seguridad nacional para América Latina del propio Trump. Entre los países que apoyan la candidatura de Estados Unidos figuran Brasil, Colombia y Uruguay. Es decir, naciones con un peso importante en la decisión, pero no llegaría al respaldo de al menos 15 miembros, que es una condición para poder asumir el cargo.

Quienes discrepan de ella invocan, en primer lugar, una tradición importante que se remonta a 1959, cuando varios presidentes latinoamericanos y el entonces presidente de Estados Unidos, Dwight Eisenhower, crearon el BID como una institución que recibiría fondos de países ricos, principalmente Estados Unidos, para prestar en condiciones concesionales a países pobres: los latinoamericanos. Se estableció un equilibrio fundacional: el banco se ubicaría en la capital de Estados Unidos. El primer vicepresidente, encargado de la administración de la institución, sería siempre un norteamericano, pero el presidente del banco sería siempre un latinoamericano, empezando con Felipe Herrera de Chile.

El modelo en el que se basaba este arreglo que conservaba los equilibrios necesarios entre estadounidenses, latinoamericanos y canadienses, era el que regía y sigue rigiendo en relación con las instituciones de Bretton Woods desde 1944.

El Fondo Monetario Internacional y El Banco Mundial se radicaron en Washington; el director general del FMI sería siempre un europeo y el presidente del Banco Mundial, un norteamericano.

La decisión de Trump rompe con la tradición y los equilibrios diseñados para tomar en cuenta los distintos intereses y sensibilidades que concluyeron en la creación del BID.

Lo lógico hubiera sido que una institución destinada a prestar recursos a más de 30 países de América Latina estuviera en América Latina. Lo lógico hubiera sido que una institución que desembolsaría principalmente dinero norteamericano, fuera presidida por un norteamericano.

La designación de Mauricio Claver-Carone da al traste con estos equilibrios y genera un problema adicional. Varias naciones europeas también aportan capital social al BID y se han opuesto tajantemente a la ruptura de la tradición, justamente porque se inspiran en los acuerdos de Bretton Woods. Si se puede violar una tradición, sostienen tácitamente los europeos, ¿por qué no vendría otra administración norteamericana en el futuro, o un gobierno chino, por ejemplo, a decir que el director general del FMI ya no debe ser un europeo?

La segunda razón, menos explícita, pero igualmente significativa por la cual la postulación de Claver-Carone ha suscitado críticas, reside ya no en su nacionalidad, sino más en la personalidad del candidato, la cual predominó recientemente en la forma como desestimó la oposición de algunos países a su elección. Aunque Mauricio Claver-Carone sí cuenta con experiencia en instituciones financieras internacionales, se trata de un exfuncionario, abogado y activista de origen cubano que ha dedicado mucho tiempo y esfuerzo a la causa anticastrista en la Florida.

Es simpatizante del senador Marco Rubio, también de la Florida y de ascendencia cubana, quien ha sido el arquitecto de la reimposición de distintas sanciones de la administración Trump a La Habana. Los latinoamericanos que se oponen a su elección quizás consideren que colocar a un combativo estadounidense de origen cubano en ese cargo, mandaría un mensaje equivocado a gobiernos simpatizantes de la isla -México, Argentina, Nicaragua, Venezuela- y podría prestarse a diversas maniobras para politizar al Banco y fortalecer las sanciones estadounidenses contra la dictadura cubana.

La suerte no está echada. Para que Claver-Carone sea elegido en la Asamblea de septiembre del BID, si no es postergada como se ha pedido, no solo son necesarios los votos de los países prestatarios y no prestatarios. También debe acudir el 75% de todos los socios del banco, incluyendo los europeos, para que se instale la Asamblea. Estados Unidos ya llenó los dos primeros requisitos, pero si Europa, México y Argentina no acuden a la Asamblea, no habría quorum ni Asamblea, ni elección de un nuevo director.

Recientemente, México le ha hecho un guiño al candidato propuesto por Argentina, Gustavo Béliz. Y ambos gobiernos han dicho que parece poco conveniente tomar una decisión de esta magnitud y que implica una ruptura con tradiciones tan arraigadas a escasas semanas de una elección en Estados Unidos que pudiera cambiar todo. Pero si Trump insiste en colocar a Mauricio Claver-Carone por si pierde la elección, la presión que ejercerá sobre México y Buenos Aires será difícil de resistir.

En efecto, lo que está en juego aquí sería violentar otra tradición importante, a saber: los gobiernos de Estados Unidos no toman decisiones de este tipo tan cerca de una elección presidencial que, por definición, cualquier mandatario puede perder. Legalmente, Trump puede hacer lo que quiera hasta el 20 de enero. Pero políticamente parece insensible proponer un nombramiento tan controvertido encontrándose tan abajo en las encuestas y a tan poco tiempo del 3 de noviembre. Ojalá Trump abandone esta insistencia fanatizada. Ojalá respete las tradiciones y los equilibrios vigentes. Ojalá los europeos, México y Argentina resistan hasta el final. En mi opinión, el nombramiento de Claver-Carone sería una mala noticia para América Latina.

BID