Jerusalén (CNN) – El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, se unieron el martes a los ministros de Relaciones Exteriores de Emiratos Árabes Unidos y Bahrein en la Casa Blanca para marcar acuerdos históricos de normalización entre Israel y los dos países árabes.
Trump celebró la ocasión y dijo que la firma de los Acuerdos de Abraham “cambiará el curso de la historia” y significará “el amanecer de un nuevo Medio Oriente”.
“Juntos, estos acuerdos servirán como base para una paz integral en toda la región, algo que nadie pensó que fuera posible, y ciertamente no en esta época”, dijo Trump. “Estos acuerdos demuestran que las naciones de la región se están liberando de los enfoques fallidos del pasado. La firma de hoy marca un nuevo rumbo en la historia y muy pronto habrá otros países que seguirán a estos grandes líderes”.
Netanyahu describió el día como un “eje de la historia, un nuevo amanecer de paz”..
La última vez que se llevó a cabo una ceremonia de este tipo en Washington fue en 1994. En ese entonces el presidente Bill Clinton observó cómo el primer ministro de Israel Yitzhak Rabin y el rey jordano Hussein firmaban una declaración que allanó el camino para un acuerdo de paz meses después.
Para Trump, el momento era crucial. A menos de dos meses de unas elecciones en las que va a la zaga en las encuestas, los acuerdos de normalización entre Israel, los Emiratos Árabes Unidos y Bahréin son importantes logros de política exterior. Incluso si la región avanzaba gradualmente hacia estas relaciones independientemente de quién ocupara la Casa Blanca.
¿Cómo llegamos hasta aquí? Las claves del acuerdo de Israel
Durante años, Israel ha tenido relaciones encubiertas con muchos de los estados sunitas del Golfo, impulsadas en los últimos años por una alianza mutua de facto contra Irán.
Aun así, las relaciones son anteriores al acuerdo nuclear de Irán, en más de una década en algunos casos, ya que los estados del Golfo buscaban aprovechar la escena de alta tecnología de Israel e Israel buscaba asegurar su lugar en un Medio Oriente turbulento.
La principal de estas relaciones tras bambalinas fueron los Emiratos Árabes Unidos. Hay numerosos ejemplos públicos de los crecientes vínculos entre los dos estados cada vez más comunes.
A fines de 2015, Israel abrió una misión de nivel diplomático a la Agencia Internacional de Energía Renovable en Abu Dhabi. En 2018, la entonces ministra de Cultura Miri Regev realizó una visita de estado a la Gran Mezquita poco después de una medalla de oro israelí en un torneo de judo en los Emiratos. Israel también fue invitado a la Expo 2020 de Dubai, una exposición mundial que desde entonces se ha visto retrasada por la pandemia de coronavirus.
Los vínculos de Bahrein e Israel y lo que significan para el acuerdo
Al igual que los Emiratos Árabes Unidos, Bahrein también tenía vínculos encubiertos con Israel que se remontan a años atrás. Además, Bahrein tiene una comunidad judía pequeña pero sostenida. Uno de los miembros de esa comunidad se desempeñó como embajador del país en Estados Unidos de 2008 a 2013.
El pequeño reino del Golfo también acogió la presentación de la parte económica del plan de la Casa Blanca para la paz en Oriente Medio. Esto indica la voluntad de comprometerse con los EE.UU., y posteriormente con Israel, incluso en un momento en el que no parece posible hacer avances en el tema del conflicto palestino-israelí.
Fundamentalmente, los Emiratos Árabes Unidos y Bahréin también son aliados cercanos de EE. UU.. Además, cada país alberga una presencia militar significativa de EE.UU. La Fuerza Aérea de EE. UU. ha desplegado aviones de combate F-35 en una base aérea en Abu Dhabi. Por otro lado, la Quinta Flota y el Comando Central de la Armada tienen su base en Bahrein.
Esa presencia militar ha acercado a los líderes de los Emiratos Árabes Unidos y Bahréin a Estados Unidos.
¿Qué obtienen Israel, los Emiratos Árabes Unidos y Bahréin?
Un prominente rabino estadounidense que actúa como asesor personal del rey de Bahréin, Hamad bin Isa al-Khalifa, me dijo una vez que para los estados del Golfo Pérsico, el camino a Washington pasa por Jerusalén.
En otras palabras, si estos estados querían acercarse más al presidente Trump y a la Casa Blanca, entablar relaciones con los líderes israelíes era una forma segura de lograr ese objetivo.
Los Emiratos Árabes Unidos dejaron en claro que uno de los beneficios que ven del acuerdo de normalización con Israel es que debería ser más fácil adquirir F-35 de Estados Unidos. El asesor principal de Trump, Jared Kushner, también comparte esta opinión.
Eso le daría a los emiratíes el último avión de combate en el inventario de Estados Unidos. Eso significa una ventaja significativa sobre cualquier otro ejército en la región, con la excepción de Israel.
Los Emiratos Árabes Unidos también garantizaron la suspensión de la anexión prevista por Israel de partes de la Ribera Occidental. Dejaron en claro que esta era una de sus condiciones para normalizar las relaciones.
Lo que aún no está claro es qué objetivos específicos se propone lograr Bahrein con el acuerdo de normalización. Tanto para los Emiratos Árabes Unidos como para Bahréin, los acuerdos también abren la posibilidad de comprar alta tecnología israelí, incluida tecnología militar como el sistema de defensa de misiles Iron Dome, así como cooperación en economía, salud, turismo y más.
Políticamente, también es una situación en la que todos ganan, al menos para Bahrein y Emiratos Árabes. O Trump gana un segundo mandato en noviembre y ya han anotado puntos con su administración, o una administración de Biden asume el control y están en una base sólida al haber asegurado acuerdos de normalización con Israel.
En cuanto a Israel, Netanyahu presume de un importante logro en política exterior, uno que solo otros dos líderes israelíes han podido lograr. Menachem Begin firmó un tratado de paz con Egipto en 1979. Yitzhak Rabin firmó un tratado de paz con Jordania en 1994. Netanyahu firmará acuerdos de normalización con dos países en un día.
Fundamentalmente, la ceremonia de la Casa Blanca ayuda a distraer la atención de los problemas internos de Netanyahu: una economía hecha jirones que enfrenta un 18% de desempleo, una crisis de coronavirus que ha obligado a Israel a un segundo bloqueo general y su propio juicio por cargos de corrupción. Él ha proclamado repetidamente su inocencia.