Nota del editor: Pedro Brieger es un periodista y sociólogo argentino, autor de varios libros sobre temas internacionales y colaborador en publicaciones de diferentes países. Es profesor de Sociología en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Director de Nodal, un portal dedicado a las noticias de América Latina y el Caribe. Es columnista de TV en el canal argentino C5N y en el programa «En la frontera», de PúblicoTV (España) y en programas de las estaciones argentinas Radio10, La Red, La Tribu y LT9-Santa Fe. A lo largo de su trayectoria, Brieger ha ganado importantes premios por su labor informativa en la radio y televisión argentinas. Su cuenta en Twitter es @PedroBriegerOk. Las ideas expresadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor. Ver más artículos como este en CNNe.com/opinion.
(CNN Español) – En un reciente referéndum, Italia votó por la reducción de la representación parlamentaria en ambas cámaras. Ya no habrá 945 legisladores sino 600. Un recorte que no parece significativo a simple vista, pero que tiene implicancias políticas que van más allá del número. La ciudadanía votó para que el Congreso sea más pequeño, una manera de cuestionar las formas tradicionales de hacer política.
Ya hace años que diferentes voces plantean que existe una “clase” o “casta” política diferenciada del resto de la población, como si fuera una clase social, a pesar de que sus representantes suelen provenir, justamente, de diversas clases sociales. Se la considera una clase privilegiada, que se beneficia de altos salarios y sin apego a los problemas concretos de la inmensa mayoría de la población. Es muy común escuchar —en una burda generalización— que se pelean por nimiedades en debates incomprensibles para el gran público y cobran altos salarios.
El discurso antipolítica
El discurso “antipolítica” no es nuevo y va ganando aceptación también por las constantes críticas desde los medios de comunicación. En épocas donde todo parece un espectáculo, “vende” más una pelea entre representantes que, por ejemplo, un trabajo parlamentario cuyo fruto es un desarrollo científico-tecnológico.
Ya hace años que personas sin trayectoria partidaria han hecho pie en asuntos políticos y hacen de la crítica a “la política” una bandera para llegar al poder. Como si no estuvieran contaminadas por la política misma. Son los famosos “outsiders”, personajes que entran a la política cargando un prestigio ganado fuera de ella. Solo para mencionar algunos casos podemos mencionar al empresario y actual presidente Donald Trump en Estados Unidos, al famoso futbolista y presidente de Liberia, George Weah, o al cantante “Sweet Micky” (Michel Martelly) devenido presidente de Haití entre 2011 y 2016.
Gran parte del discurso del “outsider” seduce por las diatribas contra la que llaman “la vieja política” y la “partidocracia”. Es verdad, todavía existe una representación política basada en parámetros antiguos si se piensa que el sistema de partidos políticos y los parlamentos existen desde hace algunos siglos en Europa, y este modelo europeo se expandió al mundo.
Cabe preguntarse si el voto en Italia es solo por antipolítica o si ayudará a que se piensen otras formas de representación en paralelo a la desprestigiada parlamentaria. El tiempo nos dará la respuesta.