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OPINIÓN | Elecciones México: una derrota anunciada

Por Estefanía Veloz

Nota del editor: Estefanía Veloz es una joven feminista, activista por los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres. Es abogada, presentadora de televisión, analista política y columnista en varios medios mexicanos. Es presentadora del programa De Buena Fe, producido y emitido por el Canal Once, de la televisión pública mexicana. Las opiniones aquí expresadas son exclusivamente suyas.

(CNN Español) -- A estas alturas, ya todos sabemos que este 6 de junio se llevarán a cabo las elecciones más grandes en la historia del país, que 93 millones de ciudadanos podrán ejercer su derecho al voto, para así elegir más de 21.000 cargos en todo México. Se juegan las gubernaturas de 15 estados, la mayoría legislativa en el Congreso, pero no es solo eso: en esta elección está en juego la continuidad del proyecto de nación que busca la cuarta transformación de la vida pública del país o, como su alternativa, el regreso al fallido statu quo de una oposición sedienta de poder que no busca otra cosa más que bloquear los proyectos del ejecutivo.

Frente a la evidente intención mayoritaria del voto por Morena –testimoniada por encuestas–, aún hay quienes creen, y entre ellos muchos medios nacionales, que la oposición tiene alguna posibilidad de ganar. Esa falta de objetividad –o directamente simulación— merma su capacidad de hacer una lectura correcta del posible resultado electoral. En lugar de examinar la compleja política mexicana, se abocan a interpretar los humores del presidente Andrés Manuel López Obrador en la conferencia matutina que sostiene de lunes a viernes.

Muy poco han abonado a la discusión democrática los analistas políticos, que se han parado en más de una ocasión en algún templete de la alianza opositora. Y si para algo ha servido esta jornada electoral es para que todos los grupos de poder muestren sus filias, ya sin máscaras, ante la desesperación de perder sus privilegios. Tanto así que hay quienes han señalado el llamado que partidos y movimientos, como Sí por México, hacen a los líderes empresariales a que motiven a sus colaboradores a votar como un intento de coerción del voto.

La configuración de la alianza opositora ha dejado mucho a desear: carece de proyecto de gobierno, de propuestas, y depende de personajes trasnochados como los Calderón–Zavala; se suma, además, a una clase empresarial desenfrenada contra la “tiranía” del Gobierno que ha buscado activamente que quienes deben impuestos los paguen dejando en evidencia que su proyecto político es regresar a los privilegios fiscales del pasado.

Y es que esa lejanía de la gente y el discurso frívolo y sin sentido que busca pedirle a la población que vote por quienes ya tuvieron la oportunidad de gobernar y fallaron, demuestra que la oposición simplemente no supo estar a la altura de lo que probablemente fue la única oportunidad que les quedaba para ser políticamente relevantes y poder figurar en las elecciones presidenciales del 2024.

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La oposición juntó pequeños pedazos de partidos opositores resquebrajados, a la sociedad civil empresarial, a las grandes corporaciones, a organizaciones religiosas de extrema derecha. Y si todo eso no les da para quitarle la mayoría al presidente, entonces tendrán que aceptar la derrota y entender que, si bien decían que en esta elección se calificaba el desempeño del López Obrador, un resultado positivo reflejaría la voluntad de las mayorías en favor de la cuarta transformación.

Después del 6 de junio, ya con todos los cartuchos gastados, la oposición tendrá que reinventarse o morir. Si pretenden realmente abonar al desarrollo del país, necesitan reformular sus objetivos y plantearse un proyecto de nación que vaya más allá de sacar al presidente de Palacio Nacional. Mientras tanto, en lo que eso llega, después del 6 de junio –con una mayoría en el Congreso–, a AMLO aún le quedan tres años para consolidar el futuro de la vida política de México y sentar las bases de un cambio sustancial en todas las estructuras de Gobierno.