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Análisis

ANÁLISIS | ¿Está surgiendo realmente una guerra fría entre China y Estados Unidos?

Por análisis de Stephen Collinson

(CNN) -- Los integrantes de una nueva generación de "guerreros fríos" en EE.UU. acaban de recibir una poderosa validación a sus posturas.

Cuando el Secretario de Estado, Antony Blinken, habló sobre China en una entrevista con The New York Times, en París, ofreció una de las ideas más reveladoras de la política exterior del Gobierno de Joe Biden. Blinken dijo que Francia y Estados Unidos estaban "en sintonía" con respecto a la necesidad de defender el orden mundial libre a medida que China crece en influencia. La alternativa, advirtió, sería la ausencia de un orden mundial o un orden mundial dirigido por China que sería "profundamente antiliberal por naturaleza".

Blinken, quien lanzó un duro mensaje de parte de Estados Unidos a China durante las conflictivas conversaciones mantenidas en Alaska, en marzo, estaba ampliando sobre las recientes advertencias del presidente Joe Biden de que la democracia está amenazada, y no solo por las tendencias antiliberales en Occidente.

El concepto de una nueva "guerra fría" entre Estados Unidos y China está ganando aceptación en Washington. Sin embargo, algunos critican que en su versión original se trataba de un enfrentamiento ideológico entre los capitalistas de Occidente y los comunistas del bloque soviético. Mientras que, ahora, Estados Unidos y China están inmersos en un duelo más clásico entre una potencia en ascenso y otra en declive, aunque Blinken parece ver ciertamente un componente ideológico.

El secretario de Estado de EE.UU., Antony Blinken, junto al presidente de Francia, Emmanuel Macron, durante una reunión el 25 de junio, en París.

La expansión de China

El presidente de China, Xi Jinping, quien pronto dirigirá las celebraciones del centenario del Partido Comunista de China, ha adoptado una posición mucho más estridente para el país en la escena mundial. Beijing está desplegando su poder en el Pacífico y más allá, y los acontecimientos en Hong Kong muestran la represión en marcha dentro de su territorio.

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Pero si Beijing está interesado en (o es capaz de) librar una batalla global contra la democracia es otra cuestión. ¿Está el nacionalismo populista de Xi diseñado principalmente para mantener el apoyo a un partido gobernante autocrático, o es la auténtica expresión de una política exterior china con ambiciones globales?

En cualquier caso, tanto las políticas en Washington como las incipientes campañas políticas estadounidenses –desde la economía a las infraestructuras, y desde el mejoramiento de la defensa a la red de seguridad social– se formulan cada vez más a través de la lente de una inevitable confrontación con China. Desde esta mirada, al menos, se hace más difícil argumentar que la analogía con la Guerra Fría no da justo en el clavo.