(CNN Español) – El asesinato del presidente de Haití, Jovenel Moïse, ocurrido en la madrugada de este miércoles en Puerto Príncipe, ha sacudido al país caribeño y generado una serie de interrogantes sobre su futuro.
“La situación de seguridad en el país está bajo el control de la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas de Haití. (…) Se están tomando todas las medidas para garantizar la continuidad del Estado y proteger a la Nación”, informó en un comunicado el primer ministro interino Claude Joseph, para concluir que “la democracia y la República ganarán”.
La situación es aún más compleja en medio de una crisis política de varios años, porque Moïse había designado el lunes al Dr. Ariel Henry como nuevo primer ministro en reemplazo de Joseph, aunque aún no había jurado su cargo.
“Estamos en una situación ahora por la cual tenemos dos primeros ministros. Un primer ministro que se encuentra en funciones, y otro legalmente designado por el presidente de la República. ¿Entonces cuál de esos dos primeros ministros debería tomar las riendas del país”, dijo Jean Wilner Morin, presidente de la Asociación Nacional de Jueces haitianos, a CNN.
¿Qué sigue entonces para Haití?
El sistema político de Haití es semipresidencialista. El Poder Ejecutivo está constituido por el presidente, elegido por el voto popular para un mandato de cinco años, y el primer ministro, elegido por el presidente entre los miembros del partido con mayoría absoluta en el Parlamento, según establece la Constitución de Haití, proclamada en 1987 y revisada en 2012.
En caso de “vacancia” del presidente por “renuncia, destitución o incapacidad física o mental permanente”, el Consejo de Ministros, presidido por el primer ministro, debe ejercer el Poder Ejecutivo hasta la elección del nuevo presidente en un plazo no mayor a 120 días, de acuerdo con la carta magna.
Geovanny Vicente-Romero, estratega y analista político basado en Estados Unidos, considera que lo más probable es que Joseph asuma la presidencia interina y que Henry jure en el cargo al que había sido designado por Moïse.
“Sin embargo, la historia nos dice que habrá tumultos y revueltas, y en Haití el fondo no tiene límite desde su concepción como país: se inició en crisis, se desarrolló en crisis y continúa en crisis”, dice.
¿Qué se espera en el corto plazo?
“En el corto plazo debemos tener en cuenta que las protestas van a continuar en Haití y no va a ser fácil para las autoridades, ya que serán vistas sin legitimidad por ser designadas por Jovenel”, dice Vicente-Romero. “Hay un caos inmenso político y social en ese país, con años de atraso en desarrollo humano y pobreza”, agrega.
Luego de que el entonces presidente Michel Martelly renunciara en 2016, tras elecciones con denuncias de fraude y fuertes protestas en las calles por las condiciones de vida, Haití entró en una crisis política. Las protestas se intensificaron en años posteriores, en medio de acusaciones de corrupción contra el gobierno por el caso Petrocaribe, un fondo financiado por Venezuela. Moïse rechazó estar involucrado en el caso, asegurando que los contratos controversiales habían sido firmados en tiempos de Martelly.
Mauricio Jaramillo, profesor principal de Ciencia Política, Gobierno y Relaciones Internacionales en la Universidad del Rosario (Colombia), también cree que Joseph y Henry probablemente intentarán conducir el país, pero que será “muy difícil que alguien asuma las riendas”.
“Lo más probable es que Joseph sea la cara visible que digne a Henry la gobernabilidad. Lo que tienen que hacer es convocar a un gobierno de unidad nacional”, señala. “Vamos a asistir a una figura de poder compartida”.
“Deberán organizar elecciones en un período relativamente corto, mientras hay poca confianza en el sistema electoral”, destaca como un desafío.
Para Jorge Dávila Miguel, analista político y columnista en CNN en Español, “el asesinato del presidente es, según todas luces, un ataque mercenario organizado desde el extranjero, que no ha sido reivindicado”, haciéndose eco de las declaraciones del embajador haitiano en EE.UU., Bocchit Edmond, quien se refirió a la participación de “mercenarios” que hablarían español. “La causa principal del problema y la violencia de este acto indican que se trata claramente de una lucha por el poder”, dijo el analista.
“El Estado haitiano es muy débil y a pesar de las declaraciones recientes del embajador haitiano Bocchit Edmond, de que Haití no es un Estado fallido, me permito decirle: si no lo es ya embajador, está a las puertas de serlo”, agrega.
Otro posible sucesor, muerto por covid-19
La Constitución de Haití de 2012 ya no lo estipula, pero la versión de 1987 establecía que el presidente de la Corte Suprema debía reemplazar al presidente en caso de “vacancia” y no el primer ministro.
Jean Wilner Morin, presidente de la Asociación nacional de jueces haitianos, dijo a CNN que esto es lo que “normalmente” debería suceder. Pero habría otro problema… René Sylvestre, quien ostentaba el cargo, murió recientemente tras contraer covid-19 y fue reemplazado por el vicepresidente Jean-Claude Théogène.
Morin también recordó el precedente de 2015, cuando el presidente de la Cámara de Diputados reemplazó al presidente Michel Martelly. Pero ese cargo también está desierto tras la disolución del Parlamento en 2012.
El recuerdo de la Minustah
“El futuro no es promisorio en este momento, Haití va a recobrar impacto en la agenda internacional, va a generar reuniones urgentes de los organismos de seguridad multinacionales, especialmente de Naciones Unidas (ONU) y la Organización de Estados Americanos (OEA). Ahora mismo está en riesgo la seguridad de la región”, agrega Vicente-Romero.
Luego del golpe militar de 2004, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó la Misión de las Naciones Unidas para la Estabilización en Haití (Minustah), vigente entre 2004 y 2017 y que significó el envío de “cascos azules” para garantizar el orden interno.
Consultado sobre la posibilidad de una nueva intervención internacional, Vicente-Romero señala que Haití “es un país cuya política y estabilidad ha estado tambaleando, ha tenido muchos gobiernos y dictaduras largas. La intervención internacional desde el punto de vista de la comunidad internacional es necesaria”, dice.
“Haití va a necesitar toda la ayuda posible, tanto en lo técnico, logístico y en materia de orden público. El retiro de la Minustah fue un gran revés. Yo creo que el ambiente se va a dar para esta necesidad vuelva otra vez”, considera.
Jaramillo, por su parte, señala que, aunque las condiciones podrían estar dadas, es necesario recordar que con el antecedente de la Minustah “es difícil pensar que una fuerza multinacional resuelva problemas que solo puede resolver una transición política pacífica”.
“Aquí me parece que el gran interés de una fuerza (multinacional) es que se recomponga el diálogo político, que está interrumpido desde 2015”, dice Jaramillo. “Atacar el problema es más bien por ahí, y en las elecciones todos los sectores deben participar”.
El impacto en la región
Jaramillo recuerda que Haití es un tema que preocupa mucho a Estados Unidos, que se ha involucrado mucho en el país, especialmente desde el segundo golpe de Estado a Jean-Bertrand Aristide en 2004 y luego, en la ayuda tras la destrucción causada por el terremoto de 2010.
“Más con Joe Biden, con la política de ‘America is back’, es probable que Haití vuelva a la agenda de EE.UU.”.
También es probable que los países del Caribe intenten involucrarse con la transición bajo el liderazgo de EE.UU., sostiene Jaramillo.
Mientras que para el resto de la región será importante el rol de la OEA, que hasta el momento había mostrado “silencio” ante los hechos en Haití, “con un secretario general muy callado a diferencia de (lo que sucede con) Venezuela y Bolivia”, afirma Jaramillo. “Uno esperaría mayor compromiso”, agrega.
Vicente-Romero destaca también el rol que podría asumir República Dominicana por la cercanía territorial (comparten la isla de La Hispaniola), la migración histórica y el intercambio comercial.
Mientras tanto, Dávila Miguel señala que “debido a la situación de crisis permanente en Haití, y sus comedidas relaciones comerciales con países de la región, lamentablemente esto será visto como otra crisis y barbarie política normal en la larga lista de tristes sucesos críticos en el país caribeño”.
Controversias en el gobierno de Jovenel Moïse
La Constitución de Haití prohíbe la reelección inmediata del presidente, debiendo este esperar un período de cinco años antes de postularse. Moïse promovía una reforma constitucional para fortalecer su presidencia y está programado un referéndum constitucional para el 26 de septiembre.
Para Jaramillo, esta consulta como uno de los puntos centrales del gobierno de Moïse quedará en suspenso: “Yo creo que sin el respaldo el desaparecido Jovenel, será difícil tener los apoyos”.
FOTOS | Jovenel Moïse, el presidente de Haití asesinado en un ataque a su residencia
Moïse era también criticado por no haber dejado el poder el 7 de febrero, cuando —técnicamente— su mandato constitucional vencía luego de transcurridos cinco de años de su victoria electoral en 2016. El presidente argumentó entonces que, dado que había jurado en el cargo en 2017, le correspondía continuar hasta 2022 en lugar de 2021. Esta posición ha sido apoyada por la ONU, la OEA y la administración Biden en Washington.
Al mismo tiempo, Moïse, que designaba a las autoridades del Consejo Electoral Provisional, pospuso la organización de las elecciones locales y legislativas, dejando un Parlamento vacante luego de que el mandato de este cesara en 2020. En consecuencia, estaba gobernando por decreto.
Y precisamente por falta de Parlamento tampoco se ha logrado designar un primer ministro permanente luego de la renuncia de Joseph Jouthe, quien a su vez había reemplazado a Jean-Michel Lapin luego de que este dimitiera en 2019 en medio de las fuertes protestas por denuncias de corrupción por el caso Petrocaribe.