(CNN español) – ¿Qué tienen en común personas (y personajes) tan distintos como Mario Benedetti, Malala, James Bond, Simón Bolívar, John Lennon y hasta el Sombrerero de Alicia en el País de las Maravillas? Todos tienen un asteroide bautizado en su honor y, técnicamente, tú también podrías tenerlo.
Los primeros asteroides que se descubrieron se designaron en honor a personajes de la mitología clásica. El primero de todos, por ejemplo, que fue hallado durante el Año Nuevo de 1801, fue nombrado Ceres por la diosa romana de la agricultura (originalmente Demeter para los griegos). Más tarde fue recategorizado como planeta enano.
Sin embargo, desde entonces los nombres de los asteroides —restos rocosos que se remontan a la formación de nuestro sistema solar hace 4.600 millones de años— se han vuelto de lo más variados. La mayoría están vinculados a la ciencia, es cierto, pero también los hay de otras áreas: homenajean desde ciudades hasta personajes de ópera, pasando por artistas de múltiples disciplinas, deportistas, ciudadanos de a pie y hasta personajes bíblicos.
Hay un Sherlock orbitando el Sol, en honor al famoso detective de Baker Street, también un Dr. Watson (¿qué hubiera sido de Sherlock sin su amigo y cronista?) e incluso un Moriarty, el mayor de los criminales del universo de Arthur Conan Doyle.
El tenista Rafael Nadal también tiene su homónimo rocoso, así como Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis. Incluso Jodie Foster tiene su asteroide (aunque en el mundo de la astronomía, como dice la propia explicación del nombre, probablemente la conozcan más como la astrónoma Eleanor Arroway, protagonista de “Contact”).
La lista no es infinita, pero es muy larga y todavía más variopinta (y la puedes consultar completa aquí).
¿Quién tiene el privilegio de ponerle nombre un asteroide?
El proceso para designar el nombre de un asteroide es largo, explica la Unión Astronómica Internacional (UAI), la autoridad en la materia. De hecho puede tardar décadas.
Luego de que se descubre un asteroide que no se identifica con ningún objeto ya existente, el Centro de Planetas Menores de la UAI le asigna un nombre provisional formado por el año del descubrimiento, dos letras y más dígitos en caso de que sea necesario. Cuando se determina la órbita lo suficiente para poder prever de manera confiable cuál será su posición en el futuro, entonces se le asigna un número permanente.
En esa etapa quien lo descubrió puede sugerir un nombre, que luego analizan, votan y aprueban (o no) un grupo de astrónomos de la unión. Y el descubridor tiene ese privilegio durante una década a partir de que el asteroide haya recibido su número. Por eso, tal como explica la UIA, la mejor forma de decidir el nombre de un asteroide es… poniendo manos a la obra y encontrando uno nuevo.
Otras vías para nombrar un asteroide: el caso de Mario Benedetti
Sin embargo, aunque no hayas descubierto un asteroide, también hay otras vías para proponer nombres. Gonzalo Tancredi, astrónomo uruguayo integrante del grupo que analiza y vota las propuestas, explicó a CNN que, a diferencia de lo que sucedía en el pasado, cuando el descubrimiento de asteroides podía ser más excepcional, ahora hay equipos de astrónomos que han descubierto miles de planetas menores.
Como resultado ha quedado un conjunto grande de asteroides sin nombre, lo que “habilita a que otros grupos de personas interesadas en la astronomía hagan propuestas”. Aunque técnicamente cualquiera podría proponer una designación, se priorizan las que provienen de “grupos de aficionados a la astronomía, de estudiantes con motivaciones especiales (y) de sociedades astronómicas”, entre otras, según explicó Tancredi.
Y esto fue lo que sucedió con el asteroide en honor al entrañable escritor uruguayo Mario Benedetti, fallecido en 2009. Tiempo atrás, los medios uruguayos reportaron la noticia que emocionó a muchos: Benedetti ya tenía su asteroide. El escritor recibió el homenaje tras una propuesta proveniente de una escuela secundaria de Montevideo que lleva el mismo nombre (esa secundaria, como muchas otras del país, cuenta con un pequeño observatorio astronómico).
También hay casos en que los nombres se definen por concursos.
Las reglas para nombrar un asteroide
Para que el asteroide quede formalmente bautizado, el nombre propuesto debe recibir la aprobación de un grupo de la UAI. Y para que eso suceda, debe cumplir algunos criterios.
Los nombres no pueden ser ofensivos ni de carácter comercial, se deben poder pronunciar en algún idioma, preferiblemente ser una única palabra y tener como máximo 16 caracteres. También hay que evitar nombres demasiado parecidos a los que ya existen y nombres de mascotas.
(En cuanto a las mascotas, hay una excepción notable: en 1985, un astrónomo nombró a un asteroide Mr. Spock en honor al gato que le hizo compañía mientras se encontraba en un observatorio de Argentina. Pero el gato, es justo decirlo, llevaba el nombre de un personaje de “Star Trek” por su parecido).
Además, si el nombre se va a proponer en homenaje a una persona conocida principalmente por sus actividades militares o políticas, deben haber pasado al menos 100 años de su muerte. Lo mismo para un acontecimiento de esas características. Por eso, no veremos en el futuro próximo ningún asteroide Biden o Trump, por más ferviente admirador que sea quien lo haya descubierto. Pero sí hay, por ejemplo, un asteroide descubierto en 1916 que fue nombrado en honor al líder comunista Lenin (se llama Wladilena, que junta las primeras sílabas de su nombre), y uno llamado “Boliviana” en honor al libertador Simón Bolívar.
Las reglas no prohíben que la persona que descubrió un asteroide proponga su propio nombre pero, según explica el astrónomo amateur Gary Hug, quien descubrió cerca de 300, hay una suerte de “código” entre los descubridores para no hacerlo. No pasa igual con la familia. Él, por ejemplo, bautizó el primer asteroide que descubrió en honor a su esposa (quien, contra todo pronóstico, no quedó fascinada inicialmente con el gesto) y también designó rocas en homenaje a su madre y amigos.
El jurado
La decisión final queda en manos de un grupo de 13 astrónomos que forman parte de la Unión Astronómica Internacional y cuyos intereses de investigación están vinculados a los asteroides o cometas. En el equipo designado actual hay personas de Estados Unidos, Japón, Nueva Zelandia, República Checa, los Países Bajos, Rusia y Uruguay.
El grupo es multicultural y, como explicó Tancredi, el objetivo es que los nombres de los planetas reflejen justamente “la diversidad cultural de la humanidad”.
No caigas en una estafa: no se pueden comprar nombres de asteroides (ni estrellas ni otros objetos celestiales)
Tal vez te hayas topado por ahí con páginas que te ofrecen la posibilidad de comprar el nombre de un asteroide, o incluso de comprar una estrella. Sin embargo, estas compras no tienen validez formal alguna. La UAI no realiza ninguna transacción comercial con los nombres de los objetos celestes. Y las designaciones oficiales son las que se publican en las Circulares de los Planetas Menores.