Nota del editor: Wendy Guerra es escritora cubanofrancesa y colaboradora de CNN en Español. Sus artículos han aparecido en medios de todo el mundo, como El País, The New York Times, el Miami Herald, El Mundo y La Vanguardia. Entre sus obras literarias más destacadas se encuentran “Ropa interior” (2007), “Nunca fui primera dama” (2008), “Posar desnuda en La Habana” (2010) y “Todos se van” (2014). Su trabajo ha sido publicado en 23 idiomas. Los comentarios expresados en esta columna pertenecen exclusivamente a la autora. Mira más en cnne.com/opinion
(CNN Español) – Los grandes poemas de amor nos cuentan la experiencia de los amantes a lo largo de la historia. Las más impactantes obras líricas abordan conceptos sobre “cuerpo y alma”, “interior y exterior”, ese yo dilatado en lo sublime, en lo divino y sagrado, surge siempre tras una vivencia personal memorable, sensorial o extrasensorial, donde por veces se pierde el yo para fundirse en el nosotros:
“Y, cobrando nueva vida / de tal manera he trocado / que es mi amado para mí, / y yo soy para mi amado”.
Santa Teresa de Ávila
El enamoramiento, cuando es legítimo, transforma tu vida para siempre y, entres o no en un juego de seducción, hay personas, lugares y situaciones claves que te arrastran al amor más allá de tus propias previsiones, estratos, o educación sentimental. El enamoramiento, es pues, una cortina de humo, remolino irreflexivo que nos envuelve sin traslucir juicios claros, serenos ¡y allá vamos! actuando más allá de la razón o de tus convicciones, impulsados por la fuerza abstracta de los sentimientos, alistados en una aventura extraña y fascinante, pero -sobre todo- inevitable y repentina para la que pocas veces estamos preparados.
(…) dos copas amarillas / dos gargantas raspadas / dos besos comunicantes / de la visión de una existencia a otra existencia”. Alejandra Pizarnik
También existe, para quien así lo cree, “el destino” como futuro irreversible. La gran escritora Anaïs Nin, al conocer a su colega y gran amor, Henry Miller, anotó en su diario íntimo ciertas pistas que encierran circunstancias muy particulares, preámbulos y referencias favorables para quienes están predestinados. “La fascinación ejercida por un ser humano sobre otro no reside en la personalidad que este emite en el instante del encuentro, sino en una recapitulación de todo su ser, de la que emana esa poderosa droga que captura la ilusión y el apego. No existe encanto personal que no tenga raíces en el pasado, que nazca de la tierra yerma, no existe momento de encantamiento como un accidente despreocupado de la belleza, sino como una suma de aflicciones, crecimientos y esfuerzos”.
El erotismo también es fuente trascendental de este viaje, que comienza con dos y puede terminar multiplicándose. Este amor traducido en carne, lujuria, o simplemente en sintonía física, que, al fusionarse, produce una música divina, el alumbramiento, la creación de criaturas que se nos parecen y trascienden ese amor.
“No es tu sexo lo que en tu sexo busco / sino ensuciar tu alma: / desflorar / con todo el barro de la vida / lo que aún no ha vivido”. Leopoldo María Panero
Las grandes canciones de amor tienen de fondo una trama compleja, llena de claves y frases secretas que nos acompañan para siempre. No importa si quienes la inspiraron se llaman Yolanda, Roxanne, o La chica de Ipanema, porque si nos apropiamos de la letra y tarareamos la melodía, una y otra y otra vez, es solo con la secreta intención de volverla la banda sonora de nuestra vida.
En “She’s Always A Woman” (Ella es siempre una mujer) Billy Joel confiesa: “Ella puede matar con una sonrisa / Ella puede herir con sus ojos / Ella puede arruinar tu fe con sus mentiras casuales / Y ella solo revela lo que quiere que veas”. Poco importa cuáles sean esas “mentiras casuales” ni las cosas que ella desea ocultar, porque mientras más misterios posea una canción, más posibilidades tenemos de transportarla a nuestras circunstancias.
Con el amor llega el desamor, los amores difíciles y las desilusiones, los rompimientos, los divorcios y las desavenencias entre amantes. También sobre eso se han escrito obras maestras.
“Él besó a la otra a orillas del mar / resbaló en las olas / la luna de azahar. / ¡Y no untó mi sangre / la extensión del mar!” Gabriela Mistral, y aquel famoso Cántico espiritual de San Juan de la Cruz: “En soledad vivía / y en soledad he puesto ya su nido, / y en soledad la guía / a solas su querido, / también en soledad de amor herido”.
Recorriendo los seres que nos han y hemos amado, a quienes nos encontramos años después, recordándonos quiénes fuimos a lo largo de nuestra vida, cito al poeta cubano Sigfredo Ariel: “Que has sido o eres el amor / el gran amor de dos o tres personas /te lo han dicho en momentos suficientemente graves / esas dos o tres personas / en un momento se excusan y miran su reloj / o te preguntan qué hora es / y casi siempre es tarde, los esperan o no/eso no importa. /Se despiden mirándote a los ojos / peinándose hacia atrás con los dedos tranquilos / y el gran amor cierra la puerta / cuando salen, con cierta culpabilidad / y una vez que bajaron la escalera / se pregunta qué hacer con sus dos o tres / grandes tesoros, / ahora mismo qué”.
Tire la primera piedra quien no ha escrito una carta o un poema de amor.
Este 14 de febrero, ¿serías capaz de abrir la jaula a tus palabras, publicar tus poemas inéditos sin miedo, regalarlos al mundo… y, pase lo que pase, más allá de las consecuencias públicas, liberar de autocensura tus versos revelando tus mayores secretos?