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Coronavirus

Análisis

ANÁLISIS | Hambre e ira dominan la interminable pesadilla del confinamiento en Shanghái, China

Por Steven Jiang

(CNN) -- Cuando mi padre, un hombre de 73 años, expresó su preocupación por la reducción de su suministro de alimentos a finales de la semana pasada, la catástrofe generada por el confinamiento de la ciudad de Shanghái por el covid-19 de repente llegó a casa.

"Se acabará en unos días si no hay ayuda del gobierno pronto", me dijo papá en un mensaje el jueves.

Luego, como si anticipara mi inevitable preocupación, agregó: "Sin embargo aún tengo un poco de arroz y galletas, y mucho café".

Fue una revelación sorprendente sobre la sombría realidad en la ciudad y centro financiero más grande de China, de parte de un miembro de la generación que vivió la Gran Hambruna y la tumultuosa Revolución Cultural que mató a millones durante las primeras décadas de la República Popular, fundada en 1949 por el revolucionario comunista Mao Zedong.

Así desechan las verduras donadas a los confinados en Shanghái 0:41

Incluso durante los días más oscuros en la China de Mao, mis padres, nacidos y criados en Shanghai, solían recordarme que, a diferencia de muchos en el campo, tenían la suerte de no temer la perspectiva de morir de hambre.

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Ahora, con las medidas de confinamiento cada vez más draconianas, un tema que antes era casi impensable ha tocado la fibra sensible de los residentes de la ciudad y más allá, más que cualquier otra cosa: la gente está pasando hambre en Shanghái en 2022.

Según lo reconocieron las propias autoridades, la escasez de alimentos ha sido en gran parte un desastre causado por el hombre debido a la falta de planificación y coordinación.

A pesar de las promesas oficiales, las donaciones del gobierno no han sido confiables en muchas partes de la ciudad, incluido el complejo de apartamentos de mi padre en el noreste de Shanghái, lleno de jubilados como él. La mayoría de los ancianos no habían logrado asegurar los suministros a través de compras al por mayor en línea, prácticamente la única forma de comprar algo en Shanghái en este momento, debido a su demanda relativamente pequeña y falta de conocimientos tecnológicos.

Trabajadores con trajes de protección contra materiales peligrosos vigilan una calle durante el cierre de Shanghái el 16 de abril.

La dificultad de encontrar alimentos en medio del confinamiento de Shanghái

Me propuse ayudar, pero nunca pensé que comprar comestibles en línea sería una montaña rusa de emociones.

Armado con una membresía para un club de almacén minorista, presumiblemente permitiéndome enfrentar una competencia menos dura que aquellos que usan una tienda general de comestibles en línea, rápidamente me di cuenta de que era imposible tomar uno de los codiciados espacios de entrega, que se asignan a las 9 p.m. todos los días, incluso con alimentos aún disponibles en los estantes virtuales.

Durante días, la aplicación del minorista simplemente fallaba todas las noches, y solo volvía a estar en línea unas horas más tarde con un deslumbrante mensaje de "no hay más espacio de entrega para el día".

A medida que aumentaba la frustración y la ansiedad, mi esperanza disminuyó junto con el suministro de mi padre. El día 2 de mis intentos inútiles, un amigo me avisó sobre un minorista en línea "boutique" que todavía ofrecía un paquete de comestibles con espacios de entrega al día siguiente. Eufórico al descubrir que tenía razón, ordené de inmediato a mi padre.

Sin embargo, cuando di la buena noticia en el chat grupal familiar en línea, tíos y tías, todos enfrentando su propia escasez de alimentos en diversos grados, intervinieron para expresar su sorpresa porque pagué 398 yuanes (unos US$ 62) por cinco kilogramos de verduras y 60 huevos.

"¡Es un robo!" gritó un tío, mientras que una tía recalcó que el precio era más de cuatro veces lo que normalmente pagaría por la misma cantidad de alimentos en el mercado.

"Pero estos son huevos de boutique", dijo mi papá sin expresión.

Me sentí aliviado de que el refrigerador de mi padre se reabasteciera a tiempo pero, al escuchar los comentarios de mis parientes, sentí una sensación de "culpa de sobreviviente": ¿Qué pasa con los innumerables residentes que no pueden pagar los alimentos con precios exorbitantes?

Trabajadores con trajes de protección contra materiales peligrosos transfieren suministros diarios de alimentos y necesidades para los residentes locales durante el confinamiento por covid-19 en Shanghái.

Un confinamiento indefinido en Shanghái

La supervivencia literal no era una preocupación para la mayoría de los 25 millones de residentes de Shanghái antes de abril.

Durante los últimos dos años, la ciudad ha reforzado su estatus como la puerta de entrada internacional más importante a China, tanto para personas como para mercancías. Se enorgullecía de su enfoque más específico e indulgente para la contención del covid-19, a pesar de la estricta política de covid cero de Beijing.

Con Shanghai evitando las pruebas masivas en toda la ciudad y adoptando reglas de cuarentena menos restrictivas, una vez pareció un modelo a seguir potencial para todo el país, ya que el resto del mundo había elegido en gran medida vivir con covid con énfasis en la vacunación.

Luego vino la variante ómicron, con la variante altamente contagiosa de covid arrasando la ciudad e infectando a más de 390.000 residentes desde marzo, según estadísticas del gobierno.

Después de negar en repetidas ocasiones que la ciudad sería sometida a confinamiento —la policía incluso anunció una investigación sobre los presuntos traficantes de rumores en línea— las autoridades de Shanghái cambiaron abruptamente de rumbo a fines de marzo y ordenaron el cierre de toda la metrópolis a principios de abril.

El gobierno inicialmente lo anunció como una "pausa temporal" de cuatro días, alegando que evaluaría rápidamente a toda la población, aislaría los casos positivos y luego reabriría la ciudad. Como resultado, muchos residentes nunca se molestaron en abastecerse.

A pesar de las compras de pánico generalizadas antes del cierre, mi padre estaba entre los imperturbables. Un ingeniero eléctrico jubilado que disfruta de los viajes, la fotografía y el café, recientemente se había lesionado los músculos de la espalda y, de todos modos, no iba a ir a ninguna parte.

Aún así, su confinamiento en casa resultó ser mucho más largo, y más precario, de lo que nunca imaginó.

Compras de pánico en Shanghái por confinamiento por covid-19 1:00

Con decenas de miles de nuevas infecciones reportadas diariamente, el gobierno ha continuado extendiendo el confinamiento en Shánghai, ordenando que cualquier comunidad residencial con un nuevo caso positivo sea sellada por 14 días adicionales.

El complejo de apartamentos de mi padre actualmente está programado para permanecer cerrado hasta el 2 de mayo. Pero incluso esa fecha sigue siendo incierta, ya que las autoridades volverán a hacerles pruebas covid a los residentes, lo que significa que el reloj de cierre podría reiniciarse en cualquier momento.

Por una vez, millones de personas en Shanghai (jóvenes y viejos, ricos y pobres, liberales y conservadores) parecen unidos por su creciente ira.

A pesar del feroz esfuerzo de los censores para borrar todo rastro de malas noticias, los usuarios de las redes sociales siguen contando y volviendo a publicar historias desgarradoras, cada vez más disgustados por las imágenes de los medios estatales altamente coreografiadas que muestran un confinamiento ordenado y efectivo.

Entre mis amigos y familiares, casi todos tienen una historia personal para compartir sobre el caos y la miseria del encierro: desde escabullirse en la oscuridad para intercambiar algo de comida con un vecino, hasta conocer las experiencias desgarradoras de un amigo arrojado a una sala de aislamiento construida apresuradamente con goteras en los techos y retretes desbordados, y escuchando el llanto de una anciana de al lado cuyos hijos no pudieron ver a su padre recién fallecido por última vez.

Escucha el pedido de ayuda de una madre para su hijo en Shanghái 1:19

La propaganda del gobierno chino le pone sal a la herida

La gente también está viendo cómo los zares de la propaganda china se duplican, presentando la variante ómicron como una amenaza potencialmente letal y enfatizando que solo la política de covid cero puede salvar a China de las muertes y los estragos causados por el virus en Occidente.

Los funcionarios han dejado en claro que la política tiene el sello personal de aprobación del hombre fuerte del país, Xi Jinping, quien aún no ha visitado Shanghai, una ciudad que una vez dirigió, en medio de la profundización de la crisis. Se espera que Xi asuma un tercer mandato casi sin precedentes a finales de este año, allanando el camino para que gobierne de por vida.

Fuera de Shanghai, ese mensaje todavía parece resonar en muchos, aunque los debates han comenzado a surgir e intensificarse. Dentro de la metrópolis inquietantemente tranquila, el cierre y la calamidad que siguió se han convertido en un momento decisivo para los locales y los expatriados.

Con los titulares de los medios estatales gritando "¡no es influenza!" contra las estadísticas del gobierno que muestran solo unas dos docenas de casos graves entre los infectados en Shanghái hasta el momento, casi todos parecen estar de acuerdo en el aparente absurdo de que "la solución es peor que el problema", particularmente cuando surgen historias en las redes sociales sobre muertes relacionadas con aquellos que no pueden recibir atención médica por causas ajenas a covid debido al confinamiento.

Algunos residentes han cuestionado en Internet por qué las autoridades parecen más dispuestas a atacar a los críticos de la política cero-covid que a convencer a los residentes mayores de 60 años en la ciudad que envejece rápidamente, el grupo más vulnerable con una tasa de vacunación decepcionante del 62%, para que se vacunen.

"¿Cómo cayó Shanghái así?"

Otros reflexionan sobre la tragedia actual y contemplan sus próximos pasos.

"¿Cómo cayó Shanghai así?", ha sido la frase que he escuchado más a menudo últimamente. Es sobre todo una pregunta retórica: la verdadera pregunta parece ser "¿Me quedo o me voy?"

Para los expatriados, muchos han estado votando con los pies, sin desanimarse por los obstáculos burocráticos y logísticos que deben atravesar para salir de sus residencias.

Para los lugareños, implica más examen de conciencia pero, haciéndose eco del sentimiento en línea, un número creciente de shanghaineses, nativos o adoptados, me han dicho que han decidido dar un paso adelante para emigrar.

Tanto los empresarios como los banqueros dicen que el brutal confinamiento ha demostrado que el dinero no significa nada en un mundo donde cualquiera puede convertirse instantáneamente en daño colateral en planes instigados por un liderazgo distante e irresponsable.

Para la mayoría de las personas en Shanghái, especialmente las generaciones mayores como mi padre, siempre llamarán hogar a la ciudad. Siguen enfocados en sobrevivir a la pesadilla en curso, probando suerte con compras al por mayor en línea.

Mi padre dijo que alguien en su comunidad recientemente inició un intento de compra grupal de café, pero fracasó rápidamente debido a la falta de interés.

"Nadie parece estar de humor para un café en este momento", dijo.