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Ucrania

¿Por qué Ucrania pasó al ataque y cómo puede responder Rusia? Esto es lo que sabemos de las contraofensivas en el noreste y el sur

Por Germán Padinger

(CNN Español) -- Contra todos los pronósticos, Ucrania lanzó a finales de de agosto una contraofensiva en territorios ocupados por Rusia desde el inicio de su invasión en febrero, y esto ha empujado la guerra hacia una nueva etapa.

Primero en el sur, en el óblast de Jersón, y luego en el noreste, en torno a la ciudad de Járkiv, las tropas ucranianas parecen haber roto, al menos temporalmente, la inercia de la guerra de desgaste en la que habían descendido ambos bandos, y se lanzaron a maniobrar desde dos direcciones logrando importantes éxitos especialmente en el noreste.

Según Volodymyr Zelensky, presidente de Ucrania, se liberaron unos 8.000 kilómetros cuadrados de territorio, equivalente a más del 10% del total ocupado por Rusia. Zelensky incluso viajó a Izium, al ciudad más grande entre las recientemente liberadas, y se dejó ver entre las calles.

Mientras tanto, el mundo se pregunta cómo podría responder Rusia, cuya superioridad militar es aún evidente, pero no se ha mostrado con claridad, frente a estas ofensivas que han golpeado con fuerzas sus posiciones, a pocos meses del comienzo de un invierno que será muy duro para la población de Ucrania.

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Esto es lo que sabemos de las contraofensivas ucranianas hasta el momento.

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¿Cómo llegó la guerra hasta aquí?

Rusia invadió Ucrania desde el norte, este y sur el 24 de febrero de 2022, tras meses de acumulación de tropas en la frontera. Puedes leer aquí sobre las causas de estas guerra.

En el norte, las tropas rusas marcharon desde Belarús hasta los alrededores de Kyiv, la capital ucraniana, mientras que en el este atacaron en las regiones de Donetsk y Luhansk que desde 2014 están controladas por milicias rebeldes apoyadas por Moscú.

En Kyiv las columnas rusas fueron rechazadas por los ucranianos y debieron replegarse, y en el Donbás —en guerra desde 2014 y muy fortificado— ambos bandos se trabaron en una guerra de desgaste.

Pero en el sur Rusia tuvo sus mayores éxitos, capturando grandes porciones de territorio en los oblást de Jersón, Zaporiyia y Donetsk, con lo cual concretó uno de sus objetivos: el corredor terrestre entre Crimea —anexada en 2014— y los territorios en Donetsk, en manos de rebeldes prorrusos.

Luego de esa primera fase, la guerra pareció estancarse en el este y el sur, con combates diarios, frecuentes bombardeos aéreos y de artillería, y poco movimiento.

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Contraofensiva en Jersón

La contraofensiva ucraniana comenzó el 29 de agosto en el sur, en el oblást de Jersón y precisamente en dirección a la ciudad del mismo nombre, una de las más grandes capturadas por Rusia al inicio de la guerra.

Precisamente, desde la captura de Jersón, Melitópol y Mariúpol, entre otras ciudades en el sur, ucranianos y rusos han estado peleando en estas regiones, y Kyiv manifestó numerosas veces sus intenciones de recuperarlo, en el caso de Jersón incluso antes de fin de año.

Durante semanas previas a la contraofensiva, las fuerzas ucranianas habían estado realizando ataques en la región contra infraestructura y líneas de suministro —incluyendo puentes— de las tropas rusas allí apostadas, en preparación para el asalto. Y en los días previos estos ataques se intensificaron contra centros de comando, depósitos de municiones y otros blancos.

Los tanques ucranianos, apoyados por infantería y artillería, atacaron luego en dos direcciones en Jersón y tuvieron éxitos al inicio de la ofensiva, liberando cuatro aldeas.

Luego, el avance se desaceleró frente a la resistencia rusa, y en la zona se sigue combatiendo hasta el momento.

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"Este proceso no será muy rápido", dijo Oleksiy Arestovych, asesor del jefe de la oficina del Presidente de Ucrania, en una declaración publicada en Telegramal comienzo de la contraofensiva, "pero terminará con la instalación de la bandera ucraniana sobre todos los asentamientos de Ucrania".

Contraofensiva en Járkiv

Mientras los combates continuaban en el sur, Ucrania sorprendió abriendo un segundo eje en su contraofensiva a casi 450 kilómetros de distancia: sus fuerzas atacaron el 7 de septiembre en el noreste y en torno a la ciudad de Járkiv, que Rusia amenazaba desde el inicio de la guerra sin poder tomar.

En esta región no hubo rumores de contraofensiva, anuncios ni ataques previos, y la sorpresa parece haber sido total: las tropas ucranianas rompieron el frente, superaron a las fuerzas rusas allí apostadas —en su mayoría de segunda línea— que se replegaron, y recuperaron una enorme cantidad de territorio y cerca de 300 poblados, entre ellos la muy importante ciudad de Izium, ocupada por Rusia desde abril.

En las semanas anteriores a esta segunda contraofensiva, Rusia había movilizado tropas hacia el sur para reforzar sus defensas, dejando más débil sus posiciones en el norte, de acuerdo con oficiales ucranianos e imágenes satelitales geolocalizadas por CNN.

"Es probable que las fuerzas ucranianas hayan aprovechado con prudencia la reubicación de las tropas rusas, el equipamiento y el enfoque operativo general para lanzar contraofensivas localizadas hacia puntos críticos en el oblást de Járkiv", dijo el Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW), un grupo analítico con sede en Washington, al comienzo de esta contraofensiva.

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Tras sus éxitos iniciales, las tropas ucranianas parecen haberse detenido ahora en el río Oskil, un importante obstáculo natural, y no está claro si intentarán cruzarlo o consolidar sus ganancias antes de la llegada del invierno.

¿Cómo podría responder Rusia?

Ucrania sorprendió a Rusia y al mundo con su capacidad de montar una contraofensiva a finales de agosto, en medio de una guerra que ha devastado buena parte del país y en la que la disparidad de fuerzas en su contra es notable. Y, más aún, sorprendió con sus éxitos en el asalto en el oblást de Járkiv.

La pregunta que recorre el mundo es cómo reaccionará Rusia, que parece aún comprometida con su invasión de Ucrania y con voluntad de seguir peleando.

"La sorprendente reconquista de Ucrania de vastas áreas del territorio controlado por Rusia está renovando el enfoque en la incógnita más escalofriante de una guerra ya marcada por una crueldad extrema: las profundidades a las que podría descender un Vladimir Putin acorralado", dijo Stephen Collinson, de CNN, en un análisis.

En particular, existe el temor a que Rusia pueda utilizar armas de destrucción masiva en el caso de que la guerra convencional gire decisivamente en su contra: desde armas químicas hasta ojivas nucleares de poder reducido y uso táctico, Moscú tiene un impresionante arsenal disuasorio.

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La existencia de estas armas explica, en parte, el hecho de que Ucrania no se haya decidido a llevar la guerra a territorio ruso, o que los países de Occidente —en especial Estados Unidos y el Reino Unido— hayan limitado sus envíos de armas a sistemas defensivos que permitan hacer frente a la invasión pero no así causar daños dentro de Rusia.

Así se entiende la negativa de muchos países europeos, en especial Alemania y Francia, a proveer aviones de combate o tanques a Ucrania, armas de uso principalmente ofensivo.

Pero Rusia también puede responder de otra forma: aún no ha usado toda su capacidad militar convencional, no se ha puesto al país en pie de guerra con amplias movilizaciones —como hizo Ucrania—, y aún tiene capacidad para lanzar ofensivas poderosas contra las vanguardias del avance ucraniano.

Moscú tampoco ha desencadenado, al momento, una campaña de destrucción total de infraestructura civil en el país para debilitar la capacidad de hacer la guerra y la moral de la población, cómo sí la lanzó desde el primer día contra infraestructura militar.

Recientemente, este último punto podría estar cambiando.

Al menos desde el inicio de la contraofensiva en torno a Járkiv, las Fuerzas Armadas de Rusia han aumentado sus ataques contra plantas de energía en Ucrania y otros blancos civiles, y recientemente aviones de combate rusos dañaron gravemente a una represa en el río Kryvyi Rih, y algunos residentes de la zona debieron ser evacuados.

A medida que se acerca el invierno en el hemisferio norte, los daños a la infraestructura energética de Ucrania golpearán con fuerza principalmente entre los civiles y su capacidad de calentarse en las gélidas temperaturas de Europa del Este.

Con información de Anna Chernova, Nathan Hodge, Jim Sciutto, Tim Lister, Olga Voitovych, Jo Shelley, Tara John, Olha Konovalova, Rebecca Wright, Rob Picheta, Vasco Cotovio, Natasha Bertrand, Oren Liebermann, Katie Bo Lillis, Sana Noor Haq y Oleksandra Ochman.