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Llamado a la Tierra es una serie editorial de CNN comprometida con reportar los desafíos ambientales que enfrenta nuestro planeta, además de mostrar las soluciones a esos retos. La iniciativa Perpetual Planet de Rolex se ha asociado con CNN para crear conciencia y educación sobre los asuntos de sostenibilidad claves y para inspirar acciones positivas.

(CNN Español) – Si te preguntan qué observas en esta foto, lo más probable es que tu respuesta inmediata sea que “hay un ciervo cruzando una carretera”. Sin embargo, hay otra respuesta posible: “hay una carretera cruzando un bosque”.

Este ejemplo “sirve mucho para ilustrar lo que está pasando con la vida silvestre”, explicó tiempo atrás en una entrevista con CNN en Español María José Villanueva, coordinadora del Gabinete de Conservación de América Latina y el Caribe de la organización WWF.

Es lisa y llanamente una cuestión de óptica: si tu foco está puesto en primer lugar en las necesidades humanas, identificarás al ciervo como el elemento disruptivo. Sin embargo, si eres capaz de ampliar la mirada, te darás cuenta que los primeros en introducir una perturbación fuimos nosotros, los humanos, al construir una carretera en medio del hábitat de estos mamíferos.

Si logras analizar los espacios que te rodean en esta clave —teniendo en cuenta que menos del 3% de todo el territorio del planeta permanece intacto desde el punto de vista ecológico, según un estudio publicad en la revista Frontiers in Forests and Global Change estarás un paso más cerca de la solución a nuestro problema de convivencia con la vida silvestre y, en consecuencia, a la crisis de biodiversidad que asola nuestro planeta.

La historia del jaguar que se comió un perro

La destrucción de los hábitats es uno de los factores principales que impulsan la pérdida de biodiversidad. Sobran cifras para ilustrar este problema: las poblaciones de animales vertebrados —categoría que incluye a mamíferos, aves, anfibios, reptiles y peces— en el planeta han disminuido un 69% en promedio entre 1970 y 2018, según el Informe Planeta Vivo 2022 publicado por WWF. En América Latina y el Caribe, hogar de buena parte de los llamados ‘países megadiversos’, el porcentaje escala a 94% en casi 50 años.

Las poblaciones de animales vertebrados en el planeta han disminuido un 69% en promedio entre 1970 y 2018. En América Latina y el Caribe, el porcentaje escala a 94% en casi 50 años.

Para quienes habitamos áreas urbanizadas, es posible que sea difícil comprender cabalmente la noción de “pérdida de hábitats”. Sin embargo, en los últimos años se han multiplicado episodios que vuelven a esa pérdida tangible, cercana y hasta fuente de temor. A lo largo y ancho del planeta, hemos sido testigos de cómo animales a los que habitualmente solo veríamos en una reserva natural o un zoológico avanzan sobre nuestros entornos humanos como los carpinchos en Argentina, los elefantes en China y hasta los jaguares en México.

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Villanueva pone el ejemplo de una colega que compró un terreno en Quintana Roo y allí un jaguar, el rey de los felinos —y el mayor de los depredadores— de América, se comió a su perro. ¿Qué fue lo que pasó? Los jaguares tienen cada vez menos espacios para cazar. Y también tienen cada vez menos presas, ya que se cazan para el consumo humano. Y los perros, lentos y en abundancia, son como un “manjar” para estos felinos hambrientos.

Detrás de esto, lo que sucede es que los jaguares han perdido cerca del 50% de su hábitat original y “esto ha llevado a que procesos en los que ellos se movían grandes extensiones para buscar pareja, para buscar alimento, ya no lo pueden hacer porque ya tienen una carretera o tienen un complejo turístico (en medio)”, dice Villanueva.

(La conservación de los jaguares, también conocidos como yaguaratés, es clave para que los ecosistemas se mantengan sanos por dos motivos, explica la WWF: por un lado, al ser los mayores depredadores del continente, regulan los tamaños de las poblaciones de otros animales. Por otro, como necesitan grandes porciones de territorio para desarrollarse, son una “especie sombrilla”, es decir “una especie que, al ser protegida, conserva el hábitat de otros cientos de especies que comparten su hogar”)

El factor cambio climático

Los cambios en el suelo y la sobreexplotación de la flora y la fauna son los principales factores asociados a la degradación de la biodiversidad, así como la contaminación y la presencia de especies exóticas invasoras, según WWF. Y hay otro factor a tener en cuenta: el cambio climático.

“Algo más que complica la situación es que con el cambio climático están moviendo los hábitats, muy lentamente, pero se están moviendo los hábitats y los diferentes recursos que necesitan los animales”, explicó anteriormente a CNN en Español Jeffrey Parrish, director general de Protección de los Océanos, las Tierras y el Agua de The Nature Conservancy. Entonces los animales necesitan moverse hacia nuevos lugares para obtener los recursos necesarios para sobrevivir.

(Los científicos definieron que el calentamiento global debería limitarse a 1,5 grados Celsius por encima de los niveles preindustriales para evitar las peores consecuencias del cambio climático y, según un reporte reciente de la ONU, vamos en camino a un calentamiento de entre 2,1 y 2,9 grados Celsius si se toman en cuenta las promesas de los países hasta el momento —las promesas, que en ocasiones son mucho más que los logros efectivo—).

Un ejemplo poderoso del impacto del cambio ambiental lo captó el fotógrafo Dmitry Kokh, ganador del premio a las mejores fotografías de vida silvestre de 2022, quien utilizó un dron de bajo ruido para capturar esta imagen de osos polares en la pequeña isla de Kolyuchin, en el Alto Ártico ruso.

"La casa de los osos" de Dmitry Kokh muestra una escena inquietante de osos polares envueltos en niebla en el asentamiento abandonado durante mucho tiempo en la isla Kolyuchin en Rusia.

Detrás de la belleza de la composición y los colores de la imagen, lo que hay es una realidad dramática: con el cambio climático inducido por la acción del hombre se ha reducido el hielo marino, haciendo que para los osos polares cazar sea más difícil y se vean empujados a buscar comida en entornos imprevisibles.

De “humano vs. naturaleza” a “humano en la naturaleza”

Detener la degradación de los hábitats es una pieza fundamental del plan para conservar la biodiversidad. “El cambio en el uso de suelo debe parar”, dice Villanueva, “y no debemos seguir expandiendo nuestra marcha urbana”, lo que puede lograrse con una mejor planificación.

Además de conservar los hábitats, Parrish explica la necesidad de trabajar en los corredores que permitan a las especies desplazarse por donde encuentren conveniente.

“Tenemos que establecer corredores para que (las especies) se puedan mover con seguridad. Esos corredores pueden ser, por ejemplo, un sendero para conectar dos núcleos de hábitats, como una autopista que conecta dos ciudades”, explica.

Villanueva apunta a esta misma solución con un ejemplo: si tenemos dos áreas protegidas donde habita el tapir y en el medio un cultivo agrícola, hay que trabajar para que cuente con la infraestructura adecuada para que el tapir pueda moverse de una zona a la otra.

En definitiva, en palabras de Villanueva, se trata de un cambio de narrativa que impulse una manera diferente de actuar: “Tenemos que pasar de la narrativa ‘humano vs. naturaleza’ a ‘humano dentro de la naturaleza’ (…) Transformar el con¡flicto en coexistencia”.