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Llamado a la Tierra

Incubadoras, títeres y compañía: la receta de una organización argentina para duplicar las crías de cóndores

Por CNN Español

Llamado a la Tierra es una serie editorial de CNN comprometida con reportar los desafíos ambientales que enfrenta nuestro planeta, además de mostrar las soluciones a esos retos. La iniciativa Perpetual Planet de Rolex se ha asociado con CNN para crear conciencia y educación sobre los asuntos de sostenibilidad claves y para inspirar acciones positivas. El biólogo Luis Jácome es un laureado de los premios Rolex.

(CNN Español) -- El cóndor andino, que despliega sus alas desde Tierra del Fuego hasta Venezuela, está en peligro pero no desaparecido: un proyecto argentino que echa mano de herramientas tan diferentes como las incubadoras y los títeres logró un método para duplicar las crías de estas aves excepcionales. Los resultados se cuentan por decenas.

Esta especie venerada por los pueblos originarios, de la que quedan unos 6.700 ejemplares según la Unión para la Conservación de la Naturaleza, tiene una baja tasa de reproducción: las parejas —que por cierto son monógamas— ponen un huevo y crían un pichón cada tres años.

"Las grandes amenazas al principio eran que la gente los mataban, creyendo que iban a atacar su ganado para comer, cuando en realidad son animales carroñeros", explica a CNN Luis Jácome, presidente de la Fundación Bioandina Agentina y laureado de los Premios Rólex. El mayor problema ahora es otro: los cebos tóxicos. "Hay gente que envenena animales muertos para intentar controlar grandes carnívoros como pueden ser pumas, zorros, perro y el cóndor queda muerto en masa" cuando baja desde las alturas para alimentarse

La estrategia para multiplicar las crías de cóndor

Jácome trabaja hace más de tres décadas en la preservación de estas aves excepcionales, que puede llegar a medir tres metros de ancho cuando tienen las alas desplegadas y a volar 300 km en un día.

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La Fundación puso en marcha un método que permite duplicar el número de crías de cada pareja. Cuando una pareja pone un huevo, lo toman y lo llevan a un espacio para que siga creciendo lejos de sus padres. "Al mes la pareja pone un segundo huevo, como si el primero se hubiera roto", explica Jácome, y ese segundo huevo sí queda bajo el cuidado de los cóndores.

Mientras tanto, el huevo que los especialistas tomaron se sigue desarrollando en incubadoras hasta que se rompe. Si el cóndor no puede salir, el equipo lo asiste como lo harían sus padres.

Los títeres que simulan ser padres

Una vez que esto sucede, lo trasladan a un espacio de cuidado en el que está los primeros días y en el que siente el contacto de títeres con forma de cóndores. "Es importantísimo que no vean gente, porque ellos se creerían seres humanos", explica Jácome. "En el momento en que uno entra con el títere, (para ellos) está entrando el padre".

El proceso de cuidado de estas crías de cóndor dura un año, que incluye la fase en que todavía no han aprendido a volar y necesitan un control diario que está cargo de dos personas.

Una vez acabado el proceso, llega el momento más emocionante: la liberación. "Es hermoso porque cuando uno ve que estos chiquitos que se crían con títeres de golpe maduran, de golpe se pueden liberar, de golpe forman pareja, de golpe tienen sus propios pichones es tremendo".

Además, es la instancia donde la esperanza se vuelve visible. "La liberación es el momento de la mayor esperanza, de que la armonía entre el hombre y la naturaleza es posible, de que todavía estamos a tiempo. Hay especies que están en peligro pero no están desaparecidas. Estamos a tiempo", dice Jácome.

Un servicio de limpieza al ecosistema

Los cóndores les brindan un gran servicio a los ecosistemas. Un servicio, podría decirse, de limpieza (de hecho, explica la Sociedad para la Conservación de la Vida Silvestre, “forman parte de la familia Cathartidae, que viene del griego kathartes, que significa “el que limpia”).

Al alimentarse de la carroña, los cóndores facilitan la descomposición de la materia orgánica, reduciendo la probabilidad de transmisión de enfermedades zoonóticas y enfermedades que pudieran llegar a afectar a las personas.

Además, reducen la posibilidad de que las fuentes de agua que se encuentran cerca de las carroñas se contaminen por la materia en descomposición.

¿Es esta la solución definitiva para los cóndores?

Los números de la fundación son excepcionales, según Jácome: han criado hasta ahora 78 pichones, han rescatado a más de 370 cóndores y han liberado un total de 219 en todo Sudamérica.

Sin embargo, esas cifras récord se topan con una dura realidad: en apenas dos años se registraron 150 muertes de cóndores adultos.

"Todo un esfuerzo no basta si no cambiamos esa relación que tenemos con el entorno, esto de ver a la tierra como propia, a los animales como propios, tenemos que hacer un cambio enorme".