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Noticias de EE.UU.

OPINIÓN | ¿Hay una nueva crisis bancaria en Estados Unidos?

Por Jorge Dávila Miguel

Nota del editor: Jorge Dávila Miguel es licenciado en Periodismo desde 1973 y ha mantenido una carrera continua en su profesión hasta la fecha. Tiene posgrados en Ciencias de la Información Social y Medios de Comunicación Social, así como estudios posuniversitarios en Relaciones Internacionales, Economía Política e Historia Latinoamericana. Dávila Miguel es columnista de El Nuevo Herald en la cadena McClatchy, y analista político y columnista en CNN en Español. Los comentarios expresados en esta columna pertenecen exclusivamente al autor. Mira más en cnne.com/opinion

(CNN Español) -- El Silicon Valley Bank de California fue el primero en tambalearse el 10 de marzo. Luego fue el turno del Signature Bank y del PacWest Bancorp –que aún se mantiene en pie– hasta que finalmente los temblores llegaron al First Republic Bank, un banco de mayor empuje.

Cuatro instituciones financieras, todas en California, han cojeado en los últimos 60 días. Tres han colapsado. ¿Vendrán otras? El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, quiso tranquilizar a la nación el 13 de marzo, a pocos días del descalabro del Silicon Valley Bank, y dijo que “los estadounidenses pueden tener confianza en que el sistema bancario es seguro”.

Ese mismo día se iniciaba también la caída del First Republic Bank, el segundo banco más grande colapsado en Estados Unidos, después del descalabro de Washington Mutual en 2008. El Signature Bank y el Silicon Valley Bank fueron intervenidos en esos mismos días por las autoridades financieras federales. El First Republic Bank ocupaba el puesto 14 dentro de los principales bancos estadounidenses, de acuerdo con la Reserva Federal, y contaba con unos US$ 229.000 millones en activos y US$ 103.900 millones en depósitos, según la Corporación Federal de Seguros de Depósito, máximo regulador de los bancos.

A comienzos de mayo, JPMorgan Chase & Co. rescató, comprándolo, al First Republic Bank y con esto les pareció a algunos expertos que la crisis estaba controlada. Pero el público estadounidense no confía. La última encuesta de Gallup al respecto, publicada el 5 de mayo, establece que cerca de la mitad de los consultados está preocupado por la seguridad de su dinero en los bancos.

Esto nos recuerda la crisis bancaria de 2007-2008, aunque las causas sean diferentes. La de aquella vez estuvo basada en la “burbuja inmobiliaria”, cuando algún o algunos genios de las altas finanzas diseñaron una nueva herramienta para el préstamo hipotecario, llamado “bonos subprime”.

En aquella danza de los millones se deleitaron bancos, financieras, agentes inmobiliarios, y muchos de los vinculados al proceso de vender una vivienda. También los que compraban. Sobre todo, ellos, porque entonces uno podía comprar una mansión, pagando solamente los intereses del precio de venta. Pero sollo por un tiempo. Lo cierto es que no existían en aquel sistema, donde los “subprimes” eran uno de los principales engranajes, dos garantías fundamentales: el valor real de la vivienda en relación con la real capacidad de pago del comprador.

La crisis se convirtió en mundial porque los bancos estadounidenses vendieron a sus colegas bancarios en todo el mundo el fruto de un árbol podrido, paquetes en los que se incluían propiedades infectadas con el virus del “subprime”. Y así terminó lo que empezó como una fiesta: los nuevos propietarios, contados en los cientos de miles, perdieron sus casas de ensueño, la banca colapsó y el gobierno de Estados Unidos rescató a la banca que se derrumbaba, y en las cortes judiciales no apareció ni un solo un culpable de la trampa financiera.

Ahora, las razones del colapso de los bancos Sillicon Valley Bank, Signature Bank y First Republic Bank, y de la inestabilidad de PacWest son diferentes. Tienen que ver con la conocida relación entre los tipos de interés y el valor de los bonos e hipotecas. Grosso modo: cuando baja en uno, el otro sube de valor.

Cómo sucedió todo

A medida que la Reserva Federal endurecía su política monetaria y subía los tipos de interés para combatir la inflación, el valor de los activos a largo plazo —como los valores respaldados por hipotecas y los bonos del Tesoro— en manos de los bancos, se desplomaba.

La mayoría de los bonos pagan un tipo de interés fijo que se vuelve atractivo cuando bajan los tipos de interés, lo que hace subir la demanda y el precio del bono. Pero si los tipos de interés suben, los inversores dejarán de preferir el tipo de interés fijo más bajo que paga un bono, lo que hará bajar su precio.

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Muchos bancos aumentaron excesivamente sus tenencias de bonos durante la pandemia, cuando los depósitos eran abundantes pero la demanda de préstamos y los rendimientos eran débiles. Y así pueden sufrir pérdidas reales si tienen que vender títulos por razones de liquidez o de otro tipo, como al parecer ha sucedido.

Fuera de peligro, según expertos

El presidente ejecutivo de JPMorgan Chase & Co, Jamie Dimon, y el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, entre otros, han dicho esta semana que la “crisis bancaria” causada por las salidas masivas de depósitos ha terminado en gran medida. Warren Buffett admitió que los bancos estadounidenses podrían enfrentar más turbulencias en el futuro, aunque asegura que los depósitos están seguros.

Con el rebote en los precios bursátiles de PacWest Bancorp, que llegaron al 80% la semana pasada y en otros bancos regionales, aparece una razón para tener más confianza en el sector bancario del país. Pero el repunte no fue suficiente para borrar las fuertes pérdidas del sector durante la semana posterior a la caída del First Republic Bank. El peligro sigue, aunque es menor.

Al parecer los depósitos bancarios no sufrirían para los depositarios en Estados Unidos, y esto solo sería un suceso que alerte sobre la ausencia de ciertas regulaciones a la banca estadounidense. Como por ejemplo, los requisitos de la Ley Dodd-Frank de Protección al Consumidor y Reforma de Wall Street de 2010 revertidos en 2018 bajo la presidencia de Donald Trump.

Dodd-Frank implementó cambios regulatorios financieros en respuesta al colapso financiero global de 2008. La legislación incluía entre sus requisitos que los bancos con US$ 50.000 millones en activos estuvieran sujetos a normas estrictas. Algunos legisladores, incluidos Katie Porter y Elizabeth Warren, han sostenido que esos requisitos deberían haberse mantenido intactos.

Y América Latina, si todo sigue el rumbo que dicen los expertos y se toman las medidas regulatorias necesarias, no sufrirá mayormente por este susto que ha llegado casi a la histeria, como sucede a menudo en los asuntos del dinero.