Nota del editor: Frida Ghitis, (@fridaghitis) exproductora y corresponsal de CNN, es columnista de asuntos mundiales. Es colaboradora semanal de opinión de CNN, columnista del diario The Washington Post y columnista de World Politics Review. Las opiniones expresadas en este comentario le pertenecen únicamente a su autora. Ver más opiniones en CNN.
(CNN) – Mientras Rusia se prepara para una inminente contraofensiva ucraniana y la contienda presidencial estadounidense de 2024 toma forma, cada vez es más evidente que el presidente de Rusia, Vladimir Putin, cree que un posible camino hacia la victoria en su hasta ahora infructuosa guerra pasa por las elecciones estadounidenses.
La última prueba de que Putin puede esperar que el apoyo de Occidente a Ucrania termine, si las fuerzas rusas aguantan hasta que haya un nuevo presidente en la Casa Blanca, llegó escondida en un contundente anuncio del Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia el viernes, declarando que la entrada al país estaría “cerrada para 500 estadounidenses”.
La lista negra, explicó Moscú, se dirige a individuos “implicados en la propagación de actitudes rusófobas y farsantes”, así como a directivos de empresas que suministran armas a Ucrania.
Un vistazo al extenso documento puede ser, al principio, una experiencia desconcertante, pero luego bastante esclarecedora.
Los cientos de nombres son en su mayoría miembros de grupos de reflexión estadounidenses, junto con docenas de miembros del Congreso, funcionarios y exfuncionarios del gobierno, incluido el expresidente Barack Obama, un puñado de periodistas e incluso algunos comediantes.
Entre ellos, Erin Burnett, de CNN, y Nick Paton Walsh, del Reino Unido, que han realizado numerosos reportajes sobre Ucrania. Es lógico que un dictador persiga a los periodistas que dicen la verdad sobre su régimen. Lo mismo puede decirse de los comediantes nocturnos. Los tiranos no se caracterizan por su sentido del humor.
Pero también hay algunos nombres muy intrigantes. ¿Por qué tendría Putin motivos para atentar contra el secretario de Estado de un estado del sur de EE.UU.?
¿Te suena el nombre de Brad Raffensperger?
Resulta que Raffensperger es una figura muy conocida entre cualquiera que haya seguido la historia reciente de Estados Unidos. Se convirtió en una de las figuras más prominentes en el esfuerzo del expresidente Donald Trump por anular las elecciones de 2020.
Las grabaciones de una conversación telefónica en la que Trump le dice que le “encuentre” los votos suficientes para ganar el estado son una prueba en una investigación criminal que podría acabar con la imputación del expresidente este verano.
De hecho, algunas de las selecciones más extrañas de la lista negra de Putin están relacionadas con los problemas de Trump y de sus más fervientes partidarios.
Putin incluyó en la lista negra a Letitia James, la fiscal general de Nueva York que presentó una demanda civil contra el expresidente y sus hijos adultos y su empresa por lo que calificó de fraude “asombroso”.
También está John Smith, más conocido como Jack Smith, nombrado fiscal especial por el Departamento de Justicia para supervisar las investigaciones penales sobre, entre otros posibles delitos, si Trump manipuló indebidamente material clasificado, otro caso que está cobrando fuerza y que, al parecer, está creando una gran ansiedad en el mundo de Trump.
En su lista negra, el Kremlin parece defender a los insurrectos proTrump del 6 de enero que intentaron impedir la certificación de la victoria electoral de Joe Biden. Prohíbe la entrada a Rusia a los estadounidenses que trabajan en las fuerzas del orden, “directamente implicados en la persecución de disidentes tras el llamado asalto al Capitolio”.
La lista incluye a David Sundberg, subdirector a cargo de la oficina del FBI en Washington, que dirigió la investigación del 6 de enero.
Es una lista llena de opciones intrigantes. Tal vez no sea sorprendente ver nombres que se hicieron famosos durante el primer juicio político de Trump, como la experta en Rusia, Fiona Hill y la exembajadora de Estados Unidos en Ucrania, Marie Yovanovitch.
¿Está Rusia señalando su apoyo a Trump?
La señalización apenas era necesaria. El expresidente ha dejado muy claro que si gana otro mandato, la política de EE.UU. hacia Ucrania sería muy diferente.
En una entrevista en marzo con Sean Hannity, de Fox News, Trump predijo que “en última instancia [Putin] va a apoderarse de toda Ucrania”.
Durante el reciente foro de CNN, se le preguntó si apoyaba el envío de ayuda militar a Ucrania. Después de lanzar una diatriba salvaje, completa con insultos contra la expresidenta de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi, mostró sus cartas.
Trump rara vez responde con un sí o un no claros, dejándose margen para negar. Pero la respuesta no dejó muchas dudas. “Estamos regalando mucho equipo”, lamentó. Y preguntado por si quiere que Ucrania gane la guerra, se negó a decirlo, ofreciendo en su lugar: “No pienso en términos de ganar y perder… Quiero que todo el mundo deje de morir”. (Él afirma que podría detener la guerra en 24 horas).
Si Rusia y Trump ya dejaron perfectamente claras sus preferencias, aunque sea de forma indirecta, los que pueden haber necesitado algún codazo son los estadounidenses que se oponen a la ayuda a Ucrania y están indecisos entre Trump y su principal contrincante republicano, el gobernador de Florida, Ron DeSantis.
DeSantis, que está a punto de anunciar su candidatura, ha estado trabajando asiduamente para consolidar su posición como abanderado de opiniones sociales ultraconservadoras. Algunos de esos puntos de vista, por cierto, en particular los hostiles a las minorías LGBT, se inclinan en la dirección del asalto de Putin a los derechos LGBT, que es mucho más draconiano que lo que Florida ha hecho.
Pero DeSantis no es el hombre de Putin, a menos que vuelva a cambiar su postura sobre Ucrania.
Hace unos meses, el gobernador de Florida provocó una furiosa reacción de los republicanos de línea dura, y de los donantes del Partido Republicano, cuando respondió a un cuestionario del incendiario despedido de Fox, Tucker Carlson, describiendo la brutal y no provocada invasión rusa de Ucrania como una “disputa territorial”.
Es de suponer que DeSantis quería sonar escéptico ante el firme respaldo de Washington a Ucrania, pero fue demasiado lejos.
Tratando de reparar el daño, dijo que se le había malinterpretado. Putin, declaró DeSantis, “es un criminal de guerra”.
Con eso, DeSantis facilitó mucho la elección del Kremlin. Parece que ahora el Kremlin está señalando no demasiado sutilmente a la ultraderecha estadounidense que ya hizo su elección.
Si la preferencia de Rusia se convirtió en un gran problema en EE.UU. la primera vez que Trump se presentó a las elecciones presidenciales, la próxima contienda de EE.UU. es aún más importante para Rusia esta vez.
Los oficiales rusos le habían dicho a Putin que su ejército podría conquistar Ucrania con bastante facilidad. Incluso los generales estadounidenses creían que las fuerzas de Moscú tomarían el control de Kyiv en pocos días.
En cambio, casi 15 meses después, la guerra se ha convertido en una vergonzosa debacle para Putin, erosionando drásticamente la posición de Rusia en el extranjero, aunque Putin siga siendo popular en casa. Pero por muy mal que vaya la invasión, Putin seguramente cree que aceptar la derrota en Ucrania podría ser desastroso para él.
Ahora parece estar apostando a que puede durar más que Biden, que ha liderado el fuerte apoyo de Occidente a Ucrania. Por eso la próxima contraofensiva ucraniana es tan crucial.
A medida que se acercan las elecciones estadounidenses, Putin apuesta a que el tiempo se acorta para Ucrania.