La novela de Juan José Becerra nos habla del amor y del fin del amor en un tiempo no tan lejano. Aun así, contra todo triste pronóstico, nos invita a reflexionar y, por qué no, a celebrar  lo que significa pasar por la vida y haber experimentado la intensidad de este sentimiento.

(CNN Radio Argentina)- El escritor, periodista y guionista argentino pasó por Aduana de Palabras y habló, entre otras tantas cosas, sobre “Amor”, su última novela. En este nuevo trabajo el autor se anima a ir al futuro y, desde 2123, a contar un romance transcurrido cien años atrás para explicar de qué se trataba el más profundo de los sentimientos humanos.

Con “Amor”, Becerra se anima a mucho. Es que, con esta historia editada por Seix Barral, el autor nacido en Junin, demuestra cómo ser un artista notablemente valiente por, entre otras cuestiones, adelantarse a una realidad aún incontrastable (pero temida por los seres sensibles de este mundo). Una realidad vacía de afectividad y reales lazos humanos en donde, para conocer de qué se trata el sentimiento más intenso, despiadado y hermoso del mundo, será necesario volver la vista atrás para rescatar algo de aquel pasado que logre explicarlo (si es que el amor, como el arte, pueden ser explicados).

Este sábado por la tarde, en tiempos donde el amor parece haberse convertido en mercancía de compra-venta (al mejor y más especular postor), Juan José Becerra insiste con su mirada profunda en cuanto a las relaciones humanas y, para ello, nos cuenta de las construcciones de sentido del amor; Al aire con Bobby Flores y Mariana Mactas, Becerra nos dice que, aunque nos cueste escucharlo, el amor es una invención cultural (¿En tal caso lo habremos hecho para sentirnos mejor?). No hay una respuesta absoluta al respecto. Lo que sí sabemos es que Becerra es un inventor de historias, pero esta, sin dudas, nos hace pensarnos en función del amor (y viceversa); nos zambulle con cierta angustia en la idea del fin del amor; nos interpela y nos hace pensar y repasarnos. Por eso, y por mucho más, leer “Amor”, con seguridad, nos hará mirar con otro prisma esto de estructurar ciertas cosas (que pocas veces nos animamos a desandar), al tiempo que nos llevará, con algo de alivio, a un buen destino.

- ¿Cómo llegó esta novela a tu cabeza?

- “Considero que las ideas para mí no son anteriores al acto de escribir; Y esto es algo que me viene pasando hace muchos años. Te diría que abandoné esa posición de vigilante de mi propio acto de escritura para saber qué voy a escribir, y cómo lo voy a hacer. Creo que hay un impulso, como una especie de reacción y te diría (alérgica a algo). Escribís una escena y lo bueno de esa situación, que aparentemente no te da nada, es que logras romper con cierta inercia que hasta ese momento te atenazaba y no te permitía cortar con la otra cosa en la que estabas antes de ponerte con la historia. Es como si en un momento se lograra cortar la inercia y la cosa funcionara como si pudieras mover un tren con la mano”.

“En verdad eso sucede y, a pesar de no ser místico, sí puede tener los resultados de un acontecimiento de tales características. Y es ahí cuando empezás a montarte sobre esa ola, sobre esa fuerza que se apoya en aquello que vos mismo rompiste que no sabes adónde te lleva; lo que empieza a ocurrir es que se acomodan los bloques de acontecimientos y de imaginación que a veces parten de algo propio y personal, y a veces de algo prestado. Lo concreto es que vas avanzando. En algún momento, cuando querés saber qué estás haciendo, te encontrás con que efectivamente estás dentro de una novela y esta tiene una sola posibilidad de fuga que es hacia adelante”.

- Cuando el deseo se pierde…

-“Lo que a mí me ocurre es que, cuando entrás en ese túnel de la terminación de la historia, hay algo ahí de “no encontrarle la vuelta”, tal como ocurre cuando uno pierde el deseo. Así es como me pasa a mí, al menos. No sé si les sucede, pero creo que es ese deseo que te impulsa a hacer algo el que te lleva hacia adelante, pero ocurre que, en el medio de ese mismo mar que estás naufragando, a veces decís ¿Y si me bajo? Entonces resulta que uno descubre ahí que no es tan fácil desear, que el deseo no es una cosa tan simple y que existe la posibilidad de bajarse, aun cuando estás naufragando un mar al que buscaste pertenecer”.

- Con esta novela te has vuelto un experto en el “AMOR”?

-“Eso seguro que no es así. Ante todo, porque mi deseo no está puesto ahí. Incluso el tema de ignorar algo, para mí, es el verdadero motor por el cual uno escribe una historia. Del amor. Yo puedo hablar de él como puede hablar cualquiera de ustedes, pero soy una persona que, de eso, entiende cada vez menos. Lo que sí creo que puedo hacer, como lo puede hacer cualquier persona, es detectar el amor ahí donde esté; ya sea que esté en uno o en los demás. Porque si ves a alguien enamorado te das cuenta de que algo le pasa. En primer lugar, parece una especie de yonki, se mueve como alguien que se encuentra perdido; y en caso de que uno mismo sea quien esté en esa situación, también, está como enfermo, colgado. Eso me parece que es como lo más fácil de decir al respecto”.

“Después, escribir sobre el amor, a mí me parecía que: si iba a escribir una historia de amor (esto sí podía ser una idea) uno no puede pensarla en términos abstractos como si se tratara de una definición enciclopédica. Es que en ella el discurso considera situaciones generales acerca de la experiencia; la literatura, por suerte, es todo lo contrario, se mete con la experiencia; no importa si esta es fallida, incompleta, en cualquiera de los casos es una prueba para sí misma”.

“En la literatura uno puede decir: Esta es una historia de violencia, aquella es una de terror; esta no encaja en ningún género, o lo que sea. Eso es en sí lo que hace que se diferencie de las ideas. La literatura misma es lo contrario a las ideas, por eso es que la veo muy cercana al acto de vivir; y eso que las dos siempre han estado en hemisferios muy compartimentados. Yo creo que escribir es muy parecido a vivir; y a veces te diría que es hasta mejor. De ahí la razón por la cual uno escribe”.

El poder de la escritura

-“Hay una ilusión de poder mientras uno escribe. Por supuesto este poder dura mientras dura la escritura. Uno se siente entre un super hombre y un niño (que juega en su mundo, encerrado). Aun así, hay una situación allí de poder que, al margen de lo que sucede, la sensación (y el efecto) están muy cercanos a la experiencia como si realmente lo tuvieras. Escribir es, en definitiva, todo un acto de libertad. No hay posibilidades tan francas en la vida como la que uno puede ejercer con el acto de la escritura. Vos podés ser horrible escribiendo, pero eso no importa, porque no se trata de la eficacia que tu escritura tenga. A mí lo que me importa es sentir, mientras escribo, que soy una persona libre”.

“Respecto a esto mismo es que el escritor Cesar Aira decía que la educación tenía que ser invertida, y no ir de lo general a lo particular, sino más bien todo lo contrario. ¿Y por qué decía eso? Un poco porque habría que darle la posibilidad al ser humano a terminar su recorrido en la libertad total, donde fuera capaz de hacer su propio juego, sus propias reglas al tiempo de ser capaz de poseer un poder compartido, donde cada uno respeta el mundo del otro para poder convivir, tal como hacen los niños en jardín de infantes en esos espacios donde cada cual hace la suya, de modo tal quese aseguran un espacio de sana convivencia”.

-El más deseado de todos: “el Amor imposible”

-“Esta novela no se si me hizo llegar tan lejos. Yo pienso que esta historia me la imaginé como si dentro de cien años alguien preguntara qué era el amor, como una experiencia vital que quedó lejana en el tiempo (como quien hoy pregunta qué era la máquina a vapor). Quizás en un futuro se pregunten por experiencias vitales que ya no existan más; yo creo que sí va a existir, porque el amor es un producto de la cultura bastante reciente. Debe tener dos mil años, marco de tiempo en el cual se ha manifestado a través de distintas modalidades. Ejemplo de ello son: el amor cortés, el amor filial, el amor romántico, el amor polimorfo o poliédrico. Pero a mí, de todos, siempre me gustó el imposible. Ese me parece que es el mejor, porque es el que no se puede alcanzar, ni tener. Hacer posible eso le brinda al enamorado una especie de aura (además de la megalomanía que hay que tener para meterse en ese quilombo). Le da una cosa de super héroe”.

Lo que creo que queda en pie en el libro es esta postulación de que: Bueno, estaría bien que cada uno pudiera hacer algo con esa imposibilidad, es decir, tuviera con qué hacer su pirámide de Egipto personal. Porque viste que hay como un mercado del Deseo. Todo está como demasiado regimentado y uno está con la sensación de que elige libremente las ofertas, y no es así, porque estas, al estar ofertadas vienen con su propio formato, con su terminología, con su registro, entonces uno puede aceptar o no, y ahí uno cree que ejerce un acto de libertad, pero no es así. Armar algo propio, armar una historia de amor como si fuera una obra de arte, eso es más para kamikazes”.

-¿A caso el amor se trata de tener coincidencias?

-“Me da un poco de intriga el tema de la chance del encuentro de personas. Esto me hace pensar en un libro de Alain Badiou que se llama “Elogio del amor”, donde se puede leer todo un análisis que el filósofo y escritor francés hace de una de las primeras plataformas de encuentros sentimentales surgida en su país (creo que se llamaba Mitic). En su trabaj0, entre otras cosas, él plantea que en el amor lo más importante es la diferencia, es decir, la posibilidad de portar y bancar la diferencia, aun reconociéndola, aun perdiendo algo propio allí mismo, eso, dice él, es lo que vale. Y yo creo que en estas aplicaciones de citas que se usan hoy para conocer gente; por la configuración de los perfiles, son como una oferta mercantil de uno mismo, donde uno plantea lo que le gusta comer, hacer, etc… Eso es algo medio monstruoso porque lo que ocurre ahí es medio una relación de hermandad. Es decir, me llama poderosamente la atención en este punto el tema de la coincidencia. La pregunta sería ¿Por qué hay que coincidir? No entiendo esa parte”.

Cabe destacar que, Alain Badiou, en dicha obra aborda el amor como un acontecimiento, es decir, como una ruptura en la realidad histórica, neurológica, de desarrollo y psicopatológica de un individuo. Algo así como que “lo que era ya no es más”. Lo cual sucede tras el encuentro amoroso, el cual marca un cambio definitivo.

- “Hay mucho de agua y aceite en la alquimia del AMOR”

-“En los momentos de enamoramiento hay mucha renuncia y uno pierde lo que se supone es suyo”, advirtió Becerra al tiempo que agregó: “ Yo siempre imagino que, en términos de pareja, el amor es como dos personas que se encuentran, cada una proveniente de una isla diferente. Y en esa construcción de la pareja, ahí lo que ocurre es que se licúan por completo; se diluyen sus identidades y eso, con el tiempo, empieza a despegarse y hace que cada uno quiera volver a su islita. Con lo cual, hay mucho de agua y aceite en la alquimia del amor. Que, momentáneamente, porque el amor dura y trascurre, uno se desentiende de que somos aceite y agua, pero lo cierto es que las materias están formadas con materiales diferentes y por eso tenés “Romeo y Julieta”. Porque siempre es Montesco contra Capuleto”.

Aprendimos a comprar Amor con espinas: La culpa es de la literatura

-“El amor no sería lo que es para nosotros si no existiesen la literatura y el cine que nos han ordenado tener alguno o varios. En este sentido pienso algo en torno a cierta melancolía cultural. Qué pasaría si las personas se desentendieran del amor como un régimen exclusivamente romántico, es decir, si fuese posible tener un amor sin sufrir; tener un amor de comedia. Porque al plegársele la tragedia a las historias de amor, no ha habido espacio para la comedia. Y, una comedia de amor, medio que no nos gusta tanto. Nos gusta mucho más la tragedia de amor que la comedia amorosa. Tuvimos a las hermanas Brontë, tuvimos a Flaubert, a Tolstoi, tuvimos a Shakespeare entonces tuvimos mucho prestigio del lado de la literatura romántica que se ocupó del amor; Y a mí me parece que la comedia tiene mucho que decir a propósito del amor. El amor tiene mucho de cómico. ¡¡No se puede ser tan pelotudo como cuando se enamora!!”

 ¡Que vivan “Los monumentos al AMOR”!

En tren de sumar anécdotas a las cosas que uno hace cuando está enamorado, el conductor de CNN Radio, Bobby Flores contó que su padre compró y regaló a su mamá un pedazo de la reja a través de la cual ellos se habían dado, en el comienzo de su historia de amor, aquel primer beso. El relato compartido por el hijo de los enamorados fue aplaudido por Becerra y, en este sentido, agregó al respecto: “Cosas como esas me parecen geniales! Eso es lo que más me gusta que suceda, yo estoy de acuerdo con que ocurran así. Menos mal que fue una reja (con los riesgos de la estupidez que el amor conlleva) porque a mí, lejos de parecerme una cursilería, me vuelve loco que el ser humano sea capaz de hacer cosas como esas ¡A mí me parece que vale la pena vivir una vida para ese momento, me parece hermoso! Además, todo eso que sucedió y sucede es para ellos, no es para nadie más en este mundo. Simplemente porque los demás no están en esa historia, al menos, no en los términos que ese amor plantea, por tanto, no interesa lo que le parece al resto”.

- Tu última novela, Amor ¿tiene algo de “Loas” al amor romántico?

-“En términos resumidos podría decir que sí pero creo esto puede ser que esté con cierto deslizamiento hacia la comedia quizás, y hacia una historia que puede formular otra estructura, algo diferente a lo que suele suceder en los sistemas emulativos de la vida (y de la realidad). Las cosas empiezan y terminan. Cómo terminan? Ya aprendimos que siempre lo hacen mal. A mí siempre me pareció que la literatura, que tiene un gran poder, puede hacer cualquier cosa. Puede formular su propia realidad y que esa realidad tenga una materialidad casi tan intensa como la vida material misma. ¿Entonces por qué no empezar por ese caos perteneciente al relato de aquellos finales conocidos nos contaban (finales que son siempre los mismos) para desembocar en la gloria? Digo, después de todo, si hay algún lugar desde donde es posible construir un relato capaz de poner al caos y al dolor (que siempre están al final de la historia de amor) al principio, y sea el estado más profundo, revolucionado y tierno el que pueda desembocar en un final de amor verdadero, ese lugar se llama literatura”.

El poder de la literatura

-“Quise hacer esto de invertir un poco la cosa. El tema sería un planteo tal como el que mencioné antes (cuando traje a Cesar Aira con su ejemplo de los alumnos y la educación del colegio). Porque si alguien viene a vos y te dice: Vamos a tener una historia de amor; Arranca en el desastre total, en el llanto, con dolor, la desesperación y la angustia… Es decir, con todos esos insumos bonitos del amor; pero terminamos en el primer día de enamorados ¿Sabés como firmás? La literatura puede hacer esto posible, porque se le canta; y yo creo que el libro mío termina un poco así. Termina como los enamorados en el aire, como si fuesen dos barriletes”.