(CNN Radio Argentina)- Libros con Ñ se dio el gusto de conversar este domingo con la escritora, ensayista y editora, para hablar, entre otras cuestiones, de su último trabajo literario accesible a todo tipo de lector. Un abordaje interesante ya que logra compilar el material de un seminario que brindó en el Malba y que ahora se presenta en formato libro.
El mismo trata, a grandes rasgos, sobre la trascendencia de las historias contadas en el marco de los relatos de la literatura universal, cultivada por los autores rusos del siglo XIX.
Dividida entre el omnipotente poder del zar -aislado en su temor a la revuelta popular- y por otro lado, el oprimido pueblo campesino -sujeto a la esclavitud rural-, “la sociedad de aquellos tiempos tuvo un solo intérprete y un solo vocero: sus escritores. Y una sola representación: la que ellos le dieron en sus textos”.
Con fuertes raíces en Asia y una aspiracional mirada hacia el horizonte de la Ilustración francesa, Rusia supo producir en un siglo las obras de su literatura moderna. Hilvanada y desarrollada bajo la feroz censura zarista, sus autores brindaron una narrativa y una poesía marcadas por una intensa comprensión de lo humano, contando en historias imaginarias (y un poco de las otras) lo que tantos callaban; dando voz a la mayor parte de un pueblo analfabeto, sufrido y servil.
“La literatura rusa del siglo XIX fue leída desarraigada de su pueblo y su cultura. Cuando se lee por ejemplo a autores como Gógol o Dostoievski se los lee, en general, como flotando en el vacío, desconociendo los hechos que incidieron decisivamente en sus obras y en su escritura”, explica con ímpetu Iparraguirre en el comienzo de esta nota, para dar marco a su posterior desarrollo sobre el tema a través del aire de CNN Radio.
Y es que con esta introducción la autora logra situarnos en los hitos de la historia rusa, sobre todo al marcar el modo en el que las obras de estos autores tales como Pushkin, Gógol, Dostoievski, Tolstói y Chéjov, fueron determinantes, no solo para la cultura universal sino para todos los escritores posteriores, quienes han reconocido en algún momento ser sus deudores literarios.
Cabe destacar que este libro surgió a partir de un seminario que la autora dio en el Malba y que Random tuvo la inteligente idea de traccionar para darle corpus literario a fin de que sirva de guía y contexto para que los curiosos puedan conocer más de cerca, y mucho más profundamente, de las interesantes cuestiones de las obras y de los propios autores que escribieron su época, con imaginación, valentía y mucha audacia.
- Lo primero que quiero decirte es que, en un principio, previo a tomar el libro, pensé: ¿Cómo saber si uno está apto para poder meterse allí, en el camino de los grandes escritores de la rusia del siglo pasado? Y con gratitud pude observar que tu libro es muy conveniente y muy amigable en este sentido. Digo, no parece que sea necesaria una preparación previa para hacerlo. Eso es gratificante porque es capaz de cautivar, entonces, a cualquier curioso.
“De los cinco escritores que desarrollo en el libro algunos son más conocidos mientras que otros no tanto. Pero creo que, de todos modos, para todo aquel que tenga contacto con la lectura, se trata de nombres que alguna vez escuchó. De modo tal que, si uno tiene un interés y algo de este universo le llama la atención, tal vez este le resulte un trabajo útil, para empezar”.
Un estilo particular: Gógol
“El inspector (de Gógol), se trata de una pieza que se sigue dando hasta hoy en las salas de la ciudad de Buenos Aires. Es una obra que por momentos es muy desopilante y que tiene un humor muy particular. A mí me fascina porque se deja ir en enumeraciones delirantes. Porque además tiene la característica de tomar siempre el camino del absurdo. Éste autor crea el realismo grotesco ruso en “Almas Muertas”. Algo para agregar es que los temas que él trata en sus obras se los dio Pushkin. Porque se trata de cuestiones que este autor consideraba que en el estilo propio de Gógol se iban a transformar en una cosa absurda”.
“Estamos hablando de un autor extremadamente lúcido y religioso a la vez. Tenía una especie de delirio místico heredado de sus padres. Su escritura (la de almas muertas, por ejemplo), se escindía de quien era. Tenía un ojo clínico admirable para hablar de la gente olvidada, para hablar de los desplazados, los ciervos, los campesinos pobres y esclavos de aquella Rusia”.
El propósito del Libro
“El propósito del libro fue lograr construir una introducción, una puerta abierta a estos autores rusos que creo que son en sí muchas oportunidades para ser descubiertos por lectores curiosos. Creo que se trata de nombres conocidos, incluso leídos, pero que siempre fueron tomados en su lectura como desarraigados de su contexto. Y la literatura es algo que siempre tiene contexto histórico. Nadie puede evitar el momento en el cual escribe, porque todos estamos atravesados por la historia, por lo que nos pasa en nuestro tiempo. Y la literatura, como todo, también está atravesada. Por más que escribas ciencia ficción; no importa. Estás escribiendo en un momento que te toca vivir y, como tal, es un momento histórico”.
La novela como espejo de la realidad
“La novela es un género que funciona como espejo de la realidad. Lo quiera o no el autor, es así. Así que, con este trabajo me dije: Vamos a poner algunos elementos en el prólogo para situar a estos autores en su contexto que es lo que le da la razón de ser a algunas historias”.
“Más allá de todo lo que podamos agregar, y volviendo a Gógol. El absurdo de su estilo tiene dos cosas interesantes a destacar: Por un lado, el criterio de la risa grotesca (por caso, muy medieval) que le viene de sus ancestros cosacos, paganos y, por otro lado, un absurdo que tiene una descendencia en la literatura, por ejemplo, de Kafka”.
“Por otra parte, Esperando a Godot, (de Becket), que trata de dos linyeras esperando a algún Dios, (o puede ser lo que vos creas que esperan). En verdad no se sabe bien a quien (porque no se explica), pero es una historia que tiene elementos de un absurdo total en sus personajes, y que le debe mucho a Gógol “.
-Algo que me pareció muy impresionante de “Almas Muertas” es que, a pesar de ser una novela fundacional de la literatura rusa, hoy parece un relato muy moderno. Hay ahí como una ironía, como algo que se cuenta más con una vigencia absoluta. ¿Por qué?
“Es una novela que es muy sofisticada porque se trata de una óptica de distorsión que aplica él. Y eso lo sabía muy bien Pushkin. Él sabe que esos dos temas a abordar, el único que iba a poder ser capaz de llevarlos al límite, va a ser Gógol. De otro modo, hubiera sido un intento que hubiera quedado en el mero chiste”.
“En este sentido destaco que es notable la distorsión que Gógol aplica a lo que ve. Se trata de una distorsión que es audaz, porque puede contar cosas muy jocosas, pero al mismo tiempo por debajo lograr expresar la opresión de un profundo dolor”.
Las voces de los invisibilizados
“Los escritores rusos del siglo XIX fueron la única voz de ese pueblo completamente invisibilizado; Y fueron tan leales unos a otros que eso constituye un caso único. De ellos y de sus obras son mencionados en el libro. Y darles contexto y a la vez que profundidad en sus obras, es también reivindicar que fueron la única voz que tuvo ese 90 por ciento de campesinos analfabetos, frente al 10 por ciento de una nobleza hiper rica que despreciaba al ruso como lengua, que hablaba en francés y escribía en francés; Entonces, la única tribuna donde no había ninguna prensa, porque estos escritores vivieron y escribieron con una censura feroz, todos, serán siempre sus lectores”.
“Desde Pushkin hasta Chéjov. Pero todos tenían que pasar por la censura; y la censura de la que hablamos no era como la que podemos imaginar hoy, sino que pasaba mucho más por cosas como las que le impartieron a Dostoievski; que lo mandaron a la Siberia por 8 años, (sufriendo previo simulacro de fusilamiento). Y él pasó ese tiempo en Siberia por estar en una reunión equivocada”.
-Uno de los temas fascinantes que contás en el libro, está en torno a ese corte violento entre la porción inmensa de analfabetos y los pocos privilegiados. Hay allí una articulación que no se puede obviar que es la figura de la Niñera. Que, por ejemplo, en el caso de Pushkin, fue quien le acercó la posibilidad de la lengua rusa
“La gente culta que leía y escribía en rusia era cosmopolita. Eran personas “hiper ricas” que pertenecían a una de las poblaciones más acomodadas de Europa. Tenían mucho más de asiáticos; mucho más de sultanes que de reyes europeos. Entonces estos hijos de nobles o de terratenientes que son todos estos escritores, tenían su niñera, como la tuvo León Tolstói, como la tuvo Pushkin, es decir, chicos nobles que nacían y, al hacerlo, de inmediato se les ponía una nodriza. Luego también se les ponía un chico de su edad, a los 8 o 9 años, que los iba a acompañar toda su vida (una especie de ciervo acompañante). Si tenían que ir a la guerra, iban con esta especie de sirviente personal”.
“Esta figura de “la niñera” tiene un valor importantísimo en toda esta constelación de la que hacemos mención. Yo tengo algo escrito a parte sobre esta mujer y sus funciones, pero eso será para otra oportunidad, porque es un mundo en sí mismo”.
Con todo, hacia el final, nos resta destacar esta nota a modo de invitación e introducción al mundo literario de origen ruso que, como norte, supo ubicarse en un lugar exclusivo dentro del inabarcable universo de las historias escritas para ser descubiertas. Porque son testigos de su tiempo. Y porque guardan en ellas los silencios, los dolores y las realidades de un momento histórico que vivirá por siempre en cada rincón de los relatos de estos autores del siglo XIX.
Los refugios del arte suelen ser infinitos. Los universos de cada tiempo son reflejados en los libros que nos traen las historias propias de sus creadores; un poco para que esta no muera y no desaparezca en la construcción del tiempo; Un poco, para vernos reflejados en los claroscuros de cada sociedad que haya sido capaz de reflejar el gesto de su época.
Se tratará tan solo entonces de contar con la necesaria curiosidad para abrir la puerta y salir a descubrir lo que estos autores nos han dejado escrito, como fieles y audaces testigos de aquellos ocultos huecos de su aldea.
Y, aunque se traten de historias que nos inunden con secretos salpicados de sangre, de esos que los poderosos de siempre hubieran preferido ver perecer, sabemos que los relatos sobreviven a sus tiempos, como sobreviven en ellos los estilos particulares de cada uno de los autores. Pushkin, Gógol, Dostoievski, Tolstói y Chéjov.
Todos ellos determinantes, no solo para la cultura literaria universal sino, tal como dijo Iparraguirre en esta nota a través de CNN Radio: “Estos autores son escritores enormes que han sabido ser ejemplares escritores, de una dimensión única (en donde los pongas); de una excepcionalidad total. Además, tienen la particularidad de abarcar lo humano de un modo cautivador. Por otra parte, sus obras son muy importantes. Y lo son en tanto lo han sido para muchos de los grandes escritores posteriores, quienes han sabido reconocer, de algún modo, ser un poco sus deudores literarios”.