(CNN Español) – En mayo me lo preguntaba: ¿cómo es que una película como “The Tree of Life” (El Arbol de la Vida) logra ser abucheada en el Festival Internacional de Cine de Cannes para luego recibir su máximo reconocimiento: la Palma de Oro?
Simple: se trata de un filme de Terrence Malick, un esquivo director de Hollywood que tiene la fama de ser extremadamente perfeccionista y que no tiene problema alguno en dedicar años a cada uno de sus proyectos. ¡Han sido sólo cinco largometrajes en 40 años de carrera!
Su trabajo desata reacciones viscerales -para fortuna de quienes lo admiramos- y también extremas, porque mientras muchos lo adoran otros lo pueden llegar a desestimar. Eso sí, las películas de Malick no pasan desapercibidas. Quien se anime a sentarse a ver una de ellas seguro saldrá con una fuerte opinión.
Y lo que quizá ocurrió en Cannes fue que, si bien resultó la gran ganadora, a muchos les habrá parecido petulante en su ejecución.
No estaba contando los minutos porque preferí perderme en ella, pero hoy creo que el primer tercio de la cinta fue una dura prueba de aguante, incluso para sus seguidores, pues a lo largo de ese tiempo somos testigos del origen de la vida, del planeta. Cuando llegamos a la parte de los dinosaurios, en ese momento si me distraje con la pregunta: ¿es esto un documental de National Geographic, del canal Discovery, en lugar del Arbol de la Vida?
Pero superada la prueba, comienza a aparecer “Malick, el genio”, al menos el que yo disfruto, un cineasta con una capacidad increíble de observación y reflexión sobre la vida, y ante la que el público no tiene otra opción que participar activamente.
Después del complejo relato sobre la formación del universo, llega uno menos grandioso pero intensamente místico y humano. Es el día a día de una familia estadounidense durante la década de los 50 y que presenta polos opuestos con una madre entregada y generosa, y un padre consciente de su papel protector pero también disciplinario.
Este último personaje recae en Brad Pitt, que no está mal, como tampoco la breve aparición que hace Sean Penn, pero en “El Arbol de la Vida” las verdaderas estrellas son Jessica Chastain y el elenco infantil. Su interacción, su órganica interpretación, hipnotizan.
Malick, saben sus estudiosos, presta particular atención a la imagen con sus movimientos de cámara, con los contraluces, las sombras y los destellos. Esta destreza le permite tener su propio lenguaje y en este caso particular, el mexicano Emmanuel Lubezki, como su director de fotografía, entra en perfecta comunión con él.
Aunque “El Arbol de la Vida” pueda parecer algo complejo de digerir, o incluso una pretensión más de su autor, yo opté por dejarme llevar en este maravilloso viaje sin oponer mayor resistencia.
Recomendada y desde ya la considero una de las grandes del año!