Después de que cientos de manifestantes protestaran los últimos cuatro días contra la Junta Militar de Egipto y que la Plaza Tahrir de El Cairo volviera a rebosar entre gases lacrimógenos y gritos de los activistas, el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas aceptó la formación de un gobierno de salvación nacional y la dimisión del gabinete egipcio. Pero lejos de aplacarse los ánimos, la revolución continúa y no parece tener fin.