Por Rodrigo Cervantes, Especial para CNN
Nota del editor: Rodrigo Cervantes, periodista mexicano, es editor general de MundoHispánico, el periódico en español más grande y antiguo de Atlanta, EE.UU. Recientemente recibió un galardón de la Asociación Nacional de Publicaciones Hispanas (NAHP) por su trabajo como columnista y es “fellow” del programa “Líderes Digitales” del International Center for Journalists.
“Cría cuervos y te sacarán los tuits”, diría un colega de profesión y maestro el mundo del internet. Bueno, pues el mas reciente ejemplo de ello viene del precandidato a la presidencia de México, Enrique Peña Nieto, y su hija Paulina, quienes han dado de qué hablar con sus peripecias en el mundo de las redes sociales.
No me malinterpreten: no comparo los Peña Nieto con una parvada de plumíferos sombríos ni tampoco creo que, en este caso, el descendiente arremeta alevosamente contra su progenitor. Pero lo cierto es que, en el tono del refrán de mi colega, el tuit de la hija del precandidato demuestra que los políticos y demás figuras públicas podrían acabar condenados por sus propios familiares gracias a las redes sociales por internet.
Críticos de la crítica
“¿Qué es lo que pasó?”, se preguntarán los despistados. En breve: la pequeña Peña Nieto, a través de su cuenta de Twitter (@pau_95pena), decidió retuitear –es decir, enviar el mensaje que otro ya había publicado en Twitter- una frase de su novio (@JojoTorre).
El comentario descalifica a quienes criticaron a Peña Nieto padre por su polémico episodio de “biblioamnesia”, cuando el candidato cantifleó en una rueda de prensa al no poder recordar títulos o autores de libros que lo hayan marcado en su vida.
El tuit de los novios no sorprendió tanto por arremeter en contra los críticos del político mexiquense. Fue, sobre todo, su lenguaje despectivo, grosero y clasista lo que generó reacciones casi de forma inmediata.
El ‘efecto retuit’
Varios medios de comunicación descubrieron y publicaron el asunto incluso antes de que la menor borrara la frase de su cuenta de Twitter (típico error de los políticos y los tuiteros neófitos: creer que pueden borrar de la historia un comentario que ya hicieron público).
Y luego vino el torbellino “tuitero” y “feisbuquero”, valgan los neologismos.
Primero apareció, como es lógico, una horda de cibernautas que publicaron esas notas en sus páginas de Facebook y Twitter para evidenciar el suceso o para reforzar la crítica en contra del gobernador del Estado de México.
A esto le seguirían reacciones más creativas. Muchos comenzaron a utilizar hashtags (palabras clave para buscar tuits o para identificar temas) como #OrgullosamenteProle, #ForeverProle o #SoyProle, aludiendo al dichoso mensaje de los jovencitos, en el que calificaban a “quienes critican a quienes envidian” de ser “prole” (abreviatura coloquial y despectiva de proletariado). Estos hashtags se acompañaban con críticas cáusticas o chistes de humor negro en contra de los Peña Nieto.
Además, incrementó el uso del hashtag #libreríapeñanieto, que se empleaba para parodiar los conocimientos literarios del príista.
También empezaron a circular por Facebook, Twitter y blogs ilustraciones y caricaturas. Ahí están, por ejemplo, las campañas apócrifas de Librerías Gandhi con eslóganes inventados como “Bruce Lee, Peña no” o “No le regales tu voto a Peña Nieto, regálale un libro”.
Cuentas que van y que vienen
En medio de toda esta marea cibernética, Paulina, como ya se dijo, borró el comentario. Luego cerró su cuenta de Twitter, al igual que su novio.
Pero al poco tiempo, su papá pidió una disculpa pública por el suceso en esa misma plataforma, algo que también haría en breve su hija luego de reactivar su cuenta en dicha red social.
Sobre los supuestos mensajes de Rivero, hasta el momento que terminé de escribir esta columna no se había confirmado su procedencia ni habían reacciones de la familia Peña Nieto al respecto.
Como sea, el daño ya estaba hecho. El asunto seguramente estará en boca de muchos por un buen rato o acechará bajo las sombras al precandidato y su familia, en espera de reaparecer en el debate público cuando se le invoque.
Queda así comprobado que en la era de las redes sociales difícilmente se puede vivir alejado de la exposición que traen; más aun si se está cerca del ojo del huracán de las figuras públicas.
“Una gran lección”
En su disculpa por Twitter, Paulina dijo que aprendió “una gran lección” y explicó que aquel retuit “fue un impulso”.
Pues una gran lección del asunto -y esto va para cualquiera- es que Twitter no distingue impulsos ni olvida declaraciones aunque sean de 140 caracteres o menos.
Pero, más allá del uso de la herramienta, espero que la gran lección de esta joven haya venido de la charla que su padre y ella supuestamente tuvieron, según un mensaje de en Twitter del gobernador mexiquense.
“Hablé con mis hijos sobre el valor del respeto y la tolerancia”, escribió el precandidato. “Les reiteré que debemos escuchar y no ofender a los demás”.
Que así sea, familia Peña Nieto. Y lo mismo va para todos –incluso para los críticos más severos de los Peña Nieto- porque, sea o no por una red social, el racismo, el clasismo y la intolerancia son cosas que todos debemos evitar decir, divulgar, pensar y, claro, retuitear.
(Las opiniones expresadas en este artículo corresponden exclusivamente a Rodrigo Cervantes)
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