LOS ÁNGELES (CNN) — Durante unas cuantas horas a la semana en un centro comunitario en el área de Rampart, en el centro de la ciudad estadounidense de Los Ángeles, chicos de preparatoria aprenden a hacer música, pero no con los instrumentos típicos de una orquesta escolar. En vez de eso, generan ritmos y melodías en computadoras, los cuales pueden utilizar en presentaciones en vivo en el centro, o tal vez en un álbum.
Se trata de Sessions LA, una actividad extracurricular dirigida por Patrick Huang, de 30 años de edad, un chino-americano también conocido como DJ Phatrick.
Huang se crió en un exclusivo suburbio de Houston con padres cuidadosos y acceso a una buena educación, pero cuando llegó a la Universidad de California en Berkeley, ni la carrera en Negocios o Ciencias lo sedujeron. Siempre había amado la música, y el objeto más importante en su dormitorio en casa era su tornamesas. En Berkeley, se sumergió en los estudios étnicos y aplicó sus habilidades como DJ para realizar activismo en el campus e hizo de la música una herramienta para la justicia.
“Yo había aprendido sobre la cultura hip-hop y el poder del hip-hop como una forma de arte cultural”, dijo Huang.
Huang se mudó a Los Ángeles, donde comenzó a hacer trabajo voluntario con Sessions LA, que utiliza el hip-hop para atraer a los niños y evitar que se metan en problemas. Huang intervino en el desarrollo del plan de estudios del programa, y lo ayudó a crecer. Actualmente atiende a unos 15 niños, la mayoría de ellos latinos, afroamericanos y asiáticos. A menudo son hijos de inmigrantes, y muchos han experimentado traumas o abusos.
Éste es el tipo de estudiantes en riesgo, dijo Huang, quienes por lo general no tienen mucho en que mantenerse ocupados.
“Lo peor que estarían haciendo es nada”, aseguró.
El personal de Sessions LA utiliza la popularidad del hip-hop y la cultura de los DJs para atraerlos. El grupo no tiene dinero ni espacio para comprar instrumentos clásicos o enseñar música tradicional, por lo que se enfoca en la creación de ritmos digitales.
“Esa es la manera más accesible, más barata y más eficiente de dirigir un programa como éste en este momento”, dijo Huang.
Sessions LA necesita alrededor de 20,000 dólares al año para mantener sus puertas abiertas, mantener el equipo, producir espectáculos en vivo y pagar remuneraciones a los instructores. Está tratando de recaudar 100,000 dólares para que los organizadores puedan mejorar el equipo, contratar a un escritor con subvención de tiempo parcial y mudarse a un lugar más grande para albergar a más alumnos.
Pero también están enseñando a los estudiantes a trabajar con lo que tienen. Es parte del ADN del hip-hop —en sus primeros días, los jóvenes, la mayoría de ellos con pocos recursos, utilizaban lo que tuvieran a la mano para producir el sonido que querían. Hoy en día, la tecnología es la herramienta democratizadora— cualquier persona con acceso a un teléfono o una computadora puede producir música.
“Literalmente, lo que le digo a los chicos es que si estás ante una mesa del almuerzo y algunas personas están haciendo claves, eso es hip-hop. Puede que no sea música ante los ojos de un músico de mente cerrada, pero es energía, es ritmo y es comunidad”, dijo Huang. “Todo lo que hacemos es ayudar a los jóvenes a manifestar la creatividad que ya está en ellos”.
Y aunque las actividades creativas son importantes, hay un objetivo más grande para el programa.
“Realmente tenemos como objetivo convertir a los jóvenes en pensadores críticos, en líderes comunitarios tal vez, y también en gente joven más responsable”, dijo Huang.