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(CNN) — “¿Escuchaste lo que hizo?”… “¡Adivina lo que acabo de descubrir de nuestro nuevo compañero de trabajo!”. Estas frases pueden ser el inicio de rumores desagradables, pero en un estudio se sugiere que el acto de chismear también puede servir a propósitos importantes para mantener el orden social.

Esta es una de las conclusiones a las que llegó un grupo de investigadores y que fueron publicadas en la revista Journal of Personality and Social Psychology.

“Los chismes tienen mala reputación”, dice Robb Willer, psicólogo social de la Universidad de California, Berkley. “Gran parte de lo que llamamos chisme está impulsado por un deseo sincero de ayudar a los demás”.

En una serie de estudios, Willer y sus colegas exploraron el efecto que tiene en las personas recibir y difundir chismes. Estudiaron específicamente los rumores que se referían a que una persona no era digna de confianza.

En el estudio participaron 53 personas, quienes estaban conectadas a un monitor de ritmo cardiaco, se les dijo que una persona en el laboratorio había actuado egoístamente y como un explotador. Les informaron que la persona que no es digna de confianza también interactuaría con las otras en la habitación. Esta información elevó el ritmo cardiaco de los participantes, mismo que se modero después de pasar una nota de advertencia a los demás de no confiar en esa persona.

En un segundo estudio con 111 participantes se amplió esta idea. En el tercer estudio, con 45 personas, se agregó el que las personas tenían que pagar con el fin de difundir un rumor.

Otro experimento se llevó a cabo en línea, con la participación de 399 personas en juegos que requerían cooperar con otra gente. Al parecer los participantes fueron más cooperativos y menos egoístas si creían que un observador podía hablar de ellos con otros compañeros con quienes interactuaban en el juego. Es decir, la amenaza de los rumores sirvió al propósito de hacer que las personas trabajen juntas.

En los estudios presenciales participó un pequeño número de personas, por lo que estadísticamente son menos convincentes. Por otra parte, en los cuatro estudios había más mujeres que hombres, levantando la cuestión sobre si los resultados estaban más dirigidos hacia el comportamiento de la mujer.

Investigaciones futuras podrían enfocarse en la cantidad de chismes que las personas generalmente difunden, cuánto es bueno o malo, y cómo el rumor es diferente en todas las culturas del mundo, dice Willer. Su equipo tampoco indagó en el chisme puramente venenoso; esos comentarios que se difunden sobre las personas que podrían avergonzarlos, pero no tienen nada que ver con su carácter moral.

“El tipo (de chisme) en que las personas sólo explotan las debilidades de los demás probablemente no sea útil, e incluso podría ser socialmente nocivo, ya que es el que le da su mala fama al rumor en general”, asegura Willer.