(CNN) — Cuando el soldado estadounidense Tim Josephs, entonces de 18 años de edad, llegó a Edgewood Arsenal en 1968, supo que había algo diferente en ese lugar.

“Simplemente no se parecía a una base militar, era más parecida a un hospital”, recuerda Josephs, quien se había ofrecido como voluntario para una misión en esa base que estaba más cerca de su casa y donde le darían fines de semana de tres días.

“Era como un trabajo de ensueño”, dijo Josephs. “La idea era que ellos probarían nuevas chamarras y ropa de campo, armas y cosas de esa naturaleza para el ejército, pero no hubo mención de drogas o químicos”.

Pero cuando fue a hacer los trámites a las instalaciones, el personal de base vestía batas blancas de laboratorio, y Josephs dijo que comenzó a tener dudas. Un oficial lo llevó aparte.

“Me dijo: ‘Te ofreciste voluntariamente para esto. Vas a hacerlo. Si no lo haces, irás a la cárcel. Irás a Vietnam, de cualquier modo… antes o después’”, dijo recientemente Josephs.

De 1955 a 1975, los investigadores militares en Edgewood utilizaron no sólo animales, sino también seres humanos para probar un brebaje de medicamentos y productos químicos. Abarcaban desde gases nerviosos potencialmente letales como el VX y sarín, hasta agentes incapacitantes como el BZ.

Lee el documento secreto, ahora desclasificado, del Ejército estadounidense que revela pruebas de BZ a soldados (PDF en inglés).

Los militares también hicieron pruebas con gas lacrimógeno, barbitúricos, tranquilizantes, narcóticos y alucinógenos como el LSD.

Lee el documento confidencial, ahora desclasificado, del Ejército estadounidense que revela pruebas de LSD en voluntarios (PDF en inglés).

Este programa ultrasecreto de investigación durante la Guerra Fría inicialmente buscaba formas de defensa contra un ataque químico o biológico por parte de la Unión Soviética, que se creía estaba por delante de Estados Unidos en el armamento ‘psico-químico’. Sin embargo, la investigación se expandió hacia armas químicas ofensivas, incluyendo una que podría, de acuerdo con un video del Ejército obtenido por CNN, hacer una “verdadera emboscada química” contra un enemigo.

“Este agente incapacitante sería dispersado a través de municiones estándar, y el agente entraría en un edificio a través de todas las aberturas no protegidas”, indica el narrador de la cinta.

El presidente Nixon puso fin a la investigación de las armas químicas ofensivas en 1969, y el Ejército de Estados Unidos ya no utiliza sujetos humanos en la investigación sobre agentes químicos, dijo un portavoz del Centro Químico Biológico Edgewood, como se conoce ahora a la instalación.

Las pruebas realizadas a Josephs comenzaron casi tan pronto como llegó a Edgewood, el 1 de enero de 1968, para una asignación de dos meses.

“A veces era una inyección. Otras veces era una pastilla”, dijo Josephs al Corresponsal Médico en Jefe de CNN, el neurocirujano Sanjay Gupta. Josephs dijo que no sabía qué drogas o medicamentos estaba recibiendo. “Se referían a una gran cantidad de sustancias químicas como ‘agente uno’ o ‘agente dos’”.

Cuando cuestionaba al personal acerca de si estaba en peligro, ellos le aseguraban: “No hay nada aquí que pueda llegar a hacerte daño”. Pero Joseph, de 63 años, cree que los agentes químicos que recibió durante su temporada de dos meses en Edgewood le hicieron daño, provocándole problemas de salud que continúan afectándolo cuatro décadas más tarde.

Síntomas del Parkinson

Días antes de que su asignación en Edgewood terminara, en febrero de 1968, Josephs fue hospitalizado durante varios días con temblores similares a los del Parkinson, síntomas que, dijo, han continuado de manera intermitente durante toda su vida adulta.

En 1977 se casó con Michelle, una enfermera, pero decidieron no tener hijos, por temor a que su exposición química les afectara.

Alrededor de los 55 años de edad, Josephs fue diagnosticado con la enfermedad de Parkinson, una enfermedad neurológica progresiva que lo obligó a jubilarse anticipadamente. Los medicamentos cuestan 2,000 dólares al mes, los cuales estaba pagando de su bolsillo.

Josephs solicitó beneficios para veteranos con base en su exposición química en Edgewood. El año pasado, el Departamento de Asuntos de Veteranos (VA, por sus siglas en inglés) le concedió beneficios parciales para el tratamiento del Parkinson, dando a Josephs 40% de discapacidad. En la carta que le concede los beneficios no se hace mención a Edgewood.

Joseph dice que ahora toma dos docenas de pastillas al día. Sus síntomas varían de un día a otro. A veces tiene dificultades para tragar. Otras veces, experimenta entumecimiento en las articulaciones o temblores. Dice que se cansa fácilmente.

Culpa a su estancia en Edgewood de todo esto, y se ha unido a una demanda en nombre de los veteranos de Edgewood que buscan beneficios médicos del VA.

Lee el documento de demanda (PDF en inglés).

Además de las prestaciones médicas, la demanda pide que el Departamento de Defensa y el Departamento de Asuntos de Veteranos encuentren a todos los veteranos de Edgewood y les den detalles de los productos químicos que recibieron y sus posibles efectos en la salud.

El abogado principal de la demanda, Gordon Erspamer, dijo que Josephs probablemente recibió una inyección de sarin u otro gas nervioso, porque los registros muestran que recibió la droga P2S el 1 de febrero de 1968, para tratar el “envenenamiento por organofosfatos” (sustancias tóxicas presentes en insecticidas).

Druante experimentos que iniciaron el 19 de febrero de 1968, Josephs experimentó temblores similares a los del Parkinson tras recibir Prolixin, un medicamento antipsicótico, dijo Erspamer. Para tratar estos temblores el personal médico de Edgewood le administró Congentin y Artane, dos fármacos usados para el tratamiento de los síntomas de Parkinson.

“Esas sustancias afectan la misma región del cerebro”, dijo Erspamer. “Tim claramente tuvo efectos de salud adversos porque le dieron tan altas dosis que alternaba entre una sobredosis de una sustancia y el antídoto, de ida y vuelta, y de hecho tuvo que recibir (…) un medicamento antisicótico muy poderoso, porque, en palabras llanas, se volvió loco”.

Erspamer dijo que el gobierno ha llegado a muy pocos de los 7,000 veteranos tratados en Edgewood y la departamento de Asuntos de Veteranos ha rechazado casi todos los reclamos de salud relacionados con Edgewood.

Joseph no ha recibido ningún beneficio de salud relacionado con su tiempo como sujeto humano de prueba en Edgewood.

“Están esperando que desaparezcamos, así que solicitas (los beneficios) y eres rechazado”, dijo Josephs. “Y simplemente se prolongará durante años y años, y lo que quieren es desgastarnos. Quieren usar a jóvenes como conejillos de Indias y tirarlos a la basura”.

El Departamento de Defensa y el VA rechazaron entrevistas cara a cara con CNN, citando el litigio pendiente. En un comunicado, el Departamento de Defensa dijo que “se ha vuelto una prioridad identificar a todos los miembros del servicio expuestos a sustancias químicas y biológicas… y la Administración de Veteranos se ha puesto en contacto y ha ofrecido evaluaciones médicas gratuitas a miles de veteranos de guerra”.

A petición del Ejército, el Instituto de Medicina (IOM, por sus siglas en inglés), una organización independiente sin fines de lucro que es la rama de la salud de la Academia Nacional de Ciencias, elaboró un informe de tres volúmenes, en la década de 1980, acerca la salud a largo plazo de los veteranos de Edgewood. La IOM decidió finalmente que no había suficiente información para llegar a “conclusiones definitivas”.